Luces y
sombras de la agricultura cubana (II)
Zoom a la tierra
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - No se concibe una agricultura en términos
de desarrollo sostenible sin que en la misma no esté presente un elevado
componente ecológico, en lo esencial manifestado en el cuidado de las
tierras mediante su explotación racional, y en una política
forestal que contribuya al balance del medio ambiente. Lugar común en la
relación entre árboles y aguas, ese otro actor de la ecología
en agricultura.
Aunque especialistas de prestigio como el doctor Nicholas Remple han señalado
que en la Cuba de fines del siglo XX e inicios del XXI existe la "tendencia
a lo verde", las estadísticas oficiales indican que esa tendencia
ocurre en medio de tensiones de todo género. Diez años después
de la alianza con la ex Unión Soviética, aún se percibe
cuan extensamente se atentó contra las tierras de Cuba por medio de la
explotación agrícola alejada totalmente de patrones ecológicos.
Según estudios edafológicos realizados en 1996, el 68 por
ciento de los suelos investigados clasificaba como poco o muy poco productivo;
14,9 por ciento presentaba salinidad o sodicidad y 37,3 por ciento erosión
de muy fuerte a media; 40,3 por ciento sufría de mal drenaje; 44,8 por
ciento de baja fertilidad y 37,3 era víctima de la compactación
natural.
Asimismo, el 40,3 por ciento presentaba acidez; el 69,6 muy bajo contenido
de materia orgánica, el 37,3 baja retención de humedad y el 11,9
por ciento pedregosidad y rocosidad. La desertificación en zonas húmedas
llegaba al 12,1 por ciento, mientras en las secas alcanzaba el 10,6 por ciento.
Muy ilustrativo de las tensiones señaladas es el balanceo forestal de
la isla. Si bien es cierto que el área boscosa creció desde dos
millones 621 mil 700 hectáreas en 1990 a dos millones 924 mil 900 en
1997, para pasar a ser el 68,2 por ciento de la superficie no agrícola y
el 26,7 de la tierra firme (excluye cayería), semejante progreso incluye
estos botones de muestra: la reforestación disminuyó de 67 129,6
hectáreas en 1996 a 48 750,5 en el 2000, para una caída media
anual de 7,7 por ciento, y los incendios forestales totalizaron 1473 entre 1996
y el 2000, para así perjudicar a 42 755 hectáreas, de éstas
22 900 en 1999.
Cuba, verdad es, invierte cada vez más en protección del medio
ambiente, al punto de haberlo hecho al ritmo medio anual de 216,6 por ciento
entre 1998 y el 2000. Pero las partidas dedicadas al empeño son aún
insignificantes al relacionarlas con los indicadores macroeconómicos, o
con lo que reciben del Estado sectores de la vida productiva que han demostrado
gran capacidad para despilfarrar dinero.
Por lo menos en principio, difícil será que Cuba logre avances
de Primer Mundo en sus producciones y rendimientos agrícolas, si no
realiza fuertes inversiones en materia ecológica. Quizás sea ésta
la mayor apuesta de futuro, por sí misma trascendente al contrapunto político
alrededor de Fidel Castro. Una Cuba ecológica debe construirse desde
ahora: a buen entendedor, pocas palabras.
Sin embargo, la crisis ecológica no debe hacer que se pierdan de
vista los interesantes procesos que alrededor de la tenencia de tierras y su
utilización se están produciendo en Cuba, y en los cuales alternan
lo positivo y lo negativo. En general, a tono con lo que ocurre en el área
forestal, se observa una cierta mejor utilización de los espacios no agrícolas
del país, ascendentes al 39,1 por ciento de la superficie de tierra
firme.
No ocurre así con la superficie agrícola, signada por un
creciente "desempleo" de la tierra. Si en 1990 la superficie cultivada
fue el 40 por ciento de aquella, en 1997 había descendido al 33,7 por
ciento. Pastos naturales y terrenos ociosos ascendieron de 21 por ciento en 1990
a 27,2 por ciento en 1997, en un avance donde la presencia del marabú
parece la invasión de los bárbaros, además de señalar
con índice acusador a quienes han descuidado la formación de una
base de piensos nacionales, al no existir políticas verdaderamente
fundamentadas para hacer de cultivos como el maíz el recurso para
aprovechar bien esas tierras.
¿Cuáles son las tendencias visibles en ese desaprovechamiento de
los suelos? ¿Cómo se relacionan tenencia de la tierra y mayor empleo
de ésta? Responder a esas preguntas pasa por recordar las
transformaciones agrícolas ocurridas desde 1993 hasta la fecha, entre las
cuales sobresalen la creación de las Unidades Básicas de Producción
Cooperativa (UBPC), la entrega de tierras en usufructo para determinados
cultivos y la creación de los mercados agropecuarios, hoy el sistema
comercial más dinámico de Cuba. Menos resaltado, pero no menos
importante, es el hecho terco de la formación en la isla de un sector de
campesinos desvinculados en todo o en parte del sistema estatal. Orlando Lugo
Fonte, presidente de la oficiosa Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), les estimó en unos 14 mil. Dentro de ese grupo
social se encuentra una verdadera maraña de productores de todo género:
desde parceleros y agricultores familiares, hasta campesinos rebeldes que no se
integran al sistema aunque los enyuguen como a los bueyes.
