LA HABANA, Cuba. – El maltrato animal está prohibido en la Isla por decreto-ley. Quienes maltraten, promuevan peleas o causen la muerte de algún animal, incurren en un delito sancionado con multas de hasta 4.000 pesos. La normativa excluye a los gallos de lidia, cuya crianza y peleas están arraigadas en la cultura criolla. También porque son un gran negocio.
Las peleas de gallos en vallas o palenques particulares son ilegales desde 1968. Se abolieron en interés de eliminar las apuestas de dinero, las ventas no controladas de alcohol, la prostitución, la violencia y otros vicios habituales en los sitios donde se llevan a cabo las peleas.
Sin embargo, en 1980 las autoridades abrieron una nueva puerta a la tradición de enfrentar gallos, pero esta vez administrada por instituciones estatales bajo la sombrilla de encuentros deportivos y en escenarios supervisados por la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), sin apuestas ni publicidad.
Paradójicamente, los únicos autorizados para organizar las lidias son los clubes gallísticos de la Empresa Nacional de Flora y Fauna, entidad que, dirigida por el comandante Guillermo García Frías, entre otras funciones debe proteger la flora y la fauna. La Finca Alcona, situada en las afueras de La Habana, es el club más importante de todos. Desde allí se supervisan las demás vallas legales.
Según ilustra Daniel Rodríguez Morales, un antiguo trabajador de Flora y Fauna, durante los primeros años las ferias de Alcona eran internacionales y solo los extranjeros podían presenciar las peleas. No fue hasta 1993 que se permitió a los nacionales acceder al coliseo (valla).
“Fue la época en que se despenalizó el fula [dólar]; se dieron cuenta que había cubanos que podían pagar como yumas [extranjeros]”, cuenta el hombre, y sonríe. “Luego dejaron de hacer las ferias internacionales y los turistas se perdieron, pero con los galleros y las familias que venían a pasar el día era suficiente”.
Un negocio redondo
Más que animales, los gallos son un producto exportable y la Finca Alcona posee el criadero más prestigioso del país. Sus ejemplares se venden en países de Latinoamérica como Puerto Rico, México, Ecuador, Colombia y República Dominicana, o incluso en Europa, según dejaron saber trabajadores del lugar que pidieron anonimato.
Los casi 60.000 criadores asociados al club no llegan a beneficiarse del jugoso negocio. De acuerdo con Alberto Martínez Ojeda, uno de los afiliados, los compradores internacionales suelen pagar 300 dólares por cada pollo ―crías listas para entrenar o pelear― y, si tiene el pedigrí de un “gallo matón”, la cantidad puede superar los 500.
“Ese negocio pertenece a Flora y Fauna, que es lo mismo que decir Guillermo García. La gallería es de él, todo el mundo lo sabe. Nosotros quisiéramos poner algún que otro pollo, y no dan chance”, puntualizó Martínez, quien alega que “entre cubanos cuesta trabajo caminar [vender] un pollo en más de 100 dólares”.
Daniel Rodríguez Morales explica que el comercio de animales es un rubro rentable para Flora y Fauna, que también cuenta con fábricas de helado, mataderos, empacadoras de cárnicos y sitios de esparcimiento, entre otros negocios. Además de los gallos finos, Alcona “tiene recrías de caballos, criaderos de cocodrilos y de flamingos”, dijo.
Las peleas generan otros ingresos
Ambientado acorde a las tradiciones campesinas, con restaurantes, parrilladas y cafeterías, entre octubre y julio Alcona acoge a miles de aficionados a las peleas. La primera parada de la temporada comienza el 10 de octubre, cuando tradicionalmente se celebra una feria denominada la “Fiesta del Pollo”.
En teoría, ese día nada más pueden pelear los novicios, aunque los criadores aprovechan la oportunidad y presentan ejemplares con experiencia. Las entradas al recinto son baratas, no así el precio de las comidas criollas, demás alimentos y bebidas, muy por encima de los que tienen otros centros gastronómicos de la ciudad.
Uno de los trabajadores consultados por CubaNet comunicó que este 10 de octubre la finca vendió unas 500 cajas de cerveza Cristal y Bucanero. “Fue una locura, había más de 1.000 personas aquí. El mostrador no se vaciaba y las mesas no paraban de hacer pedidos de cervezas y comidas. Entre todos los locales se recaudaron millones de pesos”, acotó.
Mario Herrera Cardona es uno de los clientes habituales de Alcona. Los gallos son la justificación para asistir, aunque lo importante para él es pasar un día fuera de la rutina del hogar, con la familia y amigos que comparten el mismo gusto por las peleas. El ambiente lo cautiva, reconoce, a pesar del desembolso que implica visitar el lugar.
“No son los tres kilos que se juegan a los gallos, lo que te cuesta aquí es comprar almuerzo y merienda. Esto es estatal, y todo vale un ojo de la cara”, destacó Herrera.
La entrada a la finca cuesta 50 pesos, el doble del año anterior. El paso a la valla va de 350 a 600 pesos, según la ubicación dentro del coliseo.
“Las hamburguesas y panes con lechón están en 500. Las comidas, todas, por encima de 1.000. Los pomitos de refresco (350 mililitros) en 160. La cerveza 200 pesos. Todo supercaro, cualquier familia gasta con facilidad más de 30.000 en un día”, confirmó.
Una fachada que no convence
Los gallos son “una mina de oro por donde quiera que los mires”, dice con seguridad Isaac Robaina Canales, un señor de 76 años que le viene de cuna la tradición de criar y pelear estas aves: “Tumbaron el monte [vallas particulares] para no tener competencia, no son bobos”, asiente el veterano gallero.
En temporada, Robaina viene casi todos los sábados desde Güira de Melena, en Artemisa, a probar suerte en Alcona con sus “fieras”. El resto del tiempo los pelea en las vallas clandestinas, donde apenas existen reglas y entre ron, cervezas y juegos de azar “el billete corre por ligas”. El Gobierno las prohíbe, pero no las persigue mucho.
En las vallas legales “igual se hace de todo”, con un disimulo que es más cortesía que temor hacia los celadores. “El dinero se pasea en la cara de los encargados”, quienes se hacen los de la vista gorda y “de vez en cuando también le ponen sus pesos a las patas de un gallo”, revela Robaina.