CAMAGÜEY, Cuba. – El escritor holguinero Ghabriel Pérez (1968) ha publicado los poemarios En brazos de nadie (2000), Canción de amor para el fin de los siglos (1999) e Hijo de Grecia (2005), entre otros. Su libro de relatos El parque de los ofendidos recibió el premio Calendario en 2002, y su poemario Mis amistades peligrosas obtuvo el Premio de Poesía “Adelaida del Mármol”, en 2007.
Ghabriel reside en su ciudad natal, donde además de poeta y narrador ejerce como activista por los derechos humanos. En varias ocasiones, el escritor ha recibido amenazas e incluso censura por mantener su postura crítica contra el régimen de la Isla.
―¿Cuándo y por qué decidiste tomar una postura pública contra el régimen?
―Para responder a esa pregunta, nos remontamos al 13 de marzo de 1991. Desde mi temprana adolescencia yo comencé a manifestar una postura crítica contra el régimen. Pero me detengo en ese día porque fue algo definitivo. Esa noche, salí a la calle con proclamas escritas por mí mismo, en las cuales pedía libertad para los presos políticos, incluyendo a Mario Chanes de Armas.
Es importante destacar que mucha gente que se opone al régimen en este momento ni siquiera sabe que Cuba tuvo un Mario Chanes de Armas. En ese año, cuando lancé las proclamas, él llevaba tres décadas encarcelado. Mario vino en el yate Granma y, muy temprano, fue encarcelado. A inicios de la década de 1990, Cuba le informaba al pueblo que Nelson Mandela era el preso político más antiguo del mundo, y solo quienes escuchábamos las emisoras del exilio hicimos la cuenta correcta.
―¿Cómo ha afectado tu postura política tu carrera como narrador y poeta?
―Hace unos 15 años yo era editor de Ediciones La Luz, un sello editorial que también ayudé a fundar. Había editado el libro A ras de tierra, de Niurka Valdés, una poeta de San Germán. El libro había sido premiado en el concurso “El Árbol que Silva y Canta“, pero en él se encontró un verso polémico, que dice “la indiferencia del tirano sobre la patria”. Este verso finalmente es una cita que estaba utilizando Niurka, una cita de Jorge Luis Borges. Sin embargo, ese libro y ese verso fueron considerados no gratos por Alexis Triana Hernández, quien entonces era el director del Sectorial de Cultura en la provincia. A ras de tierra estaba teniendo gran éxito y nadie me había llamado la atención por ese verso ni por ningún otro. El poemario había viajado hasta la Feria Internacional del Libro de La Habana. Pero cuando la Feria llegó a Holguín, Triana, frente a la Biblioteca Provincial “Alex Urquiola” y para toda la ciudad de Holguín, pronunció un discurso contra ese libro que había sido publicado por Ediciones La Luz.
Inmediatamente, parte de la audiencia que lo escuchaba corrió a la librería a comprar el libro. Días después, me tocó presentar el libro en la misma feria y tuve a dos personajes funestos frente a mí como invitados: el ideológico del PCC y una señora de esas oficinas. En ese tiempo, Miguel Díaz-Canel dirigía los destinos de la provincia de Holguín como primer secretario del Partido. Toda la atmósfera que se generó por la edición de ese libro, del cual yo fui el responsable, terminó en un análisis junto con los escritores de la Asociación Hermanos Saíz para discutir el horror de que Ghabriel Pérez hubiera permitido un verso disidente. Esa reunión terminó muy mal o muy bien, pues yo me levanté y lancé mi anticomunismo, declaré que era anticomunista desde que estaba en el vientre de mi madre, que Niurka no tenía culpa alguna por ese verso y Borges, mucho menos, por supuesto. A partir de ahí, rompí con mi puesto de editor. Desde entonces, soy una persona sin una plaza fija en esta ciudad, pero dije “Dios proveerá” e inmediatamente surgió el sello editorial “Cáritas Holguín” en la Iglesia Católica, a la que pertenezco. He sobrevivido como editor en la Iglesia y en algunas publicaciones independientes. No obstante, dos o tres veces al año corro la suerte de que algún amigo se atreva a invitarme a alguna actividad del entorno cultural de la ciudad. También considero que no debo esperar más, pues mi postura es bastante frontal. Yo jamás vacilo en escribir “DICTADURA”, en mayúsculas.
―¿Has sufrido alguna forma de acoso o censura debido a tus escritos y opiniones?
―He sufrido acoso y censura, pero ellos [los comisarios del régimen] son muy inteligentes y probablemente estén guardando alguna imagen mía leyendo feliz un texto en público en sus archivos digitales para luego utilizarla y presentarla como si no me hubieran censurado nunca. Lo importante es que tengamos la conciencia tranquila y sigamos adelante.
