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Humor en Cuba: los que se fueron, los que ya no están

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LA HABANA, Cuba. — Los actores humoristas cubanos se han distinguido siempre en su labor producto de nuestro carácter y forma de ser. Hoy, por desgracia, muchos de los grandes comediantes de la Isla ya han fallecido o emigrado.

Las nuevas generaciones no encuentran cabida en los medios de actuación. Su trabajo no es bien visto por las autoridades, debido a la aguda crítica que realizan en sus interpretaciones por la situación reinante en el país. Esto ha dado lugar a que muchos tomen el camino del exilio.

El Festival del Humor “Aquelarre”, promovido por el Centro Promotor del Humor, cada año tiene menos divulgación, y por tanto la población no acude a las funciones teatrales, lugar donde se presentaban los grupos más conocidos del país.

La historia del humorismo nacional se remonta a la colonia con el teatro bufo, cuyo origen está en la picaresca española. De esa etapa surgieron grandes actores como Sergio Acebal, Carlos Pous y el último de todos, Enrique Arredondo (Bernabé), por solo mencionar algunos.

En la República aparecieron figuras destacadas en este arte. El dúo de Leopoldo Fernández y Aníbal de Mar, conocidos por sus personajes “Tres Patines y el Señor Juez” o Pototo y Filomeno, son considerados los máximos representantes en esta lid. Sus programas radiales y televisivos todavía se escuchan y ven en varios países del mundo, además incursionaron en el cine.

Otra pareja famosa “Garrido y Piñeiro”, que caracterizaban al negrito y el gallego, gozaron también de gran aceptación popular. Tuvieron un espacio en la televisión durante varios años, con buenos rankings en las encuestas de teleaudiencia.

Hubo grandes estrellas, entre ellos Jesús Alvariño, con la gustada “Taberna de Pedro”. Este comediante decía dentro de sus chistes que su segundo apellido era Palangovich, en clara burla hacia los soviéticos.

Un representante estelar fue Luis Echegoyen, quien caracterizaba a personajes masculinos o femeninos con una gracia sin igual. Los más gustados eran Mamacusa Alambrito, Tino Dentino, Cuquita Sabrosura y Arbogasto Pomarrosa. Después de su salida del país vivió y actuó muchos años en Puerto Rico.

Cachucha y Ramón, con Manuela Bustamante e Idalberto Delgado, fue un programa de la televisión con buena acogida. Esta mujer se disfrazaba con un moñito en el centro de la cabeza como un niño pequeño, y emitía un hablar muy rápido e incomprensible. Hoy en día se dice de aquellas personas que se expresan en esta forma que hablan como Cachucha.

Alguien que dejó una impronta muy personal fue Guillermo Álvarez Guedes, el empresario y actor quien en la radio caracterizó al borracho, pero es más recordado como el cuentista que grabó más de 30 discos con su peculiar forma al decir ocurrencias muy “a lo cubano”.

Otros actores dramáticos y presentadores también incursionaron en el humor. Se recuerda un espacio de la televisión que se mantuvo por varios años; San Nicolás del Peladero, con Enrique Santiesteban, el alcalde, María de los Ángeles Santana, la alcaldesa y Germán Pinelli, como el periodista Éufrates del Valle, entre otros actores más.

El programa radial de mayor tiempo en el éter fue Alegrías de Sobremesa, transmitido por la emisora Radio Progreso. Aquí incursionaron variados actores con personajes recordados aun. Los principales fueron, Marta Jiménez Oropesa (Rita), Idalberto Delgado (Paco), Aurora Basnuevo (Estelvina), recientemente fallecida, y Mario Limonta, Sandalio el Volao pero la lista es mayor.

Un homenaje hecho por la televisión a esta transmisión radial incluía dibujos animados que representaron muy bien a sus actores, con gran aceptación popular, pero su difusión no ha sido regular.

En Cuba cada día son menos los programas transmitidos. Ahora queda solamente Vivir del Cuento con su personaje principal Pánfilo, interpretado por el actor Luis Silva, que contra todos los pronósticos, se mantiene a pesar de sus fuertes burlas al gobierno y la situación nacional.

Dos de las mejores actuaciones secundarias de este espacio “Facundo” (Andy Vázquez) y “Ruperto”, (Omar Franco) ya se encuentran en Miami.

Es necesario señalar cómo el humor tradicional anterior a la Revolución apelaba con gracia a situaciones no politizadas. El actual es lo contrario, lo cual considero como una falta de iniciativa en las actuaciones.

Nuestra idiosincrasia sí mantiene el humor callejero, aunque cada día se hace más amargo y falto de alegría. Este es otro rasgo que apunta a la pérdida de valores que son necesarios rescatar.

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Joven comediante cubanoamericano llega a Saturday Night Live con un debut “épico”

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MIAMI, Estados Unidos. – El joven comediante cubanoamericano Marcello Hernández, exdirector creativo de “Only in Dade”, un popular sitio que resalta “lo bueno, lo malo y lo divertido” de Miami, debutó el pasado sábado en el famoso show estadounidense “Saturday Night Live” (SNL).

Hernández se unió a Colin Jost, miembro del elenco del programa, para ofrecer su opinión en tono humorístico sobre las diferencias entre los jugadores de béisbol latinos y los estadounidenses.

