MIAMI, Florida. — El problema de Cuba ya ha durado más de medio siglo. Si consideramos como fecha de inicio el 1ro. De enero de 1959, ya dura 56 años. Esto quiere decir que aquellos que para entonces tenían entre 30 y 40 años de edad, al día de hoy, si viven, tienen entre 86 y 96 años de edad. Y en esos 56 años el mundo ha cambiado mucho y han pasado muchas cosas.
Los aviones son de propulsión a chorro, los teléfonos son celulares inteligentes que hacen un millón de cosas y los trae uno en el bolsillo. Hay computadoras por doquier, la Internet tiene conectado casi todo el mundo en tiempo real. El hombre ya viajó a la luna y regresó, y hemos explorado el planeta Marte. La televisión ya es a colores y de alta definición, con pantallas planas gigantescas.
Nada de eso existía o había pasado cuando Fidel Castro llegó al poder en Cuba. Era el cuándo la guerra fría estaba en su apogeo. A esas personas les toco ver construirse el muro de Berlín, vieron al mundo al borde de un cataclismo nuclear durante la crisis de los cohetes en Octubre de 1962, pero también vieron a la Unión Soviética y su marxismo derrumbarse durante la crisis del petróleo de 1991 y terminar la guerra fría.
Entonces vieron como el muro de Berlín que habían visto construir, se derrumbaba y como las dos Alemanias se reunificaban en una sola, aunque en realidad, lo que pasó fue que Alemania Occidental compró a Alemania Oriental a los quebrados soviéticos, subsistiendo una única República Federal Alemana.
Y llegó la crisis a Cuba y el país cayó en el que se llamó “Período especial en tiempos de paz”. Luego llegó Chávez y levantó Cuba aprovechando los altos precios del petróleo. Surgió el terrorismo islámico, cayeron las torres gemelas, Chávez enfermó y murió. Fidel enfermó y tuvo que dejar el poder y llegaron Raúl y Maduro y ahora, al igual que en 1991, el precio del petróleo se derrumba, arrastrando en su caída a Rusia y a Venezuela y de rebote a Cuba.
Durante todo ese tiempo las mismas personas que tenían 30 0 40 años han gobernado a Cuba, un país por el que el tiempo le cuesta trabajo transcurrir, donde lo moderno llega cuando ya no es moderno y el atraso es palpable. Buena parte de Cuba, vive como la dejó Batista en Diciembre de 1958. La modernización es frenada por la mentalidad de los viejos dirigentes. Por Cuba no pasa el tiempo, o pasa muy lentamente.
Pero la diáspora no es muy diferente, y la mayoría de la oposición histórica sigue viviendo como en la Guerra Fría, como después de la fracasada invasión de Bahía de Cochinos. Aclaro que no pretendo quitar mérito a su constancia y patriotismo que merece mi admiración y respeto, pero por la oposición histórica de Miami tampoco pasaba el tiempo o pasaba también muy lentamente.
Mientras tanto, los norteamericanos nos hacían creer que les importaba resolver el problema de Cuba apoyando un embargo totalmente permeable y que solo funcionaba cuando les convenía a ellos, por razones comerciales o por razones electorales. Caímos en ese juego y vino un inmovilismo de décadas en las que no pasaba nada o pasaba muy poco, casi nada.
Hace unos meses comencé a escribir en mi Blog, haciendo notar que no podíamos seguir así. Que había que cambiar la situación imperante. Incluso escribí varios artículos tratando de abrir los ojos de otros. Afortunadamente muchos otros pensaban igual y nuestras voces tuvieron mucho eco. Mucha gente pensaba igual, pero cuando hablábamos nos insultaban, nos tildaban de comunistas, como si tratar de buscar otra forma de oposición fuera un crimen. Pero no se podía seguir así. Había que buscar otras alternativas porque de otra forma nada pasaría.
Todo cambió el 17 de Diciembre. El presidente de Estados Unidos, a solicitud de varios grupos que pensaban de manera similar y también a solicitud de personas ilustres como el Papa Francisco, había accedido a revisar la política norteamericana hacia Cuba y ese día anunció que Cuba y Estados Unidos habían negociado un grupo de acuerdos que rompían el hielo y abrían la puerta para restablecer las relaciones diplomáticas entre los dos países que se habían roto desde 1960.
Muchos lo vieron como una traición, pero muchos otros lo vemos como una oportunidad. Se ha roto el impasse en un momento clave en el que se está por producir un relevo generacional, tanto en Cuba como en la Diáspora. Es un momento de parar de marcar diferencias y es momento para buscar coincidencias, para buscar acuerdos, para buscar una reconciliación.
Pero una reconciliación requiere de dos y no implica ni ganadores ni perdedores. El único ganador debe ser nuestro pueblo que por años solo ha visto enfrentamientos, carencias y represión. Sólo Cuba debe ganar y nadie debe pretender imponer situaciones a los demás. Deberán prevalecer los consensos.
No podemos seguir actuando igual. Tanto el gobierno como el exilio deben ajustarse al siglo XXI y trabajar juntos para producir una nación cubana nueva, donde el pueblo sea feliz, viva en paz, pueda trabajar y no tenga que irse a otros lugares en busca de oportunidades.
¿Será capaz el gobierno de Cuba de pasar el batón a una generación interesada en buscar una reconciliación? ¿Será capaz el exilio cubano de pasar el batón a una generación interesada en buscar una reconciliación?
¿Podremos hacerlo? ¿Sabremos pasar el batón? El tiempo lo dirá