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Cuba: la violencia sigue ganando terreno

Estudiantes de politécnico en La Habana. Foto Internet

LA HABANA, Cuba.- Tres días después de haberse producido una agresión con arma blanca en la escuela tecnológica de la construcción civil “Olo Pantoja”, sita en el municipio La Lisa, en la capital cubana, cuyo saldo resultó en el apuñalamiento de varios estudiantes, tanto la prensa oficial en su versión impresa como los medios informativos de radio y televisión del mismo monopolio estatal aún guardaban silencio sobre el incidente, que continúa circulando informalmente de boca en boca por los barrios de La Habana.

Como es habitual, la gravedad del hecho sumada al silencio de los medios de prensa al alcance del cubano de a pie destapó una avalancha de rumores cargados de especulaciones, infundios y exageraciones. “Hay dos muertos y veintipico heridos, uno de ellos grave”, aseguraba convencidísima una señora en medio de la cola de la farmacia de Carlos III, en pleno Centro Habana, mientras otros contertulios afirmaban conocer los hechos y hasta los enriquecían a más y mejor con datos de la más diversa índole: “Sí, eso fue un ajuste de cuentas… Era un asunto de dinero de drogas”, certificó un septuagenario de aspecto venerable. Otro sugería que todo se trataba de un asunto de infidelidad entre parejas y no faltó quien llegara con “la última”: “Esta mañana el que estaba grave se murió, que me lo dijo mi sobrina que es enfermera del hospital donde estaba ingresado”.

La misma escena, con repetidas porfías y múltiples versiones en torno a lo que ha devenido la comidilla de la semana, se repetía en el cercano Centro Comercial, en los corrillos del barrio, en la parada de ómnibus frente al Hospital de Emergencias (Freire de Andrade), en los agromercados y dondequiera que hubiese dos o más personas reunidas.

Por esta razón, los habaneros que miraban el noticiero estelar de las 8:00 pm del miércoles 19 de septiembre quedaron atónitos ante otra manifestación del rampante cinismo de la prensa oficial. El noticiero informaba que cuatro estudiantes de una escuela de EE UU habían sido baleados, lo cual –sin dudas– constituía una demostración de cómo continúan en aumento los niveles de violencia en ese país y con ello el sentimiento de inseguridad ciudadana entre los estadounidenses. El mensaje subliminal: estos hechos son propios de la decadente sociedad capitalista; en Cuba socialista no pasan estas cosas. Estamos a salvo.

Esta vez hasta los más ingenuos y desinformados televidentes debieron cuestionarse la desproporcionada “preocupación” de las autoridades de la Isla por la criminalidad en nuestro vecino del Norte y el sospechoso silencio sobre los brotes de crímenes violentos que parecen estarse haciendo frecuentes, no solo en la capital cubana, sino en varias provincias de Cuba, y que usualmente trascienden por dos vías: en forma de rumores populares o a través de la prensa independiente, que constituye cada vez con mayor fuerza un elemento de presión para la grisura y mediocridad del periodismo oficial.

Lentamente la gente ha comenzado a preguntarse cómo es posible que estemos más actualizados sobre los delitos que se cometen en el país “enemigo” y no se nos informe sobre los que suceden en nuestro propio patio.

Finalmente, y quizás apercibidos de su propia desfachatez, apenas en la mañana de este jueves 20 de septiembre la versión digital del periódico Granma reprodujo una nota, no exactamente de su propia redacción sino de la Dirección Provincial del Ministerio de Educación, de la cual lo más relevante parecía ser la afirmación de que todos los malhechores fueron detenidos y que este hecho no quedaría impune. Nota que, por demás, resultaba parcialmente mendaz al anunciar que recién se habían reanudado las clases en dicha escuela, cuando en realidad desde el lunes 17 de septiembre –fecha en que ocurrió el referido asalto–  y hasta el momento actual, el centro ha permanecido cerrado. Cubadebate también publicó dicha nota.

Afortunadamente, si bien el suceso de la “Olo Pantoja” dispara las alertas en cuanto a los hechos de violencia que van ganando terreno en la sociedad cubana y levantan comentarios sobre la ausencia de seguridad en un centro docente al que un grupo de delincuentes pudo acceder tan libremente, al menos por esta vez no hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas.

Y es este último elemento el que suscita mayores inquietudes en medio de la desinformación reinante. Dado que no se han dado a conocer los móviles de los criminales ni ha trascendido –y probablemente no trascenderá en el corto plazo– ningún detalle fidedigno y relevante sobre caso, no pocas familias han comenzado a manifestar cierta preocupación por la seguridad de sus hijos en edad escolar. ¿Qué tal si situaciones como ésta comienzan a producirse más frecuentemente y por cualquier motivo? ¿No sería oportuno establecer un sistema de guardias de seguridad en las escuelas?

A fin de cuentas, razonan algunos, todas las tiendas en divisas, los almacenes, muchos centros de trabajo y hasta los locales ocupados por las organizaciones políticas y del gobierno tienen custodios para garantizar la seguridad; ¿por qué no crear un cuerpo de guardianes específicamente para las escuelas, donde hasta ahora asumíamos  que nuestros hijos estarían protegidos y a salvo? ¿Por qué no se establece al menos un reglamento que implante un perímetro de acceso restringido para impedir la entrada (y la salida) no autorizada en los centros docentes de todos los niveles de enseñanza?

Sin embargo, crear sistemas de vigilancia y cuerpos de seguridad en las escuelas cubanas, si bien podría ser una propuesta válida, no constituye por sí sola la solución. Ese sería un paliativo para evitar el efecto, pero no eliminaría las causas. Porque el punto es que –a contrapelo del silencio de los medios oficiales, empeñados en ocultarlo– en la Cuba actual se está marcando una sostenida tendencia a la violencia cuyo peligro mayor radica, entre otros factores, en la baja percepción de este fenómeno por parte de la opinión pública nacional debido a la casi total ausencia de información sobre los delitos y su frecuencia dentro del territorio nacional; y en la acumulación sostenida de un sentimiento de frustración general ante la pobreza permanente, las carencias materiales, el deterioro de los valores morales, la incertidumbre y la ausencia de perspectivas en una población que ha perdido las esperanzas de prosperar mediante el trabajo honrado.