La aparición del joven cubanoamericano en SNL ocurre a punto de comenzar el campeonato de la Major League Baseball (MLB). 

“¡Gracias, Nueva York!”, comenzó su intervención el joven. Al momento, cuando Jost le preguntó si era aficionado al béisbol, respondió: “Bueno, mi madre es de Cuba y mi padre es de la República Dominicana… Así que, obviamente, están divorciados. Eso también significa que me encanta el béisbol”, dijo.

Enseguida siguió bromeando: “Ya sabes, los latinos dominan. No digo que seamos mejores por naturaleza. Solo digo que somos más divertidos de ver. Quiero decir, ¿a quién prefieres ver? ¿A Tanner de Kentucky? ¿O a un tipo al que llaman ‘Papi’, y nadie sabe por qué? Este tipo se volvió tan bueno en su trabajo que empezaron a llamarlo papá!”.

Luego, explicó cómo los bateadores latinos se comportan “de manera diferente”. “Este tipo saca una cadena de la nada, le dice al pícher que se relaje y luego mete a Jesús. Una vez que llega a batear, es todo caderas. ¡Todo el mundo en el público está embarazado cuando termina!”, bromeó.

Asimismo, aseguró que cuando un latino es entrevistado después de un partido no es “aburrido”.

“Si consiguen soltar una frase en inglés, no es sobre el juego. El reportero dice: ‘¿Qué te pasó por la cabeza con ese slider 3-2?’. Ramón responde: ‘Hombre, me encanta Miami, hombre. El clima, la gente, la comida es increíble”. 

El público de SNL río y aplaudió repetidas veces a Hernández. Incluso el cineasta Billy Corben felicitó al joven y calificó su debut como “épico”.

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Humoristas, el otro éxodo

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LA HABANA, Cuba. — La mayoría de los actores que compartieron roles en los dos programas de humor más populares de la televisión cubana en las últimas dos décadas (Deja que yo te cuente y Vivir del cuento) se encuentran en Estados Unidos.

Acogidos al exilio por diferentes razones, a todos los une el hartazgo común por la censura y el control político que rigen la cultura en Cuba.

Da igual si Andy Vázquez (Facundo, Aguaje, Bienvenido) se fue por haber sido expulsado de la televisión, si Nelson Gudín (El bacán, Urbinito, Flor de anís) hizo lo mismo porque lo condenaron al ostracismo, o si Omar Franco (Ruperto Marchatrás) se marchó desilusionado de la revolución. Todos ellos  han vivido y actuado bajo la humillante presión de sentirse coartados en su libertad creativa o interpretativa.

Aunque el humor, como otras manifestaciones del arte, no se puede pensar ni hacer en cautiverio, ya desde los primeros años del régimen revolucionario, humoristas de la talla de Guillermo Álvarez Guedes y el dúo Los Tadeos fueron expulsados de la televisión y obligados a irse del país por hacer reír al pueblo con sus sátiras de dirigentes.

Desde el año 2014, la Resolución 125 del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) impide —de manera “legal”— el derecho a ejercer críticas que los censores consideren denigrante y corrosiva.

Según advierte la susodicha normativa, “los trabajadores que ocupan cargos artísticos en el ICRT no pueden denigrar la integridad y dignidad  de personas y colectivos o instituciones cubanas o extranjeras”. De hacerlo, serían amonestados o separados de los medios.

El programa Deja Que yo te cuente fue uno de los pretextos para la creación de la Resolución 125, pues personajes como “Lindoro Incapaz” (Rewel Remedios), el profesor ¡Mente de pollo! (Carlos Gonzalvo), el inspector La Llave (Miguel Moreno) o Flor de Anís (Nelson Gudín) satirizaban y ridiculizaban a los funcionarios demagogos y corruptos.

¿Cuántos no asociaron la pose narcisista de Lindoro Incapaz frente al espejo, diciéndose “¡Mi mismo!”, con la de Raúl Castro en similar actitud antes del fusilamiento del general Arnaldo Ochoa? ¿Quiénes no sintieron en la voz de Lindoro la de Ulises Guilarte De Nacimiento, el secretario general de la CTC, y la de otros funcionarios  del régimen cuando decía frente a sus trabajadores de los talleres Bartolete Pérez y Roca Izquierda: “Donde uno de ustedes caiga herido, yo caigo muerto”?

Podemos comparar los galimatías y las respuestas alucinantes  del profesor Mente de Pollo dadas a la periodista Flor de Anís en Tele Pío con las explicaciones que da el ministro de Economía Alejandro Gil Fernández en la Mesa Redonda.

Resulta imposible no asociar al corrupto inspector La Llave con esos inspectores que esquilman a los emprendedores y a los cuentapropistas, y los sobornables miembros  de  las brigadas que se suponen combatan a los coleros y revendedores.

Que la mayoría de los humoristas que encarnaban a  personajes así estén hoy en el exilio, o condenados al ostracismo dentro de Cuba, se debe a la intolerancia represiva de un régimen que presume de moralista y rígido.

