NUEVA YORK.- El flujo de cubanos que quiere llegar a Estados Unidos no se ha detenido, desde que en diciembre de 2014 los gobiernos de La Habana y Washington firmaran varios acuerdos y se iniciara el llamado “deshielo” entre los dos países.
Para los desesperados cubanos, la nueva política no significó mejoras en sus vidas, sino por el contrario, mayor represión de las autoridades especialmente para los que laboran por cuenta propia y para los que piden respecto a los derechos humanos.
La población pensó que perdería los privilegios de la Ley de Ajuste Cubano y fue así como comenzó el nuevo éxodo de aquellos que querían llegar al país del Norte, antes de que se acabaran esos beneficios.
Nadie pareció recordar las advertencias recibidas por generaciones, desde que los hermanos Castro tomaran el poder, que Estados Ubidos era la tierra del Enemigo. Lo único que los emigrantes deseaban era huir y dejar atrás la llamada “Isla de la Felicidad”.
Es así como se inició uno de los éxodos más prolongados de la historia cubana (por el tiempo en que se está llevando a cabo). Las huidas comenzaron en diciembre de 2014 y no tienen para cuando finalizar, para la gran desesperación de los países que han sido invadidos por los cubanos, que desean cruzar sus territorios para alcanzar, a toda costa, los Estados Unidos.
El único gobierno que no se desespera es La Habana, que ve estas salidas como válvulas de escape a los problemas de alimentación y además de paso, crea caos a Washington con estas llegadas.
De nada valen las advertencias de peligro para quienes guían las frágiles embarcaciones en el mar en el Estrecho de Florida, que cambia y se torna aún mas peligroso especialmente durante el verano. Cientos se han perdido en medio del camino, en su intento por tocar la ansiada tierra. Los llamados “coyotes”, han hecho fortunas con los desesperados cubanos y muchos han sido abandonados en la selva dejados a su suerte.
Lo que ocurre es que no hay alicientes para los que huyen en la Patria que dejaron atrás y mientras no cambien las condiciones de vida en la Isla, la mayoría de los cubanos solo piensa en que el futuro no está adentro, sino fuera, en los Estados Unidos.
Muchas madres y esposas se resignan a esas peligrosas partidas e incluso algunas se unen a ese éxodo, porque el destino en Cuba nunca ha mostrado nada positivo.
Los padres han visto que el trabajo y devoción al gobierno nunca ha rendido frutos y por el contrario, cuando llega la hora de la jubilación, ésta es tan poca que no permite ni siquiera lo mínimo para la manutención de la familia.
Además, los cubanos tienen frente a sí el mundo de los privilegiados, desde la familia de los gobernantes, hasta los turistas que los visitan y miran como raros ejemplares en el mundo moderno.
Nada en Cuba los puede hacer sentirse orgullosos y es así como han perdido la cubanía de la cual sus abuelos se sentían orgullosos.
Hoy prevalece el “sálvese quien pueda” y es por eso que los más jóvenes e intrépidos se lanzan a la búsqueda de la Tierra Soñada, aunque esta huida muchas veces signifique la muerte y la repatriación para la mayoría.
Es una ruleta, que juegan a sabiendas que puede brindarles “el Todo o Nada”. Y mientras las condiciones no cambien en la Isla, los cubanos seguirán apostando en ese mortal juego.