Los sucesos del tecnológico “Olo Pantoja” son otro botón de muestra que se suma a otros, de tiempos recientes y tampoco divulgados en la prensa nacional. Pocos años atrás un maestro emergente mató a un estudiante de secundaria al lanzarle contra la cabeza una silla de hierro. Más recientemente se han producido otros delitos violentos como el asesinato totalmente injustificado de un joven músico roquero en la provincia de Camagüey, o la violación y asesinato de una joven inocente en la provincia de Cienfuegos, para no mencionar todos los casos de violencia doméstica que quedan guardados y sin procesar en los archivos de la Policía Nacional Revolucionaria, y otros que alcanzan relevancia solo a nivel local, en las remotas comunidades donde se producen.

Pero, más allá de la renuencia oficial a reconocer los hechos, es obvio que hace muchos años terminó la etapa rosa de la “revolución”, aquella que vivíamos décadas atrás, en lo que fue la edad de la inocencia, cuando andábamos de día o de noche por nuestras ciudades y caminos rurales y nos sentíamos confiados y seguros, cuando creíamos en el porvenir. Hoy el sentimiento que domina es el desencanto. Y nada es más peligroso y potencialmente violento que una sociedad que, de tanto perder, ha acabado perdiendo la fe en el porvenir.




Llover sobre sequía

Se habla de evitar las fugas de agua, pero los artículos de plomería están muy caros (foto de la autora)
Se habla de evitar las fugas de agua, pero los artículos de plomería están muy caros (foto de la autora)

LA HABANA, Cuba – Como otros años, la prensa oficialista no hace más que cacarear sobre la intensa sequía que azota al país. Inés María Chapman Waught, miembro del Comité Central del Partido y presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) calificó de “difícil” y “complicada” la situación que confronta el país a causa de la sequía.

La presidenta del INRH señaló como territorios más afectados a Granma, Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, La Habana y Pinar del Río. Como en otros años, repitió la misma seguidilla: “Hay que distribuir mejor el agua”, “rehabilitar las redes hidráulicas”, “suprimir los salideros de instituciones y viviendas” así como “promover una cultura del ahorro”. (Periódico Granma, 6 de agosto de 2015)

Cuando en el año 2011 la grave situación del abasto de agua en La Habana –catalogada por las autoridades como la más crítica del último medio siglo– afectó a 1 085 000 personas, el ingeniero Jorge Calaf, vice delegado provincial de Desarrollo e Inversiones del INRH, anunció un programa de inversiones con un presupuesto millonario para mejorar el suministro en la capital.

Afirmaba el funcionario (Granma, 12 de abril de 2011) que el programa incluía 14 obras, además priorizaba la rehabilitación de la infraestructura hidráulica, así como la construcción de conductoras para llevar las reservas de agua hacia los lugares más críticos y crear condiciones para enfrentar los períodos de sequía.

Después de leer las declaraciones de la presidenta del INRH, donde señala a La Habana dentro de las provincias afectadas, cabe preguntarse adónde fueron a parar los millones destinados para aquella inversión. Es inconcebible escuchar la pasmosa tranquilidad con que estos dirigentes hablan de eliminar los salideros en el sector residencial. Pero no buscan soluciones a sus causas fundamentales, entre ellas la escasez, la mala calidad y los altos precios de los herrajes sanitarios, que obligan a muchas familias a escoger entre tratar de eliminar los salideros o comer.

Si bien es cierto que el Ministerio del Comercio Interior (MINCIN) rebajó los precios a varios artículos de plomería, estos aún no están a la altura del bolsillo. Además, en la propaganda se reconoce que no ha mejorado su calidad, y aún es casi imposible encontrarlos en los Mercados Artesanales Industriales (MAI) o en las tiendas de materiales de construcción.

Sin embargo, los cuentapropistas tienen casi todos estos artículos, aunque no contemplan las nuevas rebajas ni poseen mejor calidad. Por otra parte, los plomeros recomiendan comprarlos en divisas, aunque reconocen que la diferencia de calidad es poca. Por eso son pocas las casas que no tienen roturas en las redes hidráulicas, como también pocos quienes optan por no arreglarlas porque a la larga los gastos demuestran ser inútiles.

Así opina María, una vecina que hace poco se decidió a eliminar un viejo salidero que ya pasaba de goteo. Refiere que le compró la llave a un cuentapropista. Le costó 190 pesos –alrededor de ocho dólares–; tan cara que no dudó de su calidad. Pero a los pocos días de instalada, la mariposa, que era de calamina, se partió. Una semana después tuvo que llamar al plomero para cambiar la zapatilla. Y antes de un mes, la llave se fue de rosca y ya no cerró más.

El oficialismo soslaya reiteradamente el problema de los salideros que sí afectan de lleno la calidad del servicio. En barrios como Lawton basta con asomarse a la acera para saber si es “día de agua” –como se les llama a las tres o cuatro horas de cada 48 que dura el suministro–, pues en cada calle aparecen ríos acusadores que lo demuestran.

Como parte del proceso de implementación de los “Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución” referentes al sector, se creó un “Programa de Política Nacional de Agua” (sic), pues el panorama de los recursos hidrológicos en el país es desolador. Las obsoletas redes están destruidas, además de contaminadas con las aguas negras por la destrucción también del alcantarillado.

Y lo peor, que para llevar a cabo un programa de rehabilitación son necesarias grandes inversiones, y en ese sentido el gobierno cubano tiene dudosa capacidad, y ninguna intención.




Mariel, desorden y robo: tres sinónimos

puente ferroviario sobre río Bongo. El de hierro en la parte inferior es el de la antigua carretera a Cabañas.
Puente ferroviario sobre río Bongo. Debajo, el de la antigua carretera a Cabañas (Foto del autor).

ARTEMISA, Cuba – El desorden en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) ha sido reconocido recientemente por el semanario oficial El Artemiseño. Al referirse a los resultados de los análisis entre trabajadores y directivos de la Empresa de Construcción y Montaje Mariel (ECMM), encargada de las obras, la publicación se ha hecho eco del plan de las autoridades para frenar las indisciplinas y deficiencias que afectan el susodicho “megaproyecto”.