A la macabra Resolución 125 se debió la expulsión del actor Andy Vázquez de la televisión. Su pecado fue subir a las redes sociales un video donde uno de sus personajes, Facundo Correcto, narraba en tono de humor La batalla de Cuatro Caminos, o sea, el asalto al Mercado de Cuatro Caminos por varias decenas de hambreados pobladores de la capital

La periodista oficialista Paquita de Armas justificó la expulsión de Andy Vázquez en un  artículo de Cubadebate titulado Facundo, “Vivir del cuento”, la censura, Silva y sigue la polémica, donde atribuyó al actor  “la mala intención de desprestigiar a la revolución”.

La política cultural del régimen castrista, parodiando a Groucho Marx, es buscar problemas, encontrarlos y darle luego el remedio equivocado.

El humor en Cuba se encuentra en peligro de extinción. Al paso que vamos, con tanta censura e intolerancia, los cubanos, para hacer humor, tendrán que irse para Miami o Madrid.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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El humor es la gentileza de la desesperación

LA HABANA, Cuba. – Cuando era yo muy joven me atrevía a reírme de mis desgracias y de cualquier cosa, y aunque esa cosa resultara tremebunda podía terminar en una carcajada. Yo me reí de esas desgracias porque para entonces creía que con la risa conseguiría deshacerme de los peores males, los más tremebundos, y ese comportamiento nunca me hizo excepcional, más bien me acercó a muchos compatriotas.

En Cuba nos reímos hasta de nuestros peores infortunios, “tiramos a changa” nuestras desdichas. Yo mismo he soltado enormes y estruendosas carcajadas desde que miré un video que circula por estos día en las redes y en el que aparece una mujer que, “harta ya de estar harta” de los apagones, sale a la calle a gritar: “Dios mío, se fue la luz otra vez, yo no…”. Eso dice la mujer, y nada más.

Resulta que cuando iba a explayarse, cuando iba a soltar todo lo que tenía dentro, y quizá desde hacía mucho, aparece detrás de esa mujer al borde de un ataque de nervios, un guardia de “verde olivo” que la sujeta y, lo que resulta peor, le precinta la boca para impedir que grite, luego se escucha la música que identifica a ese serial policiaco que se ve algunos domingos en la televisión nacional, que conocemos como “Día y noche”.

El video tiene muchas visualizaciones y supongo que a muchos de los que lo miraron, como sucedió conmigo, provocó estruendosas carcajadas. Yo me reí una vez, y también luego, y sé que volveré a carcajear, y que compartiré las risas con un montón de amigos, aunque podría resultar, al menos para algunos, un acto muy irresponsable, desconsiderado. ¿Y realmente lo es?

La escena hace una caricatura de la realidad cubana, muestra la inconformidad de una mujer, las angustias y el desespero que provocan en ella los múltiples apagones. Ella está dispuesta a gritar, está dispuesta a todo, pero un policía lo impide, un policía le cierra la boca, pero no con un golpe, no con el encierro en una celda. El policía despliega la precinta que tenía guardada y enmudece a la mujer, la precinta cubre su boca y la hace callar.

Ella es el pueblo harto, el pueblo cansado y decidido a protestar. El video muestra algo que es cierto pero que el discurso oficial etiqueta como malo, o no bueno, pero, por suerte, también tiene la etiqueta de bueno: como lo que se debe hacer, aun cuando sepamos que nos pueden tapar la boca, y no con precinta, e impedirnos el chillido. Es importante la vestimenta de esos dos personajes; ella en “ropa de calle”, él, uniformado con un traje verde olivo, eso hace la diferencia en los procederes de cada uno. 

El poder, el de verde olivo y su policía, obligan al silencio, a la reserva, al más férreo hermetismo, aunque en su casa no tenga luz. De los apagones no se puede decir algo que vaya más allá del discurso oficial, y ese discurso indica que ni siquiera se pueden advertir las angustias que acompañan al calor. No se puede hablar de sudores, de los aparatos de televisión apagados, de la radio muda, de los alimentos que se descongelan en el refrigerador, que sufren y se pudren, de todo cuanto va a parar a la basura y de la mesa pobre, de la mesa desolada, de la mesa también hambrienta.

El poder manipula el discurso adverso, lo silencia, lo impide. En el video es solo una precinta la que consigue ocultar la palabra del doliente, pero los procedimientos son más, son múltiples y se consiguen de muchas maneras. Ese silencio se consigue a fuerza de golpes, se consigue encerrando, desapareciendo a los que se atreven a quitarse la precinta de la boca y expresarse luego. 

La precinta lleva al silencio, nos vuelve herméticos, pero no al modo de aquellos escritos místicos que se dieron tras la aparición del cristianismo. Es más, el miedo impide reaccionar en muchas ocasiones, pero en otras produce el humor. El humor consigue también hacer visible todo lo patético que resultan ciertos poderes. El poder es serio, y grave es el tono de las dictaduras, y de ahí que el humor, cuando lo ridiculiza, lo convierte en patético, en caricatura. Y eso funciona, eso es bueno.

Nuestro dolor no es cosa de risa, nuestro dolor es espantoso, pero el humor también sirve para hacer denuncia, para hacer visibles nuestros miedos. El humor invita a cambiar los procederes. De la risa decía Hegel: “Es un indicio de que tenemos criterios, nos muestra que sabemos comprender las leyes del contraste”, y nadie podrá negar que entre nosotros y la dictadura hay muchos contrastes.