De hecho, y las cifras lo demostrarán, ellos han constituido una
especie de segunda economía agrícola cuyas relaciones han sido
insuficientemente estudiadas, pero que indican la presencia de una sociedad
civil emergente en el mundo agrario de Cuba. Por lo tanto, a los efectos de esta
investigación, se considerarán tres sectores agrícolas: el
estatal; el paraestatal, integrado por las UBPC, las Cooperativas de Producción
Agropecuaria (CPA), las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y
campesinos dispersos vinculados a la ANAP, de uno u otro modo; y el
independiente, conformado por esos productores dispersos, nada fáciles de
"atrapar" en las estadísticas oficiales, cuyos informes
fragmentarios obligan a desconfiada búsqueda.
CUADRO 1: Superficie cultivada según
tenencia y estructura de ésta
Superficie
(Miles Ha.) |
Estructura
(%) |
|
1990
|
1995
|
1997
|
1990
|
1995
|
1997
|
Total
|
4453,2
|
3807,3
|
3701,4
|
100,0
|
100,0
|
100,0
|
Estatal
|
3441,4
|
977,8
|
902,6
|
77,3
|
25,7
|
24,4
|
Paraestatal
|
969,0
|
2783,6
|
2749,8
|
21,7
|
73,1
|
74,3
|
Independientes
|
42,8
|
45,9
|
49,0
|
1,0
|
1,2
|
1,3
|
FUENTES: Comisión Económica para América Latina,
citando a la Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba. Anuario Estadístico
de Cuba 2000.
Los números gubernamentales revelan que se ha producido y se está
produciendo una transformación radical en la tenencia de la tierra,
asunto que ha sido tratado por diversos analistas con ópticas distintas.
Pero, a mi entender, lo más importante de este proceso es la formación
de tres sectores cuya relación con el gobierno de Fidel Castro es
diferente, sobre todo ante la existencia del mercado agropecuario.
Un crítico apuntará que no se puede considerar como sector a
unos miles de personas que laboran en el uno por ciento de la superficie
cultivada de Cuba, y hasta algún gacetillero de la prensa oficiosa opinará
que este periodista está "inventando". Tiempo al tiempo, ya se
verá qué hacen los independientes con ese miserable uno por ciento
de tierra trabajada.
Por lo pronto, una tendencia bien observable. Mientras más cercanos a
la propiedad sobre sus medios están los agricultores, mayor empleo hacen
de la tierra, a pesar de las carencias visibles en la explotación de ésta.
CUADRO 2: Explotación de la
tierra agrícola según tenencia en 1997 (%)
Sector
|
Superficie
Total |
Cultivada
|
Nocultivada
|
Pastos
|
Ociosa
|
Estatal
|
33,4
|
13,5
|
19,9
|
13,7
|
6,2
|
Paraestatal
|
65,5
|
41,1
|
24,4
|
19,4
|
5,0
|
Independientes
|
1,1
|
0,8
|
0,3
|
0,1
|
0,2
|
Total
|
100,0
|
55,4
|
44,6
|
33,2
|
11,4
|
FUENTES: Cálculos del autor sobre superficie agrícola
total ascendente a 6686,7 miles de hectáreas. Anuario Estadístico
de Cuba 2000.
Si se hace un par de cálculos sobre la base del CUADRO 2 se verá
que los estatales cultivan el 40,4 por ciento de la tierra bajo su jurisdicción
; los paraestatales el 62,7 y los independientes el 72,7, razón por la
cual sospecha este periodista que los partidarios de entregar la tierra en
propiedad a quienes la trabajan se van a sentir muy felices.
Son las estadísticas gubernamentales las que aconsejan emprender una
reforma agraria en esa dirección, incluso considerando las experiencias
positivas y negativas de estos años, en los que las UBPC devienen el
mejor material de estudio. Su conocida crisis se explica, así, desde el
sencillo argumento de que sus trabajadores no las consideran suyas. Así
de simple, compadre, se diría a la vera de las canturías guajiras
y la botella de ron.
Un zoom a la tierra ha permitido observar las tendencias en la explotación
agraria del suelo cubano, así como incursionar en un conjunto de serias
carencias ecológicas que exigen mucho más de la atención
que ya se le está dando.
Es evidente que las transformaciones habidas en el agro de Cuba han
configurado la existencia de tres sectores agrícolas, cuyo ejercicio al
interior de la isla reservará nuevas sorpresas. Este periodista llama
independientes a quienes la estadística oficial nombra "otros".
Toca, entonces, analizar su extraño caso, cuya primera pista aparece en
la agricultura no cañera.
Luces y sombras de la agricultura
cubana (I)
Luces y sombras de la agricultura
cubana (III)
Luces y sombras de la agricultura
cubana (IV)
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