La periodista María Caridad Guindo, en la edición del semanario del 20 al 3 de agosto, escribió bajo el título “Disciplina para impulsar una obra decisiva” que, con los análisis realizados en julio y agosto se pretende “eliminar deficiencias y conductas negativas existentes como la indisciplina, el desvío de recursos, el robo, el insuficiente control, la apatía, entre otros males”.

Desde el inicio de las obras de la ZEDM, trabajadores de la misma –siempre bajo anonimato por temor a ser expulsados de sus empleos– han dado a conocer a este reportero sobre deficiencias técnicas y robos, así como vertimientos al mar y a los bordes de caminos del concreto traído por los camiones con tolvas giratorias –lo que en la jerga constructiva se denomina “trompos” o “concreteras”–, y también acerca de enterramientos de cabillas, planchas para cubiertas y otros materiales de construcción en buen estado, entre otras irregularidades.

Ninguno de los trabajadores ni directivos consultados precisa las causas de los enterramientos, ni del envío a vertederos de materiales en buen estado, aunque algunos especulan que es para que no los vean los inversionistas extranjeros o para que no los puedan utilizar los trabajadores cubanos.

Todos los “debates” entre “trabajadores y directivos” a los que hace referencia la prensa permitida comienzan con un “documento introductorio” donde se dice que las indisciplinas empañan “la ética y la moral de los obreros del sector frente a inversionistas y clientes nacionales y extranjeros, provocando daños económicos al país y al propio colectivo laboral”. Pero no se menciona una palabra de las quejas de estos trabajadores sobre las malas condiciones de trabajo y la remuneración que, si bien es mayor en otros trabajos estatales, aún consideran insuficiente.

La reunión inicial del catalogado como “proceso político” con que se pretende favorecer el aprovechamiento de la jornada laboral, elevar el rendimiento y la productividad y eliminar todo lo que perjudique el desenvolvimiento de la ZEDM, se realizó a finales de julio con administrativos y dirigentes sindicales de la Empresa de Construcción y Montaje Mariel y sus unidades subordinadas, y continuarán con trabajadores de las unidades de base en agosto, asegura El Artemiseño.

Por su parte las deficiencias de algunas obras concluidas se vuelven más que evidentes, por ejemplo, en la carretera de acceso que une la ruta de La Habana a Pinar del Río conocida como “la seis vías” con la ZEDM. Hace más de un mes que la cerraron al tránsito para rehacer las juntas de algunos puentes de esta vía, a pesar de que solo tiene algo más de un año de inaugurada.

Otro ejemplo es el del puente ferroviario sobre el río Bongo y la carretera a Cabañas, bajo el cual el auto de un vecino de Cabañas sufrió una abolladura. Mientras pasaba con su vehículo, una piedra desprendida al paso del tren le cayó justo encima. Aquél no fue un hecho casual, pues en ocasiones se ven piedras regadas en la carretera después de pasar los trenes, por lo que los conductores de vehículos evitan coincidir durante su paso bajo el puente con los trenes que circulan sobre él.

Por lo pronto, en la primera reunión destinada a “frenar” las irregularidades que están haciendo de este un proyecto extremadamente largo y engorroso, estuvieron presentes el ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña y el secretario de la oficialista –y única permitida– Central Trabajadores de Cuba, Ulises Guilarte de Nacimiento. Su presencia ha desatado el rumor de que la situación podría ser verdaderamente grave.




¡La prensa cubana se ha quejado!

castro upceLA HABANA, Cuba. – Si vas a negar con la cabeza, comprueba antes que aún la llevas sobre los hombros. La frase la escribió Truman Capote hace un montón de años, pero viene que ni pintada para extenderle un consejo a los periodistas de la televisión cubana, cuya ¿representación?, la Unión de Periodistas de Cuba UPEC, ha publicado en su sitio web un ensarte de quejas y demandas que responden, dice, al interés por mejorar la eficiencia de la prensa oficial, tan amanuense, la pobre, y tan adocenada.

El panfleto en cuestión no requeriría comentarios, en tanto esencialmente no es más que una copia al carbón de tantos otros panfletos publicados a lo largo de tantos años. Pero muestra un sesgo gracioso, dado en el amago por reconocer lo que sabe aquí hasta el gato, o sea que los enfoques de la prensa oficial son todos triunfalistas y manipuladores y mediocres, siempre poniendo el parche de que ello ocurre debido a que los periodistas no están siendo respaldados “por quienes dirigen para evitar que los problemas continúen y no perder credibilidad”.

Por supuesto que “quienes dirigen” no son para la UPEC quienes en verdad dirigen, sino los responsables de “las insuficiencias en algunos sectores de la sociedad”.

Una linda joya para cualquier antología de la necedad (aunque también del descaro) está contenida en el párrafo donde el panfleto asegura: “En Cuba, tanto los ministerios como la prensa, respondemos a un mismo proyecto revolucionario y tenemos el beneficio de que nuestros organismos no se subordinan a intereses de grandes corporaciones, sino a los del pueblo”. A ver si alguien me encabuya ese trompo: ¿cómo es posible que en un mismo texto usted reconozca sin quedar como un imbécil que no puede informar al pueblo por “la dificultad en el acceso a las fuentes o la censura ejercida en los medios”, no obstante, afirma que las fuentes que deben aportar la información y quienes deben publicarla están ambos subordinados a los intereses del pueblo?

La verdad simple y chata ya la conocemos, y es que en Cuba no existen dirigentes autónomos sino un monopolio dictatorial que controla hasta lo que respiran todos, del primero al último (por no hablar de la ciudadanía), así que esas grandes corporaciones que la UPEC finge repeler actúan en buena ley y con un poder absoluto, como sólo pueden tenerlo los generales y el partido comunista.

Otra joya, pero ya no ya sólo de la necedad sino también de la vergüenza ajena, discurre en el susodicho panfleto de la UPEC cuando asegura: “Es fundamental que los dirigentes tengan conversaciones con la prensa. Y si no se da una conferencia de prensa, por ejemplo, el periodista tiene que tener la capacidad de llegar a un ministerio, tocar la puerta y publicar cuando un funcionario no quiera conceder entrevistas”. Si alguien necesitaba a estas alturas una prueba de que a la prensa oficial le dictan cada letra de lo que escribe, y que para colmo ya le niegan hasta el dictado, pues aquí está, en blanco y negro.

