En cuatro ruedas y con la barriga llena

LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -Si hace apenas año y medio o dos, la capital cubana mostraba comercios y cafeterías donde hasta las moscas se aburrían, y en las calles se podía bailar un danzón por el escaso tráfico de vehículos, hoy se ve que cierta animación ha regresado a la ciudad. El milagro se debe nada más que al comercio, denominado oficialmente “por cuenta propia”, una modalidad que el Estado autorizó para tratar de frenar la caída libre al fondo del abismo económico.
Según cifras oficiales, los trabajadores privados suman poco más de 330 mil, pero a juzgar por la presencia en la calle, los transportistas privados y los vendedores de comida y bebidas refrescantes, son la mayoría.
En el último cuatrimestre del año en curso en la capital cubana, los llamados “yipis” (jeeps) engrosaron el parque automotor en la transportación privada de pasajeros. Junto con ellos, aparecieron las pequeñas cafeterías en portales, puertas de casa o locales reconstruidos. Se trata de pequeños negocitos que se nutren de la clientela local des barrio o de la cuadra.
En una ciudad tan extensa de Norte a Sur y de Este a Oeste como La Habana, sin un eficiente servicio de transporte público, para la mayoría de la población trasladarse de un lugar a otro es más que una tragedia, una tortura diaria.
A aliviar esta tortura ayudan a los capitalinos los carros de alquiler privados. Fords, Plymouth, Dodges, Chevrolets, Buicks, Pontiacs y Jeeps, con más de medio siglo de uso, denominados popularmente “almendrones”, recorren la capital por el eje este-oeste, mientras en el eje norte-sur proliferan competitivamente los yipis y las camionetas Ford reequipadas por sus dueños con motores diesel Mitsubishi, Toyota o Mercedes. Los precios del pasaje están entre los $10 pesos y los $ 20 en moneda nacional (50 centavos o un dólar, aproximadamente), según la distancia del recorrido. Cifra prohibitiva para muchos en la ciudad, si se tiene en cuenta que un profesional gana alrededor de 30 dólares mensuales.
Pero si hace dos años atrás, el número de choferes particulares dedicados a la transportación de pasajeros disminuía, después de la reapertura de concesión de las licencias por parte del Estado, se incrementó explosivamente la cantidad de ellos. Desde octubre de 2010 hasta la fecha 52 mil choferes obtuvieron licencia de operación de transporte de pasajeros en Cuba. Tanto es así, que ya se nota una cierta competencia entre taxistas en las avenidas y calzadas principales.
En cuanto a los vendedores de alimentos y bebidas, a pesar de lo rudimentario de las cafeterías, la variedad del menú es amplia y algunas cuentan con un equipamiento modesto, pero eficaz para cumplir su función.
Lo que conspira principalmente contra el crecimiento y desarrollo de la esfera privada en el comercio y el transporte son los altísimos impuestos que impone el gobierno y el alto costo de los insumos. Si el Estado fuera consecuente con su propia urgencia de elevar el rendimiento productivo del país y revitalizar la economía, debería al menos disminuir los impuestos para compensar, al menos parcialmente, por el alto costo de los suministros que no es capaz de venderles a precios mayoristas a los trabajadores por cuenta propia.
Sin duda alguna, la política de castigar las ganancias de los particulares con elevados impuestos, obedece todavía a la tradicional visión de centralización estatal que durante medio siglo el Estado totalitario cubano ha impuesto a nuestro pueblo.
Por otra parte, los trabajadores particulares pudieran, de inicio, constituir grupos de ayuda mutua entre ellos, identificar sus propios intereses y unirse para lograr sobrevivir económicamente y alcanzar éxito. Luego, vendría la posible formación de gremios, asociaciones, etc.; algo que tendrían que exigir al renuente Estado.
Mientras -y con este calor-, ahora nos es un poco más fácil a los habaneros andar sobre cuatro ruedas y con la barriga llena.