FORT PIERCE, Estados Unidos.- El amanecer del domingo 12 de junio de 2016 sorprendía a muchos que no podían creer que un hecho así fuera cierto: Un terrorista, fanático y homofóbico determinó poner fin a las vidas de una multitud de jóvenes de la discoteca gay Pulse, en la localidad de Orlando, Estados Unidos.
Desde muy temprano, el mundo se sintió conmovido por el brutal acontecimiento, considerado la mayor matanza de los últimos tiempos en territorio estadounidense. Alina Sánchez, la destacada soprano cubana, radicada en España, fue una de las primeras figuras públicas que se solidarizó con el dolor de los familiares de las víctimas; pidió a sus cientos de admiradores que dejaran de poner comentarios en su muro de Facebook excepto relacionados con el dramático suceso, al menos durante una semana. Luego se encargaría de difundir lo que hacía la comunidad LGBTI de Madrid, de las primeras en responder indignada por la masacre.
Rápidamente, desde todas partes del mundo aparecieron muestras de amor hacia los familiares de las víctimas, y, a la vez, comentarios enérgicos que condenaban al autor de los hechos. Desde presidentes y estadistas, líderes religiosos y políticos, escritores y artistas, miembros de las comunidades gay, hasta hombres y mujeres de pueblo, se han solidarizado con el espantoso crimen, en el que murieron cuarenta y nueve jóvenes, además del atacante.
El presidente Barack Obama anunció que ondearían las banderas a media asta en las dependencias del gobierno federal, “como señal de respeto por las víctimas del acto de odio y terrorismo (…) Es un día especialmente difícil para la comunidad LGBTI y nos solidarizamos con ella”.
La presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Maite Oronoz, a nombre de la Rama Judicial del país –considerando el origen puertorriqueño de la mayoría de las víctimas– se refirió a la igualdad de todos los seres humanos y a la necesidad de promover una cultura de convivencia y de respeto a la diversidad. Por su parte, la alcaldesa de San Juan condenó los actos de homofobia que conducen al odio.
El gobernante cubano Raúl Castro calificó la acción de terrorista, afirmando que Cuba condenaba todo acto de odio “bajo cualquier circunstancia y cualesquiera que sean las motivaciones que se aleguen para ello”. El presidente ruso, Vladimir Putin, definió el suceso como un “crimen bárbaro” y el de España, Mariano Rajoy, se solidarizó con el pueblo de Estados Unidos ante el horrendo crimen. Hamid Karzai, exmandatario de Afganistán, condenó la tragedia de Orlando, asegurando que los yihadistas ya han matado a muchos, lo que “está contra el islam”.
La ignorancia, la desinformación y el fanatismo, con frecuencia nos hacen creer que el Islam promueve los actos de violencia. No hemos de asociar las actitudes de ciertos grupos extremistas –que lamentablemente han sido responsables de múltiples acciones de este tipo– al verdadero sentido del islamismo, la religión profesada por los musulmanes, que junto al cristianismo y al budismo es una de las más difundidas por el mundo.
Ninguna religión verdadera tiene entre sus preceptos el odio, el rencor, la venganza, la traición, entre otros elementos negativos que llevan a la destrucción moral del hombre. No es correcto asociar acciones violentas a ninguna de las religiones, por cuanto todas están sustentadas en códigos éticos y preceptos morales que llevan a la edificación humana. El islamismo no es la excepción. La tergiversación del mensaje de las religiones es lo que conduce a actos como el que ha tenido lugar en Orlando, protagonizado por un practicante de dicha religión.
La reacción de las comunidades del islam demuestra la grandeza del mensaje de Alá, predicado por Mahoma. Miembros de la mezquita de Fort Pierce, en Florida, a la que pertenecía el asesino, se pronunciaron de manera enérgica contra el terrorismo: “Condenamos este monstruoso ataque y ofrecemos nuestras sentidas condolencias a las familias y seres queridos de todos aquellos asesinados o heridos”. El imán –máximo líder de la comunidad– de este templo de Fort Pierce, Shafeeq Rahman, ha convocado a una manifestación el próximo 23 de julio en Washington D.C. para expresar la condena de la comunidad musulmana al terrorismo, y expresó respecto al crimen: “No tiene nada que ver con las enseñanzas y rezos de nuestra mezquita”.
El presidente de la organización Islam Americano y de la Sociedad Islámica de Florida Central, Muhammad Musri, envió sus condolencias a las familias de las víctimas, y pidió a los líderes religiosos del cristianismo, judaísmo e hinduismo, que se unan a ellos en sus plegarias. De igual forma, ha convocado a todos los musulmanes de EE.UU. para que se manifiesten contra ataques de este tipo. “Estos actos no representan mi fe, la naturaleza pacífica de nuestra religión”, afirmó Musri.
El Papa Francisco, máximo líder de la Iglesia Católica Romana condenó el alevoso acto de Orlando, uniéndose a múltiples seguidores en oración por el sufrimiento de las familias de las víctimas y los heridos. El padre Federico Lombardi, a nombre del Sumo Pontífice se refirió al acto como una “manifestación de locura homicida y de odio sin sentido”. El Cardenal Wuerl, desde Washington, pidió a los fieles que se unieran en sus plegarias, a lo que respondieron los obispos de España que integran la Conferencia Episcopal Española (CEE).
El Centro Internacional de Diálogo Interreligioso KAICIID, organización que promueve el diálogo entre grandes religiones para consolidar la paz, ha calificado el suceso como una “masacre deliberada y despiadada” (…) “Rechazamos la violencia, en especial cuando se lleva a cabo en nombre de la religión”. Por su parte, el Dalai Lama, la máxima figura del budismo tibetano, desde Washington, pidió un minuto de silencio como muestra de unión al dolor.
De una u otra forma, independientemente de la religión que se profese, las comunidades religiosas del mundo han dado muestras de solidaridad ante el crimen de Orlando. No obstante, resulta significativo que en medio de este dolor exista silencio por parte de la Iglesia Ortodoxa y las ramas evangélicas del Cristianismo, exceptuando la actitud de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), las que se pronunciaron a favor de una “convivencia civilizada entre personas de toda raza, credo, sexo u orientación sexual para vencer el odio, los prejuicios, los miedos y los inconfesables intereses que están detrás de la brutal violencia y el terror”.
¿Es acaso el silencio una muestra de indiferencia ante el dolor, o podrá ser la manera solapada de solidarizarse con el mal? La comprensión y aceptación de la diversidad de cualquier naturaleza ha de imponerse en medio del dogmatismo y de los esquemas preestablecidos por los prejuicios humanos. No es momento para acudir a la literalidad de las escrituras cristianas respecto a las controversiales e imprecisas destrucciones de Sodoma y Gomorra, sino de enfrentarnos con valentía a aquellos aberrados que pretenden imponer sus dogmáticos criterios fuera de contexto.
La actitud del pastor protestante de origen venezolano, que a solo unas horas de los hechos de Orlando decidió apoyar al asesino e inculcar el odio y el terror en sus escasos seguidores, es tan brutal como la acción arremetida por Omar Mateen contra los jóvenes del club de Orlando, y por tanto, debe ser sentenciado y suspendido de sus dudosas funciones.
Las religiones deben conducirnos al descubrimiento de la grandeza humana en lo más recóndito de nuestros corazones. Basta de utilizarlas como estandartes para sembrar el odio. No más crímenes, ni rencores, ni odios entre los hombres. Todos merecemos ser respetados, independientemente de nuestro origen, raza, religión, u orientación sexual.