LA HABANA, Cuba.- Dicen que fue la cantante Rita Montaner quien apreció, en su justa medida, el arte de Celeste Mendoza. Fue la soprano quien, al verla cantar y bailar rumba con tanta gracia, la definió como una “verdadera estrella”, y terminó bautizándola como Reina del Guaguancó.
Celeste Mendoza nació en Santiago de Cuba, en abril de 1930. Con apenas veinte años inició su carrera en los cuerpos de baile del Teatro Martí y el Cabaret Tropicana. En 1951, junto a su hermana Isaura Mendoza, Omara Portuondo y Gladys León, conformó un cuarteto dirigido por Facundo Rivero. Un año después, se lanzó a hacer carrera en solitario, presentándose en espectáculos y programas de radio.
En 1953 debutó en la televisión. Su fama creció, llovieron los contratos y no hubo teatro que no abriera sus puertas, ni público que no se rindiera ante aquella voz capaz de transmitir la sensualidad, el gozo y la picardía del guaguancó.
Fue de las primeras estrellas en interpretar el bolero-ranchera y otros géneros que, con su increíble versatilidad, llevaba al ritmo de guaguancó. Popularizó canciones de afamados compositores como José Alfredo Jiménez, y actuó junto a artistas cubanos de la talla de Benny Moré, Fernando Álvarez, Blanca Rosa Gil, Los Papines, la Orquesta Aragón y el Conjunto Sierra Maestra.
Rogelio París la incluyó en su documental Nosotros, la música, que ofrece una interesante mirada sobre la música popular cubana de los años sesenta del siglo XX, con los más connotados intérpretes de la época, como Miguelito Cuní, Chapotín, Bola de Nieve y otros fuera de serie, en una comunión irrepetible de lo mejor del acervo sonoro de la isla, incluido el guaguancó, en la voz inigualable de su reina.
Celeste Mendoza se presentó en Puerto Rico, Venezuela, México, Panamá, Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania y la desaparecida Unión Soviética. Tuvo oportunidad de compartir escenario con estrellas de talla mundial como Joséphine Baker, Edith Piaf, Ninón Sevilla, Carmen Miranda y Pedro Infante.
En Cuba fue ovacionada hasta el delirio y se convirtió en la protagonista de otros cuatro documentales realizados por el ICAIC. Sus discos, donde la rumba ocupó un espacio preponderante, junto a otros géneros de la música cubana y canciones latinoamericanas, fueron reeditados en Canadá, Venezuela y Francia.
Celeste Mendoza recibió numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera, entre ellos el Premio Cubadisco junto al grupo Los Papines por el álbum El Reino de la Rumba. Pero sin dudas, nada le hizo más justicia que el calificativo con el que, hasta hoy, la definen los cubanos: la Reina del Guaguancó.