“El humor es la gentileza de la desesperación”, escribió Oscar Wilde, y el sí que reconoció muy bien la desesperación, él conoció la cárcel y sus injusticias al dedillo. Sin dudas el humor es el antagonista de los poderes totalitarios, y si no lo cree, suponga a Díaz-Canel haciendo un chiste, o mirando ese que propongo y que apareció en las redes, ese que con tanta gracia, supongo hizo reír a muchos cubanos que sufren apagones y carencias de todo tipo. Las tiranías provocan chistes y los chistes libertad. El humor, sin dudas, podría salvarnos de un infierno muy oscuro, y traer la luz.   

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“¡Ñooo! Volver a reír again”: realizarán tributo a Álvarez Guedes en Miami

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Guillermo Álvarez Guedes (Foto: Roberto Koltun/El Nuevo Herald/MCT)

MIAMI, Estados Unidos. – “¡Ñooo! Volver a reír again —Álvarez Guedes—” es el nombre del tributo que ofrecerá el Adrienne Arsht Center, de Miami, a quien es considerado uno de los más grandes comediantes latinoamericanos de todos los tiempos, cuya obra ha influenciado a varias generaciones de humoristas.

Anunciado para los días 1 hasta el 3 de mayo del presente año, el espectáculo estará a cargo del productor de “¿Qué pasa, USA? Today”, quien intentará responder a la pregunta sobre quién fue Guillermo Álvarez Guedes, mediante una historia “contada a carcajadas”, tal como es promovido el espectáculo que contará con la participación de grandes comediantes, actores, e invitados especiales que lo conocieron, y será ilustrado por un material audio-visual inédito que promete remontarnos a los mejores años del Rey de la Comedia.

Guillermo Álvarez Guedes, nacido en Cuba en 1927 y fallecido en los Estados Unidos, en 2013, además de actor, fue escritor, guionista, director, empresario y productor discográfico, una carrera que comenzó en su isla natal hacia finales de los años 40 y que, en poco tiempo, lo llevó a la cima, junto a otros grandes del espectáculo, en especial del género conocido como stand-up comedy, del que fue uno de los principales introductores en el mundo de habla hispana.

A pesar de la importancia de su obra para el patrimonio cultural cubano, la difusión del legado artístico de Álvarez Guedes, que se exiliara en los Estados Unidos en 1960, estuvo y se mantiene prohibida en Cuba por imposición del Partido Comunista.

Para más detalles sobre este tributo recomendamos visitar la página en internet del Adrienne Arsht Center.

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El régimen contra los humoristas: un intento de censura plañidera

Vivir del Cuento

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Protagonistas del programa de TV Vivir del Cuento (toma de pantalla)

LA HABANA, Cuba. – Cuando se pensaba que el régimen no podía llegar más alto en su escalada de ridiculeces y represión abierta o velada, ha lanzado un repentino ataque contra los humoristas cubanos, quienes, según artículo publicado en el diario oficialista Granma, han escogido a los funcionarios del gobierno y agentes del orden como personajes predilectos para convertirlos en objeto de burlas. Este denominado “mal hábito” supuestamente genera rechazo por parte de la población hacia tales individuos, socavando además la confianza en el poder que representan, entiéndase el Estado.

Lo que deliberadamente omitió el autor del texto es que por lo general sucede al revés, y es el humor el que se encarga de interpretar el pulso ciudadano, las problemáticas más urgentes y el choteo criollo para elaborar acertadas críticas que llegan al público a través de episodios hilarantes. La carga fue contra todos los humoristas que hacen su agosto chacoteando a los burócratas; pero una vez más parecen ser Pánfilo y demás protagonistas de la serie “Vivir del Cuento” los demonizados por mantener una vital conexión con la cotidianidad nacional y rescatar una comedia de tipos y costumbres preferida por todos los cubanos a excepción, obviamente, de los politiqueros.

Los humoristas no necesitan ridiculizar a quienes se bastan por sí solos para hacerlo, incluso mejor que cualquier sátira o parodia. El tipo de comedia situacional que propone “Vivir del Cuento”, cuyo principal mérito es la caracterización de los personajes, emerge de los escenarios absurdos y grotescos sujetos que se han multiplicado en una Cuba muchas veces definida como “surrealista”.

No serían imprescindibles los agudos guiones de Jaime Fort, la pintoresca tracatanería de Facundo ni las osadas denuncias de Pánfilo para revelarle al pueblo lo que éste sabe de sobra: que la mayoría de nuestros funcionarios son ineficientes y corruptos; que la política se ha convertido en oficio de pusilánimes; que detrás del aparente estoicismo comunista se esconde un oportunismo ilimitado; que la retórica cansona del gobierno es abono para el sarcasmo; que la situación material que atraviesan los cubanos empeora a un ritmo desconcertante, y la perplejidad es un estado permanente para quienes no escuchan más que arengas triunfalistas mientras sobreviven a duras penas en eso que llaman “la luchita”.

Día tras día se toman decisiones ridículas que tienen al país como Ruperto, dando un paso hacia adelante y dos hacia atrás. No hay un solo funcionario en los muchos ministerios de Cuba que pueda hablar con transparencia. Todos son condenadamente tediosos, enrevesados y delirantes para que los cubanos, como Pánfilo y compañía, continúen sin entender nada, esperando lo mejor sin mucha convicción y lidiando con lo peor. Es una suerte que tan deprimente realidad pueda ser confrontada a carcajadas, aunque solo sea por un rato, cada noche de lunes.