Esta mala maña de pedir permiso hasta para pedir permiso es como una suerte de adicción congénita, un lunar que marca desde el nacimiento a cada escribidor de la prensa oficial. Y mucho me temo que aun cuando llegara aquí la democracia (si es que llega algún día, por más que no la veamos en el horizonte) se sentirán tan extraviados, confundidos y desamparados como aquel Charlot vagabundo y presidiario que no se concebía a sí mismo sino tras las rejas.

Y no es que la democracia por sí sola sea una vara mágica para disolver censuras y otras calamidades tan inherentes al oficio periodístico, donde quiera que se ejerza. Es que sin democracia resulta una tontería (o un premeditado fraude) proponerse ser “profundos, esclarecedores y convincentes” a la hora de informar.

Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en las siguientes direcciones: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0 y www.plazacontemporaneos.com Su blog en: http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/




Periodismo oficial: ¿y ahora qué?

mesa redonda
LA HABA Programa Mesa Redonda (fotos archivo)

LA HABANA, Cuba. — Las indicaciones a la prensa oficial han venido, como siempre, desde arriba: se tratará de cubrir y retransmitir, hasta provocar un coma diabético a la audiencia, la llegada al país de los agentes del Ministerio del Interior; y de minimizar tanto como sea posible la normalización de las relaciones Cuba-EE.UU. Lo primero viene siendo el reconocimiento tácito de que la “batalla de ideas” ha concluido. En cambio, la segunda noticia constituye una inestable bomba de tiempo.

Mientras se siguen sumando las horas de transmisión, esta política informativa claros favoritismos se torna más evidente. Pero hasta los medios controlados por el Estado sorprenden cuando un comentarista no puede ocultar su alegría por lo que, en su opinión, es “un sueño” hecho realidad. Tal fue el caso de José Pertierra este jueves en la noche frente a la entrevistadora Arleen González Derivet, conductora ocasional del programa Mesa Redonda, y uno de los rostros del periodismo más fiel al régimen.

Lo que en principio tal vez debió transcurrir como una entrevista de guión ensayado –a fin de cuentas la Mesa Redonda se ha caracterizado por su perfecta cuadratura–, se convirtió en un tormento para la periodista. Pertierra repetía “se acabó el bloqueo” mientras su interlocutora trataba de restarle importancia al asunto. Rodríguez Derivet, no sin cierta molestia, pedía “perdón” por no compartir la emoción de quien fuera abogado en el ya cerrado caso de “Los Cinco”. Pero el analista fue todavía más allá, y reconoció la “valentía política” del presidente Obama.

jmesa redonda. jose pertierra
Jose Pertierra

“No quiero quedarme sólo con su emoción”, insistía Arleen, que solicitó en su lugar una “reflexión” pero no consiguió finalmente lo que quería. “Yo creo que habrá un cambio histórico, no habrá marcha atrás. Yo creo que las hostilidades abiertas que han existido entre Cuba y Estados Unidos… ya eso pasó a la historia”, añadió el entrevistado ante la mirada nada complaciente de la vocera oficial.

Arleen, en un último intento, ya con pocas esperanzas de utilizar a su invitado para la propaganda, entonces preguntó sobre el caso de los agentes cubanos. “La liberación de los tres era algo más cercano, pero este golpe fuerte, de no tomar pasos pequeños (…), yo creo que eso nadie se lo esperaba”, concluyó entonces José Pertierra, quien echó por tierra –valga la cacofonía– las intenciones de restarle importancia a los hechos que verdaderamente la poseen, o de que sus palabras fueran burdamente manipuladas por la anfitriona.

Nadie tenga dudas de que lo trascendental que vive Cuba en estos momentos es la normalización de las relaciones con EE.UU. A pocos les importa realmente un reencuentro familiar que nada influirá en la vida de la nación, salvo para ocupar espacios televisivos con reportajes empalagosos. No, mucha gente sabe bien que el futuro está determinado por lo que pueda suceder a partir de ahora, con los discursos de Obama y Raúl Castro publicados en Granma de forma íntegra.

Haciendo gala de su costumbre, los medios permitidos rehúyen la opinión pública todo lo que pueden para cocinarse en su propio caldo ideológico, aunque esta vez les cuesta más trabajo que nunca escapar a la marea. Arleen Rodríguez perdió el control de su feudo por unos minutos. Ha sido el primer desliz de un periodismo que deberá reelaborar todos sus manuales a pasos acelerados.




Papelitos se los lleva el viento

LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Durante varias semanas he venido monitoreando la sección “Papelitos hablan” que cada jueves en la tarde ocupa un espacio en la revista informativa Hola Habana del Canal Habana de la televisión nacional (completamente estatal), lo cual me ha permitido comprobar una vez más, no sin pesar, que la hipocresía y la demagogia se han instalado sin remedio como patrones de conducta en esta sociedad enferma de hegemonismo y mentira institucionalizada.

En la mencionada sección el periodista José Alejandro Rodríguez se rasga las vestiduras con pose de indignado mientras da cuenta de las misivas que le envían los desesperados ciudadanos que son víctimas de todo género de injusticias y atropellos por la indolencia, desatención o inoperancia de las instituciones o entidades estatales encargadas de atender sus problemas e inquietudes.

Supongo que solo una ínfima parte de los ciudadanos y las familias en estado de desesperación e impotencia por no encontrar solución o, al menos adecuada atención a sus problemas, acuden al mencionado periodista como último recurso para intentar escapar a sus cotidianos sufrimientos. Cada jueves el compañero Rodríguez nos puede dar cuenta de un ciudadano a quien le han escamoteado arbitraria y vandálicamente su suscripción a un diario de circulación nacional y a quien no conceden explicación ni posibilidad alguna de reclamación, junto al caso de varias familias que viven con niños gravemente enfermos en muy deplorables condiciones habitacionales y reciben como única respuesta a sus reclamos la información de que en la ciudad no existe fondo de viviendas para atender casos tan críticos.

