LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – Esperanza González Berrueta, vecina del barrio Cruz Verde, municipio Cotorro, La Habana, entregó el 30 de marzo en la Dirección de Trabajo y Seguridad Social de su territorio, la licencia que la acreditaba para elaborar y vender alimentos a domicilio, obtenida a principio del mes.
Al cerrar la pequeña cafetería instalada en el balcón de su apartamento, esta mujer de 46 años retorna a la dinámica de su hogar, “abandonada a cambio de nada, pues el negocio no da, no recupera la inversión realizada –montar el fregadero, comprar termos, vasos y alimentos- y te asfixian con impuestos, y los inspectores encima de una, pidiéndote papeles por cada producto”.
Esperanza asegura que: Se trabajaba para la oficina municipal el trabajo, la cual no da nada pero exige cada mes el 10 por ciento de las ganancias, 200 pesos por el permiso de venta, 87 para la seguridad social y, al final del año, si reportaste más de 5 mil pesos, hay que entregar otro 10 %”.
La decepcionada vendedora advierte: “Si cuentas con un ayudante, tan necesario para adquirir mercancías y hacer gestiones, además de pagarle a él, pagas por él 450 pesos y la misma cantidad por el seguro social”.
Asegura que no le da la cuenta, pero reconoce que a otros les puede ir mejor con ofertas similares. “Depende del tránsito de personas y del poder adquisitivo de los vecinos; una cafetería al lado de una escuela secundaria, de un cruce de caminos, o de una fábrica sin comedor es una buena opción”.
Al igual que la vecina de Cruz Verde, decenas de trabajadores por cuenta propia entregan las licencias en los primeros tres meses. Una empleada de la misma oficina informó hace unos días que dicha entidad “entrega tres licencias al día y recoge 10, lo cual demuestra que los solicitantes no hacen un estudio de mercado, pues parten de la euforia y la necesidad”.
David, un barbero de 52 años que reside en la calle 222 del mismo reparto, advierte que el aumento del impuesto estatal es abusivo. “Pagaba 100 pesos por la licencia y me aumentaron a 500; me exigen, además, el pago de la Seguridad Social e incrementar el por ciento que declaro al mes. Si siguen aumentando tendré que entregar la licencia y sobrevivir con mi vieja clientela, sin recibir a los muchachones del barrio que pagan más por la complejidad del pelado”.
Cuenta que a los barberos que ejercen su profesión en locales del Estado les va peor. “Ellos pagan hasta 950 pesos al mes por la licencia, no reciben nada y compiten con quienes ejercemos en nuestras casas”.
La tendencia al alza se confirma, a su vez, contra los vendedores de discos de música y audiovisuales, quienes pagaban 80 pesos al mes y le subieron a 800, además de abonar el por ciento por las ventas y lo establecido para la Seguridad Social.