NEW YORK. — Para mi Abuela, el Viernes Santo era sagrado. No se podía cortar, coser, pintar o jardinear . No, el Día estaba dedicado a rezar y meditar
Mi Abuela cocinaba el día anterior y dejaba todo listo para ir a la Iglesia, a seguir el Via Crucis. Quería que la acompañáramos y nos hacía colocar, a las mujeres, un velo de encajes sobre la cabeza, antes de entrar al templo.
Ella era profundamente religiosa y a toda la familia le pedía respeto en el Viernes Santo y los otros dias de Semana Santa.
Eran 7 días de verdadero retiro espiritual , donde habría sido herejía querer escuchar la radio o salir a pasear con las amigas.
“Cristo murió por nosotros –decía mi Abuela– y lo menos que podemos hacer es recogernos y pensar en su sacrificio”.
El Domigo de Resurrección era un dia de fiesta. Resucitaba Jesús, mi Abuela y toda la familia.
Ella entonces, preparaba sus mejores platos, con recetas de comida española, porque aunque era chilena habia nacido en Málaga y sabía cocinar fantástico.
Hoy, en medio de un mundo cruel y caótico, donde no hay respeto ni unidad familiar, se me estruja el corazón pensando en mi Abuela y añoro realmente aquellos tiempos llenos de consideración, cortesía, tolerancia, amor y unidad, que desgraciadamente, quedaron en el recuerdo.