El periodista profundamente conmovido nos da cuenta de la anciana de ochenta y seis años quien, según sus propias palabras dedicó toda su vida a trabajar por la revolución y ahora, en delicado estado de salud, no encuentra a nadie capaz de viabilizar los trámites burocráticos destinados a activar el mecanismo del subsidio financiero para reparar su humilde y deteriorada vivienda. Así serían infinitos los ejemplos de desamparos, desmanes, inexplicables desastres administrativos e injusticias que desfilan ante nuestra presencia en los pocos minutos que dura la sección.

En cada emisión el compañero Rodríguez hace catarsis y nos regala un conmovedor sermón contra la indolencia y la falta de sensibilidad que aumentan las penurias y traumas de los ciudadanos que sufren desventaja o desamparo, pero no se atreve a mencionar al verdadero culpable o responsable de la atrofia estructural y administrativa que resulta muy efectivo en el discurso demagógico-paternalista y totalmente ineficaz para brindar soluciones idóneas a los graves problemas sociales que agobian a un segmento considerable de la población.

Esta práctica es bien socorrida entre algunos profesionales de la información en Cuba; adoptan poses críticas para describir los problemas que todos conocemos, sin embargo nunca atienden ni buscan las causas estructurales ni súper estructurales que impongan su cuota de responsabilidad a un estado que controla hasta los más ínfimos resquicios de la sociedad. Para estos quijotes mediáticos de la crítica hueca, el gobierno tiene todo el poder y control, pero las culpas de la disfunción social, que sufren sobre todo los ciudadanos más humildes, se diluyen en el viento como frágiles pompas de jabón.

El compañero Rodríguez debe señalar al estado cubano, enfermizamente centralizado, como el responsable de las altas cotas de desamparo, pobreza visible, indigencia creciente y enormes desigualdades sociales. Tantas organizaciones políticas y de masas bien entrenadas como canal de la impuesta fidelidad política, pero que nada pueden hacer para atender las necesidades y urgencias de los ciudadanos.

No se pregunta el conmovido periodista cómo un gobierno puede estar al tanto de las necesidades médicas del último damnificado haitiano o pakistaní, o preparar en dos días un contingente médico para asistir a las víctimas de un huracán en el país más rico del mundo, y no cuenta con el simple mecanismo que atienda y asista nuestros casos sociales de alta sensibilidad.

¿Cómo es posible que un gobierno que ha logrado sostener varias guerras irregulares y de posiciones en distintos escenarios del planeta y ha atendido las urgencias de los discapacitados en los más recónditos rincones del continente pueda abandonar a su mala suerte a tantos desamparados y necesitados en su propio país?

El derrumbe del modelo de estatismo paternalista, que ha disparado el costo de la vida y caotizado el poder adquisitivo, ha dejado a muchos ciudadanos en un estado de pobreza y desamparo todavía no reconocido oficialmente, incluso todavía alcanzamos a escuchar la cínica afirmación de que “el estado revolucionario no deja a nadie desamparado”, pero no se han activado mecanismos administrativos y sociales para asistir digna y eficientemente a ese segmento creciente de la población, que no puede afrontar los rigores de la realidad socioeconómica actual.

Ahora mismo son sobre todo personas de la tercera edad, familias numerosas de muy bajos ingresos o con algún miembro discapacitado, los que enfrentan la mayor cuota de desventaja y desamparo ante el desinterés e inoperancia de las autoridades y la plañidera conmoción del compañero periodista.

Este periodista, sus colegas y todos los cubanos nos damos perfecta cuenta que, más allá de los discursos populistas, a las autoridades cubanas poco les importan las penurias y traumas de sus ciudadanos. No hay ningún opositor que no esté debidamente vigilado y “atendido” por las fuerzas represivas y los engrasados mecanismos de control y delación, estructuras que por cierto consumen bastantes recursos de esta colapsada economía.

Un solo ejemplo da cuenta clara de la indolencia criminal que estos periodistas no tienen la honestidad de reconocer abiertamente: hace algún tiempo conocí del caso de una mujer gravemente enferma de diabetes, hipertensión y ciclemia, que expulsada arbitrariamente de su casa materna por sus familiares vive de favor en los servicios sanitarios de un mercado agropecuario de la capital. Las autoridades encargadas de la vivienda reconocen sus derechos pero no hacen nada para que los ejerza, no dan solución alguna a su problema y la pobre mujer solo cuenta con atención y medicamentos cuando está hospitalizada.

A pesar de todo, esto la sufrida protagonista de nuestra historia fue incluida en la lista de los indigentes que fueron forzosamente recogidos de las calles cuando se produjo la pasada visita papal. Solo la airada oposición de los vecinos y trabajadores por cuenta propia del lugar impidieron que esta señora fuera arrastrada y escondida, como un traste que afea el ornato público.

Estos periodistas que con su demagogia contribuyen a la cotidiana burla que sufre nuestro pueblo deben tener el valor de reconocer que la desidia y la indolencia que tanto los conmueve tienen nombres, apellidos y poder político, si no poseen el valor de llamar a las cosas por su nombre y a los culpables por sus apellidos bien harían en incorporarse al coro de apologetas que canta cotidianas loas a la mentira tantas veces repetida, o en su defecto tener el decoro de callar por pudor.

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Una golondrina no hace verano

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -En la página final del órgano de prensa oficial del partido único correspondiente al miércoles 5 de diciembre, aparece un reportaje de Freddy Pérez Cabrera cuyo subtitular vale la pena reproducir: “Si en todas las unidades productoras se trabajara como en la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Desembarco del Granma, Villa Clara sería hoy una provincia cumplidora con su plan de producción de leche”.

Confieso que, al leer esa sentenciosa perogrullada del colega castrista, lo primero que vino a mi mente fue el comentario, rebosante de sarcasmo, que estuvo en boga durante mis ya lejanos años de juventud, y que se solía utilizar ante planteamientos de ese tipo: “Si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta, porque se llama Catalina…”.

En una cuerda más seria, debo decir que el gran problema del reportaje de Pérez Cabrera es el de la generalidad de los trabajos laudatorios que pululan en la prensa oficialista cubana: se toma un ejemplo puntual, en el que inciden de modo determinante características locales específicas o el trabajo excepcional de un administrador y un colectivo, y se aspira a darles validez general y extrapolarlas a todas las situaciones análogas.