Pero quiero situarme en el año 2020, en plena pandemia de COVID-19. Uno de esos días, a las 7:00 de la mañana, una ambulancia no solicitada llegó a mi casa. Es algo increíble, pues una ambulancia para un enfermo puede tardar mucho tiempo en llegar o incluso nunca llegar. Sin embargo, a mí me enviaron una ambulancia.
Cuando abrí la puerta, la doctora que venía al frente me dijo que era para llevar a mi madre al Hospital Lenin para hacerle unos análisis. Yo le dije que mi madre no necesitaba esos análisis y me di cuenta de lo que estaba ocurriendo, otra artimaña. Fue por la convocatoria de una marcha en el parque central de Holguín en protesta por el asesinato de un joven afrocubano, cometido por un policía en La Habana. Enviaban la ambulancia para desviarme de esa marcha.
Despedí a la ambulancia, a los médicos y a los ambulancieros. Luego fui a Facebook y anuncié que el próximo domingo iría al parque y diría uno de mis poemas frente a la estatua de Calixto García Íñiguez.
Al amanecer del domingo siguiente, un militar llegó a mi casa con una citación para las 10:00 de la mañana. Me entregó la citación y aún en su presencia escribí en el papel “NO VOY A IR”. Él se despidió con esa noticia y una hora después vino un policía en una moto a buscarme.
Yo cerré la puerta y rompí una tablilla de la ventana del cuarto que da hacia la calle. Ahí es cuando armé mi gran discurso contestatario y enteré al barrio de que en esa esquina vivía un opositor al régimen.
―¿Cómo te sientes al ser una voz disidente en un entorno donde la libertad de expresión es restringida?
―Me siento realizado, un ser libre dentro de todo lo que hago. En 2021, publiqué en Facebook una crónica en la que hablaba de mis 30 años de disidencia, desde la vez que lancé mis proclamas de euforia tras escuchar Radio Martí y La Voz de la Fundación. Mi festejo incluía mi agradecimiento a las voces de Ninoska Pérez Castellón y Jorge Mas Canosa. En celebración, publiqué la crónica. En ella detallaba las pequeñas disidencias que había llevado a cabo en esos 30 años y la primera persona que hizo un comentario fabuloso fue Yoani Sánchez. Eso, por supuesto, molestó mucho a las autoridades. Había logrado evadir la citación que tenía para la Policía por mis escritos en Facebook hacía meses. Ya no les quedó más remedio que vigilarme cuando saliera de casa, me secuestraron en un carro de la Policía política y me llevaron hasta [la unidad de] Procesamiento Penal, en las afueras de la ciudad. A causa de este secuestro, mi madre se mantuvo sola más del tiempo habitual. Ella estaba postrada y necesitaba de mí. Yo había salido para buscar comida y otras cosas. Ese día mi madre almorzó a las 4:00 de la tarde.
Te reitero que al ser una voz disidente me siento realizado. Si el hecho de que yo expresara mi festejo en las redes fue motivo de que ellos lanzaran todo un operativo contra mí, minúsculo ser en una provincia con más de un millón de habitantes, pues me siento realizado. Uno cuenta que hubo un carro policial, pero sabemos todo el operativo que hay detrás, que te siguen durante todo el tiempo en la ciudad como si persiguieran a un terrorista. Cuando me condujeron hasta las afueras de Holguín, trataron de convencerme de que era un mercenario pagado por el imperio. Me hicieron un video, de esos que ellos pasan en los programas de Humberto López. Quizás algún día tenga la “dicha” de aparecer en semejantes programas, donde saldré manipulado; no será mi verdad. Me preguntaron si me pagaban por las publicaciones y se molestaron por mi amistad con los jóvenes de San Isidro; por supuesto, les dije que al publicar en una revista, ya sea oficial o independiente, recibes el pago de tu trabajo. Pero ellos lo interpretan todo según la manera en que conciben la vida de los otros, planeando para las mentes libres opresión y ostracismo.
―Hace unos meses tu casa fue apedreada. ¿Podrías ofrecer detalles de ese hecho?
―Antes de eso, el 7 de diciembre [de 2023], robaron algo dentro del bolso con el que salgo todos los días a la calle. Me robaron mis tarjetas de crédito, mi carnet de identidad y tres memorias USB en las que conservaba mucho material periodístico y literario. Ese robo fue muy extraño. Había estado todo el día en la calle, visitando a una prima. Cada 7 de diciembre se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Reinaldo Arenas, y esa tarde estuve en una institución cultural a propósito de la lectura de una amiga poeta, a la que yo también fui invitado para leer un texto en homenaje a Arenas. Regresé a casa no muy tarde en la noche, y al día siguiente me di cuenta del robo. Pienso que esa situación no fue al azar.