El Granma, en su conato de censura plañidera, sugiere incluso que se critique a los macetas, vagos, cuentapropistas, contrarrevolucionarios, pseudointelectuales… una lista digna del Quinquenio Gris. Pero el pueblo sabe muy bien de dónde bajan las directrices que hoy conducen a Cuba al despeñadero definitivo. Conoce a los culpables y aunque no pueda revocar su autoridad, nada le impide disfrutar de un bocado humorístico que critique su pésima gestión.

Este nuevo intento de control sobre la libre expresión de los ciudadanos no es un hecho aislado en medio de la ola represiva que el régimen mantiene contra los periodistas independientes. La crítica es en estos momentos un arma peligrosa que huele a insurgencia; el gobierno se siente cada día más acorralado y su propia situación desesperada lo obliga a apretar la mordaza hasta en aquellos espacios que parecía tolerar. Los avisos están por todas partes y este artículo del Granma, específicamente, advierte que en cualquier momento la noche del lunes puede volverse, en materia televisiva, tan aburrida como el resto de la semana.

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Komotú contraataca: Volumen II

La despedida hasta Volumen III (Foto del autor)

GUANTÁNAMO, Cuba. – Este sábado 29  y  el domingo 30 de junio, el popular grupo humorístico guantanamero “Komotú”- festejando su primer cuarto de siglo de existencia- presentó su antología “Volumen II” en el teatro Guaso de Guantánamo, dándole continuidad al espectáculo iniciado el pasado mes de mayo, que agrupa sus mejores obras.

El show fue conducido por la actriz Anachelis Matos, quien presentó los capítulos del volumen y, concomitantemente, intercaló momentos del simpático monólogo “La cuidadora”, que  interpreta con gran carisma y versatilidad.

Para esta ocasión el grupo escogió las piezas tituladas “Poesía loca”, “Casting en cuatro”, “El sospechoso”, “El trovador”, y “Adorable mentira”, precedidas las últimas dos piezas por un brevísimo cuadro titulado “Los niños recitadores”, donde Alexys Ayala -director del grupo- y Miguel Moreno, representando a los niños “Beyonce Yamilé” y “Roberto Yulieski”, respectivamente, son acompañados por Yasnay Ricardo en el papel de la maestra.

Un logro evidente fue la agilidad de la puesta en escena, en lo cual fue decisiva la participación de Anachelis Matos. Otro logro fue su organicidad, constatada por la vinculación de textos como “Poesía loca”, “Casting en cuatro” y “El trovador”, relacionados con problemas que inciden en la creación artística y  literaria de la sociedad cubana, aunque todo el espectáculo resulta una atractiva muestra de problemas y situaciones que ahora mismo interesan a los cubanos. Precisamente, ese es el mayor mérito de “Komotú”, que, lejos de hacer un humor intrascendente, nos entrega obras que provocan a los espectadores y los involucran en un ejercicio intelectual crítico muy creativo.

“Poesía loca” es una acerba crítica a quienes son presentados como talentosos literatos y no son más que farsantes, dueños de un ego insaciable. La obra -interpretada por Alexys Ayala en el papel del poeta “Krosky Durruthy” y Miguel Moreno como el alocado presentador- aborda con pinceladas burlescas la creación poética de un presunto intelectual, personaje que, desgraciadamente, no pertenece únicamente a la ficción humorística. Ingenioso, disparatado e hilarante, el texto denuncia como la creación poética puede ser utilizada en detrimento de la comunicación y belleza que deben caracterizar a este género, que en Cuba está cercado por la experimentación estéril, el esnobismo y la incomunicación con sus posibles lectores, destacándose dramaturgicamente las poses afectadas del “poeta”, cuya imagen está constantemente socavada por las opiniones temerarias y disparatadas del presentador.

En una cuerda semejante vibra el capítulo titulado “El trovador”, otro buen texto donde el mensaje humorístico denuncia la impostura del presunto cantautor “Rodrigo Garay” -interpretado por Moreno- siendo meritoria la contención dramática que logra Ayala al interpretar al guitarrista acompañante “Jabao Figueredo”.

Otra pieza que denuncia males entronizados en el sector artístico es “Casting en cuatro”, interpretada  por Yasnay Ricardo. Centrada en los obstáculos que deben vencer los actores y actrices cuando intentan ser contratados, entre ellos la corrupción. El monólogo se resiente en determinado momento por seleccionar para el acto de declamación del personaje fragmentos de importantes poemas de la literatura cubana e hispanoamericana, cuando, apoyándose en la precedencia de “Poesía loca”, los poemas declamados podían haber sido los de Krosky Durruthy. A pesar de este detalle, el monólogo se salva -con creces- por la brillante actuación de  Yasnay Ricardo.