Salvando las distancias, es lo mismo que sucedió con la intervención del Máximo Líder en el mismo campo de la ganadería y la genética vacuna, allá por los años setenta. El conductor de todo se consideró con el derecho y el deber de enmendarle la plana a un especialista inglés que simpatizaba con el régimen, y afirmó por televisión que los datos sobre la producción de leche por vaca publicados por el británico eran falsos.

Según el Comandante en Jefe, el rendimiento sería muy superior al que auguraba el científico anglosajón. Para apoyar su aserto, el mandamás se apoyó en cifras que le brindaron algunos subordinados directos suyos. Como sé los puntos que calzan los apapipios, sospecho que eran las que él deseaba oír. Era la época en que el entonces dictador, entusiasmado por Ubre Blanca y otras mutantes, anunciaba convencido: “La leche va a venir por tuberías”. Los hechos demostraron que incluso el súbdito de la reina Isabel había sido demasiado optimista.

Volviendo a Don Freddy y su reportaje, hay que decir que en él se exaltan los logros laborales de Israel Aguilar Pérez, quien ha dirigido la mencionada cooperativa por casi veinte años. En el trabajo no faltan —sin embargo— ciertas notas críticas, como las referencias que hace el entrevistado al “desorden que padecieron otras UBPC” y a que han estado trabajando “con las alas cortadas”. No en balde la crónica se intitula “Desatar los nudos que amarran a las UBPC”.

El jefe agrario expresa en tono de censura: “Fueron apareciendo chinchales por doquier” y cita, como causa de ello, que “en la mayor parte de las UBPC se distribuyó la tierra de forma individual”. Resulta curioso que ni Israel ni el periodista se interesen por el rendimiento de esos pequeños predios. El tema importa, porque existe el antecedente de la antigua Unión Soviética, donde las parcelitas asignadas a los koljosianos, en conjunto, producían más que todos los inmensos campos colectivos.

El trabajo de Pérez Cabrera proyecta la imagen del papel fundamental que puede desempeñar un buen administrador. Es la misma idea que, tras medio siglo de fracasos, repiten, con elocuencia de discos rayados, los dirigentes políticos, en especial Machado Ventura, quien, a pesar de sus años, es el que se muestra más activo: “Debemos ser exigentes; hay que controlar más; el partido tiene que orientarlo todo; sigamos las enseñanzas de los compañeros Fidel y Raúl”.

Lo que no acaban de meterse en la cabeza es que si la economía de un país funciona, no es porque haya un administrador excepcional —un Israel Aguilar, digamos— que, guiado por sus convicciones políticas o por su sentido de la ética laboral, y pese a “la pérdida del estímulo por la producción”, pueda organizar el logro de resultados notables.

Lo que no interiorizan es la idea elemental enunciada hace siglos por Adam Smith: que si un actor cualquiera de la economía satisface las necesidades de sus conciudadanos, no es por bondad ni por altruismo, sino porque su labor le permite ganar dinero con el que satisfacer sus necesidades propias y las de su familia.




Cuba y los derechos del niño, otra historia mal contada

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Durante los últimos días, la televisión nacional desarrolló una intensa campaña a propósito del aniversario de la Convención de los derechos del niño, de la que el Estado cubano es signatario. La propaganda oficialista presenta al país como un modelo ejemplar en el respeto y la protección de los derechos y el bienestar de los niños.

La manipulación interesada que los medios estatales ofrecen en este delicado tema, como en tantos otros, tergiversa la realidad cubana y, sobre todo, omite y distorsiona la atención que dedican a la situación de Cuba las agencias de la ONU.

Cuando los medios informativos nacionales hacen referencia al análisis que sobre Cuba realizan los comités especializados de las Naciones Unidas, sólo reseñan las satisfacciones protocolarias que expresan los relatores, respecto a los informes presentados por el gobierno y por las estructuras oficiales supuestamente destinadas a garantizar los derechos de los ciudadanos. Sin embargo, las autoridades cubanas y sus voceros no dicen una sola palabra sobre los muchos señalamientos y recomendaciones encaminados a promover la conexión de la Isla con los valores y principios universalmente reconocidos en materia de derechos e igualdad.

Hace varios meses, un colega la emprendió contra el relator especial de la ONU sobre la libertad de reunión y manifestación pacífica, después de tomar en cuenta solo lo informado por el diario oficial Granma, que, como era de esperar, había omitido las críticas emitidas por el órgano.

Igual de omisa y mutilada fue la información brindada por los medios oficialistas sobre la sesión del Comité de la ONU para la eliminación de la Discriminación Racial CERD, celebrada en la primavera de 2011, y donde el gobierno cubano fue ejemplarmente reprendido por las enormes lagunas y retrasos que acumula en este tema de alta sensibilidad global.

Sin embargo, de lo acontecido en el 57º período de sesiones del Comité de los Derechos del Niño, que tuvo lugar entre el 30 de mayo y el 17 de junio de 2011, los cubanos no recibimos información alguna. En las observaciones finales sobre Cuba, se encuentra un rosario de señalamientos y recomendaciones que demuestran las enormes carencias de arrastramos en materia de garantías a los derechos de los niños, a pesar de que el gobierno se presenta como paladín de la observancia y garantía de los mismos.

Sin pretender reflejar en tan corto espacio las catorce cuartillas de inquietudes, señalamientos y recomendaciones, podemos recordar que el documento se inicia reconociendo algunas medidas y adecuaciones legales implementadas por el gobierno, e incluso señala al embargo norteamericano como un elemento que afecta el disfrute de los derechos de los niños.

Acto seguido, comienza a señalar el enorme retraso que padece la legislación vigente al respecto, léase Código de la Familia, de1975; el Código de la Niñez y la Juventud, de1978; y el Decreto-Ley Nº 76, “De la adopción, los hogares de menores y las familias sustitutas”, de 1984, con relación a lo reflejado en la Convención de los derechos del niño, y vuelve a recomendar la revisión y adecuación de esta legislación.