“La madrugada de los cristales rotos“, como titulé el post en las redes, fue el 31 de enero. Muchas veces en las noches sentía golpes en la puerta o en alguna pared, y pensaba que se trataba de pesadillas. Pero esta vez me asusté más porque escuché el ruido fuerte de los cristales rompiéndose en mi ventana. Me levanté y fui hasta la sala, y cuando abrí las cortinas vi que había una piedra y muchos vidrios en el piso.
A partir de entonces, comencé a padecer de la presión alta y debuté con gastritis. Esas enfermedades no existían en mí. Esos sucesos cambiaron mi vida, afectaron definitivamente mi salud. Viví mucho estrés en esos días.
―¿Qué papel crees que tienen los escritores y poetas en la lucha por la libertad y los derechos humanos?
―Es determinante, yo diría. El Demonio de Birán (porque evito decir el nombre de ese ser a quien en 1961 se le ocurrió lo que se conoce como “Palabras a los intelectuales”), desde temprana fecha amenazó a los escritores e intelectuales cubanos. Desafortunadamente, una parte de la intelectualidad en ese tiempo aceptó que le tapara la boca y la dominara. Tiempo después, la censura y la autocensura siguen presentes, aunque la mayoría perdió el miedo.
Siempre han existido voces cívicas que nos han acompañado, y gratamente aparecen más y más voces que rompen con la inercia. Se me ocurre destacar algunas de las más firmes contra el régimen dictatorial. Desde un principio estuvo Heberto Padilla, con su poesía, y en la casi totalidad de sus vidas, María Elena Cruz Varela, Raúl Rivero, Rafael Alcides, Tania Díaz Castro… pero la voz definitiva, lo digo con orgullo holguinero, es Reinaldo Arenas, que lo hizo con su obra, con su discurso político, poniendo el cuerpo en una cárcel por dos años, lo hizo con su sufrimiento de abandonar la patria, los campos de su vida, por marchar al exilio y dejando en el último minuto de su vida un manifiesto de libertad insuperable.
―¿Crees que tus obras y tu postura política han logrado generar algún impacto o cambio?
―Sí, pienso que si mis textos son contestatarios y mi postura política es de oposición, definitivamente estoy convocando y contribuyendo al cambio. Por ejemplo, varias personas que siguen mis publicaciones en redes se me acercan en la calle para darme las gracias por lo que hago. Eso, de algún modo, los hace sentirse un poco más libres y perder el miedo. Algunos me han dicho: “Mira, ya no te puedo dar like porque en el trabajo me dijeron que no puedo ni siquiera seguirte”. Y hay muchas personas que rompen con eso y saben oponerse a sus jefes, incluso a sus familiares que intentan prohibir que apoyen al que disiente. Pues yo prefiero dar este mensaje de libertad, que no es el que está dando el NTV. Y pienso que si hay tantas personas detenidas en Cuba y muchos hemos sido llevados a una unidad policial por nuestras publicaciones, definitivamente eso quiere decir que estamos generando cambios en la sociedad.
―¿Qué consejo le darías a otros artistas y escritores que enfrentan situaciones similares de censura y acoso?
―Yo nunca podré comprender cómo es que tantos artistas e intelectuales cubanos se dediquen a la lectura de voluminosos tratados filosóficos y a las grandes obras de todos los tiempos, y aun así sigan atados al grillete de la autocensura.
En mi opinión, mis valores con respecto a la libertad llegaron desde mi niñez. Desde pequeño, leí en la Biblia la frase de Jesús que dice: “La verdad os hará libres”. Y tempranamente me identifiqué con el Martí que dijo: “Para Cuba que sufre, la primera palabra”. Esos fueron mis dos primeros paradigmas: Cristo y Martí. Y lo adquirido desde entonces no tiene cambio, nada me hará perder el compromiso y el civismo con que debo presentarme ante el prójimo, ante la sociedad, ante el mundo.
Mi mensaje es que no es posible vivir con la conciencia tranquila si te conviertes en cómplice de una dictadura que está a punto de cumplir 70 años. Eso es así de simple y de sencillo.
―¿Cuáles son tus proyectos futuros como narrador y poeta?
―Mi gran proyecto literario ahora mismo es poner punto final a la novela que escribo, “Café Gibara”, en la cual el protagonista está en el Boulevard de Holguín y, al conocer que las cenizas del Demonio de Birán vienen de La Habana para Oriente, decide fugarse hasta Gibara. Allá se encuentra con otros dos personajes: uno que sale desde Banes huyendo de Fulgencio Batista y otro que está esperando la llegada del primer presidente, don Tomás Estrada Palma. Debo lograr que todo eso confluya de la manera más verosímil para poner punto final a ese proyecto de novela.
―Por último, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a aquellos que te han apoyado a lo largo de tu carrera y a aquellos que aún no conocen tu trabajo?
―La necesidad de procurar, lograr y mantener una mejor unidad entre los cubanos que soñamos un país de libertad y democracia. Hay una falta de unidad enorme entre cubanos de bien y una abundancia de irrespetos que asusta.
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