FORT PIERCE, Estados Unidos.- El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, se ha pronunciado enérgicamente contra el gobierno venezolano, algo que tiene su precedente en el histórico hecho que recientemente tuvo lugar al activar la Carta Democrática de dicha institución, lo que podría llevar a la suspensión del país de ese organismo panamericano.
Almagro —que desde que asumió la secretaría de la OEA ha tenido como principal foco de atención el tema venezolano— se ha referido a la existencia de presos políticos, y de manera particular al tratamiento que se les da en las cárceles de este país, a la represión sostenida contra la oposición, así como a la ausencia de derechos civiles y políticos de la sociedad venezolana.
La situación política de Venezuela se ha agudizado en los últimos meses. La tensión en torno al revocatorio para eliminar al presidente ha desencadenado fuertes reacciones. En este sentido se destaca la convocatoria para una manifestación este primero de septiembre con el objetivo de exigir una fecha definitiva para el revocatorio, acción que reunirá a toda la oposición de la capital, lo que pretende ser una de las más grandes manifestaciones de su historia.
A esta compleja situación política se une la crisis económica que enfrenta el país, la peor en los últimos años. Miles de venezolanos atraviesan las fronteras colombianas para adquirir alimentos básicos, lo que ha reconocido el secretario de la OEA y ha calificado como crisis humanitaria y ética. El éxodo hacia otras naciones de la región es cada vez mayor. Ecuador está siendo invadido por miles de venezolanos que asumen trabajos por salarios mínimos y en condiciones precarias e irregulares.
En estas circunstancias es lógico que organismos internacionales intenten acceder de manera pacífica y negociada para poner freno a un fenómeno de otra naturaleza que inevitablemente se ve venir: un enfrentamiento armado.
El presidente Nicolás Maduro hace poco anunció abiertamente que estaría dispuesto a un “diálogo” con representantes de Estados Unidos y con su propia oposición, pero al parecer las ideas de los comunistas —al menos en este sentido— no llegan a consumarse en actos concretos, por lo que ha quedado en la agenda.
Mientras, pasan los días entre penurias y violaciones de unos, y viajes y enfrentamientos de otros. Recordemos que en días pasados el mandatario se presentó en La Habana con una delegación de alto rango para celebrar el onomástico del nonagenario expresidente cubano, mientras el pueblo permanece en la miseria y envuelto en la violencia desatada por la supervivencia.
Llama poderosamente la atención de politólogos, historiadores, filósofos y de todos aquellos interesados en la política del mundo —al menos los que intentan ir más allá de las consecuencias expresadas en actos concretos e indagar en los móviles o elementos desencadenantes de los conflictos en sí— que la situación política y social de Cuba no difiere tanto de la de Venezuela, aun cuando los contextos son diferentes para cada país y existen peculiaridades que distinguen de manera particular a ambas naciones.
Sin embargo, mientras el país suramericano es analizado y cuestionado por organismos e instituciones continentales, el gobierno de Estados Unidos intenta reforzar sus medidas en lo económico, a la vez que presiona en lo político, Brasil y Paraguay le niegan su protagonismo en MERCOSUR, y la opinión internacional de manera general se pronuncia en contra de su régimen totalitarista; el gobierno cubano —el modelo en el que Chávez se inspirara— permanece haciendo de las suyas y de manera paradójica estrecha lazos fraternos lo mismo con el máximo líder de la Iglesia Católica Mundial, con el Sumo Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, con el presidente de los Estados Unidos, con mandatarios de Corea del Norte o con representantes de organizaciones políticas de la región centroamericana.
No obstante, respecto a Cuba todos guardan silencio. No se habla de referendos revocatorios, de posible plebiscito, de los abusos cometidos contra los opositores, de los prisioneros políticos que el gobierno niega, de la ausencia de libertades de toda naturaleza, sin entrar en detalles acerca de la difícil situación económica que ha hundido al país y lo ha llevado a uno de los peores peldaños en el mundo.
La Habana sirve como punto de reunión para el debate y la toma de acuerdos de paz de conflictos colombianos; aunque en sus propias calles tenga lugar la peor represión de su historia. Mujeres que marchan pacíficamente son brutalmente golpeadas por agentes policiales, periodistas independientes son detenidos, el líder opositor Guillermo Fariñas agoniza tras más de un mes en huelga de hambre y sed como reclamo al gobierno cubano para el cese de las golpizas a los opositores, pero los Castro permanecen intocables.
El fortalecimiento de los lazos con Irán y Corea del Norte son elementos claves que demuestran la verdadera naturaleza de la dictadura comunista cubana. La reciente visita del Canciller de Teherán, Mohammad Javad Zarif, para ratificar convenios de trabajo con un país involucrado en programas de armas nucleares, así como de Kim Yong-chol, miembro del Buró Político del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC), país que sobresale con su carrera armamentista y sus ensayos nucleares retomados con la producción de plutonio, son ejemplos más que convincentes para estar alertas.
El gobierno cubano exige, amenaza, promueve, provoca, participa de dudosas acciones y de inescrupulosos proyectos, pero no pasa nada, están destinados a permanecer por la eternidad en una nación, que como Venezuela se desmorona día a día.
Cuba no pertenece a la OEA. Fue expulsada de esta institución en 1962 mediante la resolución VI adoptada en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, lo que quedó sin efecto en el trigésimo noveno período ordinario de sesiones de la Asamblea General, realizada en el 2009 en San Pedro Sula, Honduras, pero los Castro determinaron de manera premeditada quedarse aislados, eludiendo el diálogo, con lo que evitan ser inculpados por esta institución rectora.
Mientras organismos internacionales se sensibilizan con la causa de Venezuela, Cuba sigue en una prolongada espera como si burlara las leyes de la filosofía y de la historia. Es necesario que el fenómeno político y social cubano sea analizado con la misma óptica y desde similar perspectiva con que es asumida la situación venezolana.
El aislamiento de Cuba no podrá continuar extendiéndose en el tiempo, lo que lamentablemente podría ser demasiado tarde para cuando despierte el interés de todos aquellos involucrados con la paz mundial y los derechos ciudadanos. Este es el momento y la comunidad internacional lo sabe. Los Castro y sus seguidores no pueden continuar siendo intocables en el contexto del mundo actual y ante los retos y desafíos que enfrentan aquellos que intentan hacer justicia.