El documento reconoce a las estructuras gubernamentales encargadas de atender el tema, y señala con certeza que aquello que el gobierno presenta como instituciones de la sociedad civil, están muy estrechamente vinculadas y dependientes del Estado. Recomienda el establecimiento de mecanismos e instituciones verdaderamente independientes, destinados a promover y supervisar el respeto y las garantías a los derechos de los niños. Y aconseja también a las autoridades cubanas realizar mayores y más eficientes esfuerzos en la difusión, promoción y concientización social de los derechos del niño.

El Comité de la ONU vuelve a reiterar la solicitud de hacer las adecuaciones legislativas pertinentes para establecer los 18 años como el patrón legal de mayoría de edad, en consonancia con lo establecido en la Convención.

En sus recomendaciones, refleja igualmente una profunda preocupación por los retrasos socioeconómicos como un elemento que dificulta en gran medida el disfrute pleno de los derechos del niño. Critica los presupuestos constitucionales, que limitan la libertad de expresión y reunión de los ciudadanos, y los niños en particular, y reitera su preocupación porque no exista en Cuba una impugnación legal explicita al maltrato físico sobre los menores de edad.

En el documento, el Comité expresa su preocupación ante la situación social, la calidad de vida y la atención penal a los menores, y recomienda la ratificación  o adhesión del Estado cubano a  varios importantes instrumentos jurídicos internacionales que promueven y protegen los derechos humanos, así como su disposición para difundir el contenido de los documentos dimanados del análisis del caso especifico del país.

Es de notar que a pesar de la claridad y profesionalismo mostrado por los miembros del Comité, estos no imaginan el nivel de desamparo nutricional y de inadecuada atención médica que padecen los niños cubanos en muchos centros hospitalarios que se encuentran en muy deplorable estado de mantenimiento y abastecimiento.

El férreo adoctrinamiento, la presión y el chantaje ideológicos que sufren nuestros niños, desde su entrada al sistema educacional, totalmente estatal, constituye uno de los mayores crímenes contra el normal desarrollo de los menores.

No imaginan los miembros del Comité el nivel de indefensión económica que sufren las madres solteras sin protección del Estado, así como muchos niños discapacitados, privados del beneficio de la asignación monetaria a la categoría de “madres cuidadoras”, amén de haber sido excluidos en número muy considerable de los beneficios materiales que sí han recibido (a instancias del gobierno cubano) discapacitados de varios países del continente.

Tendrían que conocer los miembros del Comité las difíciles condiciones de vida que sufren miles de niños que mal viven en asentamientos marginales e insalubres, a lo largo de todo el país, muchos de los cuales están incluso privados de estatus legal, a los efectos de la venta racionada de alimentos básicos. Tal vez personas que incluso respaldan al régimen cubano, desconocen que son muchos los niños cubanos que carecen de cartillas de racionamiento.

Nuestra sociedad sangra por la herida del alto índice de prostitución infantil y juvenil femenina y masculina que ensombrece nuestras calles.

El gobierno cubano seguirá presumiendo de lo que tanto carece, y ocultando el resultado y los detalles del escrutinio a que está sometido, mientras los expertos de la ONU tendrían que recorrer la Cuba real y profunda para aquilatar en su justa dimensión la tragedia que se esconde tras su vitrina populista, que se derrumba irremediablemente.

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Damnificados y desamparo

LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -Pasan las semanas mientras la dramática situación de los damnificados por el paso del ciclón Sandy en Oriente parece congelarse en el tiempo. En medio de las medidas pobres y lentas adoptadas por el gobierno castrista para paliar su triste destino, esa problemática abandona poco a poco los primeros planos informativos. El diario oficial Granma del 21 de noviembre, por ejemplo, no dice una sola palabra al respecto.

Distintos colegas del periodismo independiente cubano iluminan con sus noticias, reportajes y artículos, facetas diversas del sombrío panorama en el que han quedado sumidas la segunda ciudad del país y otras poblaciones y zonas rurales, en especial en las provincias de Santiago de Cuba y Holguín, y algo menos en Guantánamo.

Se menciona la persistente ausencia de alimentos y agua. Según se reporta, esta última carencia afecta de manera grave incluso a los pacientes de centros asistenciales, como el Hospital Doctor Ambrosio Grillo Portuondo, donde se vive una situación dantesca porque el vital líquido falta no sólo para bañarse, limpiar las salas y evacuar las deyecciones —¡hasta de los aquejados de cólera!—, sino incluso para tomar.

El colega Rafael Martínez Sixto habla del “abandono a que están sometidos los residente de la zona” afectada, de “la inoperancia del gobierno cubano en su asistencia a las víctimas” y de un hecho escandaloso: para paliar el hambre de los damnificados, el régimen ha ofertado “productos ya vencidos, como carne enlatada”.

Por su parte, Odelín Alfonso, en Cubanet, califica de “ciudad sitiada” a la atormentada Santiago, recuerda la turbia situación en la localidad costera de Mar Verde y en la prisión allí enclavada, y menciona la elevación de los precios —de por sí altos— del pan y otros artículos de primera necesidad, así como los insistentes rumores (pues noticias oficiales no hay) sobre un aumento notable en los asaltos y otros delitos de codicia.

A esas noticias alternativas —que por necesidad son parciales, debido a la persecución que mantiene el régimen sobre los comunicadores independientes—, se une la cobertura de los medios masivos sometidos al gobierno, que pese a contar con todas las posibilidades para brindar una información completa, optan por dar una de carácter sesgado y fragmentario.

Un ejemplo: aunque se enumeró la decena larga de muertes debidas al huracán, hasta hoy no han sido esclarecidas las causas de ese desenlace en mucho de los casos; tampoco se ha hablado de la cantidad de heridos como consecuencia del meteoro. La omisión es obvia, pues ya se sabe que en cualquier situación de esta clase —igual que en una guerra—, el número de los lesionados suele exceder en varias veces el de los occisos.

El 14 de noviembre, Germán Veloz informó en Granma sobre la “satisfacción” de los damnificados “por la oportunidad que les ha dado el Estado al asumir el 50% de los gastos”. Es posible que los infelices campesinos —en este caso, de Cueto— ignoren que en otras latitudes (al igual que decenios atrás en Cuba) las ayudas cubren la totalidad del costo, ¿pero también desconocen esto la redacción del diario y su asalariado!