La obra “El sospechoso” constituye una muestra efectiva de la apropiación de técnicas del teatro del absurdo, a la vez que una vitriólica denuncia sobre el estado de indefensión en que se hallan los cubanos cuando las circunstancias los llevan a una unidad policial. Con suma inteligencia y usando como pretexto presuntos delitos de Hurto y Sacrificio Ilegal de Ganado Mayor y otro de Enriquecimiento Ilícito, la obra permite que el espectador presencie escenas que remedan programas televisivos como “Día y Noche” y “Tras la huella”. Interpretada por Miguel Moreno en el papel del acusado “Bernardo del Toro”, Anachelis Matos como la Instructora y Ayala representando al teniente coronel, gracias a sus incisivos diálogos la cuerda dramática se tensa y relaja en medio de  la sutileza y por el uso eficaz del absurdo, que alcanza su momento climático al mencionarse a  cuatro vacas como testigos de la acusación. El desasosiego que logra transmitir Moreno, unido a la eficaz actuación de los otros actores, hacen que esta pieza sea insoslayable dentro del repertorio del grupo.

El espectáculo cerró con el capítulo titulado “Adorable mentira”, también conocido como “El entierro de la mentira”, interpretado por Ayala -representando a “La hermosura”-, Yasnay en el papel de “La hipocresía” y Moreno como “La intriga”. Texto excelente -en el que advierto resonancias de “Las Pericas”- con una puesta en escena distinguida en el 2001 con el Premio Caricato que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), se caracteriza por sus constantes mensajes subliminares para denunciar la hipocresía, la corrupción, el oportunismo y la doble moral que no pocas veces corroen a instituciones, empresas y al ámbito social cubano.

Superior en todos los aspectos a Volumen I, esta representación de Komotú demostró cómo a pesar del tiempo transcurrido las piezas escogidas mantienen una actualidad tremenda, siendo lamentable que el Centro Promotor del Humor y los Consejos Provinciales de las Artes Escénicas no coordinen acciones  para que este espectáculo pueda ser apreciado por otros cubanos.

Por lo pronto, los guantanameros continúan siendo fieles a “Komotú” llenando el Guaso. Magnífica forma de comenzar nuestro tórrido verano.

Cartel de presentación de Volúmen II de Komotú (Foto del autor)




Komotú: A mal tiempo buena cara

Espectáculo del grupo humorístico "Komotú"

Espectáculo del grupo humorístico "Komotú"
Espectáculo del grupo humorístico “Komotú” (Foto del autor)

GUANTÁNAMO, Cuba. – El grupo humorístico guantanamero “Komotú” arriba a su primer cuarto de siglo este año. Para festejar la ocasión, que se cumplirá el venidero septiembre, ya comenzó a exhibir una especie de antología de sus mejores espectáculos en el teatro Guaso de la ciudad de Guantánamo. Este fin de semana presentó la primera parte con el título “Antología de Komotú, parte I”, donde fueron representados cuatro de algunos de sus más destacados espectáculos.

Fundado en la ciudad de Guantánamo el 9 de septiembre de 1994, su primer director fue Jorge Luís Vega. En el núcleo inicial del grupo estuvo también Alexis Ayala, su actual director, quien entonces había acabado de graduarse como ingeniero eléctrico en Santiago de Cuba y había sido miembro del grupo humorístico “Cortocircuito”. También formó parte del grupo entonces el actor Herber Speck Carvajal, aunque este y el primer director se separaron del grupo poco tiempo después.

La primera actuación en público de “Komotú” ocurrió el 17 de septiembre de 1999. Posteriormente el grupo quedó conformado por Alexis Ayala-director- Miguel Moreno, Yasnay Ricardo y la actriz Anachelis Matos, la última en formar parte del elenco, quien se destaca por su versatilidad y vis cómica, características que también identifican al resto de los actores.

La formación de los integrantes de “Komotú” ha sido autodidacta, aunque algunos han recibido clases de perfeccionamiento actoral en escuelas especializadas del país, algo que ha influido positivamente en su trabajo, que muestra una altísima calidad y presentaciones con un alto nivel de acogida por parte del público. En el caso de Miguel Moreno y Yasnay Ricardo, ya han incursionado en programas humorísticos en la televisión cubana.

Si hay algo que identifica a “Komotú” no es sólo la calidad de sus actores y puestas en escena, sino sus guiones, en los no hay espacio para el chiste ramplón, pues la mayoría de las veces la fluidez e inteligencia del texto ofrece múltiples conexiones para que el mensaje subliminal se adueñe del público y lo ponga a pensar al tiempo que disfruta de sus carcajadas.

El actor Miguel Moreno en el cuadro Empresa de Justificaciones (Foto del autor)

“Komotú” ha demostrado que burlarnos de nuestra realidad no basta si no logra lanzar al público en una búsqueda que va más allá de sus carcajadas y les permite acercarse con más sosiego al problema abordado.

Seguramente estas antologías  continuarán a lo largo del año de su primer cuarto de siglo de existencia y quienes residimos en la ciudad del Guaso tendremos el placer de volver a  evaluar su actuación.

“Komotú” continuará provocando sonrisas y risas y nos hará recordar otros momentos compartidos a teatro lleno, pero también nos demostrará nuevamente que la proyección del humor y sus mensajes subliminares, si es bueno, se prolongan más allá del escenario, cuando a la risa le sucede la reflexión. Eso es lo que siempre ocurre con “Komotú”.

