Humor en Cuba: los que se fueron, los que ya no están

LA HABANA, Cuba. — Los actores humoristas cubanos se han distinguido siempre en su labor producto de nuestro carácter y forma de ser. Hoy, por desgracia, muchos de los grandes comediantes de la Isla ya han fallecido o emigrado.
Las nuevas generaciones no encuentran cabida en los medios de actuación. Su trabajo no es bien visto por las autoridades, debido a la aguda crítica que realizan en sus interpretaciones por la situación reinante en el país. Esto ha dado lugar a que muchos tomen el camino del exilio.
El Festival del Humor “Aquelarre”, promovido por el Centro Promotor del Humor, cada año tiene menos divulgación, y por tanto la población no acude a las funciones teatrales, lugar donde se presentaban los grupos más conocidos del país.
La historia del humorismo nacional se remonta a la colonia con el teatro bufo, cuyo origen está en la picaresca española. De esa etapa surgieron grandes actores como Sergio Acebal, Carlos Pous y el último de todos, Enrique Arredondo (Bernabé), por solo mencionar algunos.
En la República aparecieron figuras destacadas en este arte. El dúo de Leopoldo Fernández y Aníbal de Mar, conocidos por sus personajes “Tres Patines y el Señor Juez” o Pototo y Filomeno, son considerados los máximos representantes en esta lid. Sus programas radiales y televisivos todavía se escuchan y ven en varios países del mundo, además incursionaron en el cine.
Otra pareja famosa “Garrido y Piñeiro”, que caracterizaban al negrito y el gallego, gozaron también de gran aceptación popular. Tuvieron un espacio en la televisión durante varios años, con buenos rankings en las encuestas de teleaudiencia.
Hubo grandes estrellas, entre ellos Jesús Alvariño, con la gustada “Taberna de Pedro”. Este comediante decía dentro de sus chistes que su segundo apellido era Palangovich, en clara burla hacia los soviéticos.
Un representante estelar fue Luis Echegoyen, quien caracterizaba a personajes masculinos o femeninos con una gracia sin igual. Los más gustados eran Mamacusa Alambrito, Tino Dentino, Cuquita Sabrosura y Arbogasto Pomarrosa. Después de su salida del país vivió y actuó muchos años en Puerto Rico.
Cachucha y Ramón, con Manuela Bustamante e Idalberto Delgado, fue un programa de la televisión con buena acogida. Esta mujer se disfrazaba con un moñito en el centro de la cabeza como un niño pequeño, y emitía un hablar muy rápido e incomprensible. Hoy en día se dice de aquellas personas que se expresan en esta forma que hablan como Cachucha.
Alguien que dejó una impronta muy personal fue Guillermo Álvarez Guedes, el empresario y actor quien en la radio caracterizó al borracho, pero es más recordado como el cuentista que grabó más de 30 discos con su peculiar forma al decir ocurrencias muy “a lo cubano”.
Otros actores dramáticos y presentadores también incursionaron en el humor. Se recuerda un espacio de la televisión que se mantuvo por varios años; San Nicolás del Peladero, con Enrique Santiesteban, el alcalde, María de los Ángeles Santana, la alcaldesa y Germán Pinelli, como el periodista Éufrates del Valle, entre otros actores más.
El programa radial de mayor tiempo en el éter fue Alegrías de Sobremesa, transmitido por la emisora Radio Progreso. Aquí incursionaron variados actores con personajes recordados aun. Los principales fueron, Marta Jiménez Oropesa (Rita), Idalberto Delgado (Paco), Aurora Basnuevo (Estelvina), recientemente fallecida, y Mario Limonta, Sandalio el Volao pero la lista es mayor.
Un homenaje hecho por la televisión a esta transmisión radial incluía dibujos animados que representaron muy bien a sus actores, con gran aceptación popular, pero su difusión no ha sido regular.
En Cuba cada día son menos los programas transmitidos. Ahora queda solamente Vivir del Cuento con su personaje principal Pánfilo, interpretado por el actor Luis Silva, que contra todos los pronósticos, se mantiene a pesar de sus fuertes burlas al gobierno y la situación nacional.
Dos de las mejores actuaciones secundarias de este espacio “Facundo” (Andy Vázquez) y “Ruperto”, (Omar Franco) ya se encuentran en Miami.
Es necesario señalar cómo el humor tradicional anterior a la Revolución apelaba con gracia a situaciones no politizadas. El actual es lo contrario, lo cual considero como una falta de iniciativa en las actuaciones.
Nuestra idiosincrasia sí mantiene el humor callejero, aunque cada día se hace más amargo y falto de alegría. Este es otro rasgo que apunta a la pérdida de valores que son necesarios rescatar.
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