En el mismo reportaje, otro guajiro “dijo con satisfacción” que, “gracias a un dinerito que tenía guardado”, pudo comprar unas tejas de fibrocemento para techar su casa. Se aplica aquí el refrán: pan para hoy, hambre para mañana. La nueva cubierta durará hasta que pase otro ciclón o viento platanero. Pero además, ¿acaso no se sabe que todo el mundo civilizado rechaza ese material como muy cancerígeno!

En cuanto al socorro internacional, se ha informado de alguno proveniente sobre todo de Venezuela y otros países afines al gobierno de La Habana, así como de la ONU. Surgen las naturales dudas: ¿Han prohibido los castristas que los mayores donantes potenciales obtengan información in situ sobre los daños sufridos? Como el aparato estatal se ha dedicado a vender parte de la ayuda recibida y en él los desvíos y la corrupción están a la orden del día, ¿han vedado las autoridades el empleo de vías alternativas para canalizar ese auxilio?

El Granma, órgano del partido único, así como sus émulos, hablan de “notables avances” y de “cambios evidentes” en las zonas afectadas, aunque hay que reconocer que actúan con cierta cautela, y en sus coberturas se cuidan de no omitir la frase mágica: “aunque todavía falta mucho por hacer”. Es así como el régimen totalitario cumple su promesa de “no dejar a nadie desamparado”.




Escenografía y logros de los comunistas chinos

LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -Ha culminado el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh). Todo se desarrolló conforme a lo previsto, sin sorpresas. Según se había venido anunciando desde hace años, el mando supremo fue asumido por Xi Jinping como nuevo líder de la organización política, aunque todavía deberá esperar algunos meses para posesionarse también de la jefatura del Estado.

El Granma y la Televisión Cubana brindaron informaciones diarias sobre el desarrollo del cónclave supremo de los camaradas asiáticos. En las tomas en colores se apreciaba mejor la cuidadosa coreografía escenificada durante la semana que duró el evento. No hubo ni una sola vista colectiva de delegados en la que faltase la nota colorida dada por representantes de las minorías nacionales oprimidas, ataviados con sus trajes típicos.

Dejando a un lado las incidencias de la puesta en escena, es un hecho cierto que los comunistas chinos pueden ufanarse de logros reales y notables en el desarrollo económico del gigantesco país. Se diferencian en esto de sus compañeros de Cuba, que cuando todavía osan hablar de supuestos éxitos alcanzados, no convencen a nadie, pues los testarudos hechos les abren los ojos hasta a los poquitos fanáticos que aún quedan. Lo que mejor saben hacer es echarle el muerto al benévolo totí del “bloqueo yanqui”.

Los camaradas de ojos rasgados, tras superar las etapas tenebrosas del Gran Salto hacia adelante y la Revolución Cultural que vivieron bajo la férula del gran timonel Mao Dze-dong, pusieron los pies en la tierra, autorizaron a sus súbditos a prosperar en lo económico —algo que en Cuba está prohibido—, aceptaron la inversión de capitales extranjeros y propiciaron así un impetuoso desarrollo.

Por eso resultan creíbles las promesas que ahora hacen, de que el inmenso país duplicará su producto interno bruto y la renta per capita de la población para 2020, con respecto a 2010. También cabe esperar que se cumpla la consigna (redactada con la cuidadosa selección de vocablos que caracteriza a los comunistas) de “la construcción de una sociedad moderadamente acomodada” para fines del presente decenio.

Todo esto —desde luego— sin abandonar el rumbo del “socialismo con características chinas”, curioso eufemismo empleado para describir una sociedad que se desarrolla gracias al capitalismo puro y duro, pues está de regreso de las locas metas de colectivización por medio de gigantescas e improductivas comunas estatales, que condujeron a una espantosa hambruna en la que los muertos se contaron por millones.

En todo este ejercicio se destaca la falta de democracia propia de los regímenes marxistas-leninistas. El PCCh es, con mucho, el mayor partido del mundo —82 millones de miembros—, pero aun así representa un porcentaje pequeño de la población. Es lógico que así sea, si se tiene en cuenta que los mismos comunistas definen su organización como un “destacamento de vanguardia” de carácter selectivo.

No obstante, todo indica que los delegados al congreso pudieron al menos escoger por votación secreta, en un proceso competitivo, a los miembros del nuevo órgano de dirección permanente. Esto es —por supuesto— muchísimo más de lo que pueden decir sus correligionarios cubanos, que en su último evento de ese tipo padecieron la fórmula tramposa del “voto unido”, en el que son investidos todos los propuestos por una “comisión de candidatura” designada por los mismos que mandan.

Volviendo a China, el Granma del 15 de noviembre proclama que “toda la estructura del nuevo Comité Central es razonable”, así como que —supuestamente— “todos los miembros gozan de unas buenas cualidades éticas y políticas, un sobresaliente comportamiento en el trabajo y un amplio apoyo popular”. El periodiquito también informa que el Congreso “reemplazó a los líderes más veteranos por los más jóvenes”.

Pasando por alto los evidentes problemas de traducción (parece que los camaradas chinos desconocen —o no desean aplicar— la regla de que la lengua materna del intérprete sea la de llegada), el hecho innegable es que ha habido un remozamiento en las estructuras de poder del gigante asiático. En el flamante Comité Central, la mitad son “rostros nuevos”. Aunque con absoluto predominio masculino, pues el machismo sigue siendo rampante.

Una vez más, también en el tema del renuevo los miembros del PCCh han superado a sus congéneres antillanos, que han apostado por la eternización de la actual gerontocracia. En las informaciones se habla del arribo al poder de “una nueva generación”. Si tenemos en cuenta que la diferencia en las edades promedio es de unos diez años, la expresión parece exagerada, a menos —claro está— que los niños chinos sean increíblemente precoces…

De todos modos, hay que reconocer que en las estructuras de poder del gran país se producen cambios, que éste progresa y que la regla del no ejercicio del mando supremo por más de diez años se aplica. Esperemos que, en los tiempos venideros, ese pueblo milenario y laborioso alcance también la ansiada y necesaria democracia que complemente su marcha hacia el progreso.