El actor y director Alexis Ayala presentando el espectáculo
El actor y director Alexis Ayala presentando el espectáculo (Foto del autor)

Y añado que me resulta curioso que las reservaciones  para la gente “importante” -léase los miembros del gobierno- casi nunca son ocupadas, aunque subrepticiamente, y a pesar de la prohibición, siempre hay gente de apariencia sospechosa grabando el espectáculo. Por algo será.




Fallece el reconocido humorista cubano Octavio Rodríguez “Churrisco”

Octavio Rodríguez "Churrisco"

Octavio Rodríguez "Churrisco"
Octavio Rodríguez “Churrisco” (Foto Granma)

MIAMI, Estados Unidos. – El humorista cubano Octavio Rodríguez, popularmente conocido como Churrisco, falleció este lunes a los 72 años de edad, confirmaron fuentes cercanas al Centro Promotor del Humor.

“Se nos ha ido un padre del humor cubano, un excelente amigo, que con su ejemplo y amistad ayudó a formar a muchos de los humoristas cubanos de hoy. Su obra, que le valió el Premio Nacional de Humorismo, más allá de cualquier diploma o medalla, era la crónica de una sociedad de la que siempre fue crítico y parte a la vez, porque era la sustancia de su humor tan fino y divertido. No sé si vas a descansar, porque allá arriba deben estar esperándote como cosa buena para escuchar tus monólogos, esos que se nos quedan para siempre en la memoria de todos los que pagamos las adversidades de la vida con una sonrisa”, escribió en Facebook su amigo y colega Iván Camejo.

Además de Camejo, varios miembros del medio humorístico cubano han reaccionado al fallecimiento de “Churrisco” a través de las redes sociales.

Con más de 40 años de vida artística, la obra de “Churrisco” se caracterizó por el humor fino e inteligente, condiciones que lo hicieron merecedor del Premio Nacional del Humor en 2018.

Además de actor cómico, fue animador y escritor humorístico de televisión, radio, teatro y cine. También fue presidente y miembro del jurado del Festival Nacional de Humor “Aquelarre”.




Recordando a Pepito

Lo que a veces considerábamos chistes cubanísimos, eran frecuentemente copias textuales de los que venían del “hermano campo socialista” (Foto del autor)

LA HABANA, Cuba.- Entre las muchas virtudes que nos atribuimos los cubanos está la de que somos los máximos humoristas. Mira si nos divertimos con todo que hasta de nuestras desgracias nos reímos. Podemos tratar en son de broma los más graves asuntos. La alegría es el núcleo perpetuo de eso que se ha dado en llamar “cubanía”.

Muchos consideran, no obstante, que la sombra de nuestra desgracia histórica ya no nos deja ser tan risueños y dados al choteo: basta mirar los rostros de la muchedumbre en cualquier acera de La Habana, o incluso las imágenes que aparecen en la televisión, a pesar del empeño oficial en mostrar a un pueblo explayado, a una juventud contenta.

Ya desde los primeros años de la revolución comenzaron a emigrar los grandes humoristas, como Leopoldo Fernández, Guillermo Álvarez Guedes o Mimí Cal, y otros, como Cástor Vispo, que se quedaron, se hundieron en el ostracismo. Pero aún quedaban actores como José Antonio Rivero o Enrique Arredondo y escritores como Alberto Luberta o Héctor Zumbado, quienes, pese a los vaivenes de la censura, lograban que sobreviviera el humor en el gusto popular.

Además, estaba Pepito, ese niño tan jodedor, ese gran superviviente apareciendo en todas partes, sin creer en censores, chivatos, aguafiestas ni segurosos, que mantuvo su salud de hierro hasta que llegó eso que un cinismo macabro denominó Período Especial (PE) y Pepito desapareció. Dijeron algunos que Pepito Emigró (PE), pero ya el niño genial no volvió a ser lo que era, desguazado por el éxodo y la catástrofe.

¿Pepito Expiró (PE)?

El exilio, o los exilios por todo el planeta, no parecen el mejor ambiente para nuestro humor, lo que no resta méritos en absoluto a humoristas exiliados como Alexis Valdés, sino al contrario. Lo sabe bien Enrique del Risco (Enrisco), escritor y humorista que asegura que el humor debe ser buscado “en el sitio donde menos se le espera, porque ese es el sitio donde más falta hace”.

Y está hablando del exilio: “Es en definitiva el humor el llamado a equilibrar el patetismo que se deriva fatalmente de la nostalgia, el dolor, la impotencia, y la desesperanza que producen no sólo los estados totalitarios, sino también esa condición que llamamos exilio. Agradezcámosle al humor no sólo las sonrisas que nos saca en medio de la adversidad, sino que nos ayude a mantener cierta dignidad”.

Se refuerza en ese argumento con Reinaldo Arenas, para quien la realidad es en general “tan desmesurada y cruel que si perdiéramos la risa lo perderíamos todo”. Para Enrisco, la risa nos revela tal y como somos: “un pueblo desesperado por escapar del aburrimiento terrible que le produce su propia Historia, su propio destino”.

Durante años, en fin, la tradición satírica y risueña no pudo ser quebrada del todo, y se mantenía aún en programas televisivos y de radio como Detrás de la fachada, San Nicolás del Peladero o Alegrías de sobremesa. Claro que era un humor contra la pared, a veces con mejores actores que libretos, pero sobrevivía seguido por una gran audiencia, aun desde el extranjero.

El martillo y las cosquillas

A veces pensamos que tomar con gracia las propias desgracias es costumbre solo de cubanos, pero el que escuchó chistes traídos desde el bloque soviético o quien vio luego Hammer and tickle, el documental del inglés Ben Lewis sobre los chistes en el comunismo, sabe que esa era una forma de defensa y catarsis usual en los oprimidos. Una revolución en miniatura, al decir de George Orwell.

Hammer and tickle, el documental del inglés Ben Lewis sobre los chistes en el comunismo (Foto del autor)

En su artículo “¿Humor y contrarrevolución?” el ensayista Duanel Díaz señala el error de Lewis, que, en el libro que luego convirtió en filme, sugiere que muchos chistes escuchados en Cuba en los setenta y los ochenta eran adaptaciones de los de Europa del Este realizadas por “exiliados y norteamericanos de derecha”, olvidando nuestros tres decenios de intensa relación con los países de donde precisamente provenían los originales.

Es verdad que los que a veces considerábamos chistes cubanísimos, eran frecuentemente copias textuales de los que venían del “hermano campo socialista”, empero, como un mundo muy alejado de nuestra chispa, de nuestro sentido del humor, incluyendo, por supuesto, muchísimos protagonizados por nuestro héroe nacional de la guasa, Pepito.

Tras nuestra Cortina de Bagazo, como allá tras la Cortina de Hierro, mientras peor se ponía el gobierno mejores eran los chistes, como dice alguien en el documental de Lewis. Otro asegura que fue la risa lo que destruyó el imperio soviético. Lo cierto es que allá fueron a presidio no menos de 100 mil personas por contar chistes.

En Cuba, ese aspecto de la represión no está bien documentado. Aunque uno pudiera escucharlo en cualquier lugar, sabemos que era peligroso repetir al descuido el último “cuento de Pepito” o “del americano, el ruso y el cubano”, y sobre todo alguno del popularísimo Álvarez Guedes, de los mil que circulaban de mano en mano, copiados y recopiados en casetes.

Pero desde fines de los noventa Pepito comenzó a convertirse en un fantasma que a veces regresa o en un simple recuerdo. Siempre visceralmente odiado por el poder, el humor fue quedando relegado a teatros y cabarets, alejado del gran público, envilecido por escritores y actores sin talento. Se habló tanto de crisis del humor que parecía una aburrida broma de mal gusto.

¿Jura decir la verdad? vino a demostrar la diferencia y la distancia entre el humor anterior a 1959 y el humor revolucionario: un pastiche de Tres Patines fue un controvertido acontecimiento. Aún quedaba Alberto Luberta, pero ya falleció, y siempre aparece de vez en cuando algún nuevo personaje cómico o un proyecto divertido. Como Vivir del cuento.

¿Esto es otra historia?

Las vicisitudes de Pánfilo y sus vecinos son sin dudas un notable ejemplo de humor en los últimos años, y hacen reír a los cubanos de cualquier geografía. Uno se asombra de que en un episodio sea tratado jocosa pero certeramente alguno de esos “temas tabú”, de los del dedo en la llaga, y escucha hablar de los episodios censurados —como el de Eduardo del Llano—, que deben haber sido muy “fuertes” para ganarse el inapelable No de los censores.

Pánfilo y Ruperto son dos viejos cansados y maniáticos, tan pobres que se refieren con añoranza a los “envidiables” años ochenta, y constantemente son enfrentados a complicaciones de la actualidad, que son las de siempre. Es sin dudas una tarea titánica encontrar problemas realmente nuevos, aprovechables para el humor, en un país donde los motivos de la zozobra, de la carestía y del descontento tienen siempre el mismo origen. La fuente innombrable.

En la larga e interminable crisis en que vivimos, el estado mental de la gente no puede ser siquiera el de hace 30 años. Como siempre, nos gustan los espectáculos humorísticos —del “paquete” o de donde sea—, pero en la vida real vamos en exceso ensimismados, extrovertiendo solo violencia y frustración. No es que hayamos perdido el sentido del humor, sino que ya el humor no nos sirve de catarsis ni de alivio.

Más que el humor, lo que impera es el cinismo crudo. Piénsese solo en que tenemos un gobierno que es una caricatura de una caricatura de una caricatura… Todo es tan esquizofrénicamente ridículo que ya no cabe ni en el chiste más esperpéntico de Pepito o en ninguno de los surgidos en aquel evaporado socialismo cuya enésima temporada seguimos padeciendo aquí.

Pero, para nuestros graves capataces, ¿de qué sirve el humor sino como arma de la revolución? Pese a lo tentador de la afirmación, Fidel Castro no fue el Humorista Mayor, aun si parece que nos hizo el mayor chiste de nuestra historia. Su acción estuvo concentrada, entre otras cosas, en destruir todo lo asociado a la «cubanía»: familiaridad, alegría, espontaneidad, ligereza.

Es como si, parodiando su famosa pregunta “¿Elecciones para qué?”, resonara en cada rincón de cada estúpido aniversario de cada tiesa farsa: “¿Humor para qué?”

18 de junio de 2018