NAPLES, Estados Unidos.- La primera vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador concluyó el pasado domingo 19 de febrero con el triunfo de Lenín Moreno, representante del Partido Alianza País, de tendencia izquierdista, seguido por el líder de la derecha opositora Guillermo Lasso, candidato por el Movimiento CREO-SUMA.
Las elecciones se celebraron con la presencia de observadores de UNASUR y de la OEA, entre otras misiones, aunque sin la participación de la Unión Europea. No obstante, una serie de irregularidades caracterizaron al proceso eleccionario, entre las que se destacan el retraso en la información exacta de los resultados, la retención del veredicto final por tres días, la inconsistencia de varias actas, la demora en la entrega de la información de algunas provincias, y la denuncia de ciudadanos que al tratar de ejercer su voto ya aparecían registrados como que lo habían hecho, entre otras inexactitudes; elementos suficientes para poner en duda la transparencia del proceso.
Una manifestación multitudinaria y una vigilia frente a la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE) en Quito, la noche y madrugada del 19 y 20 de febrero, ante la sospecha de acciones fraudulentas dirigidas por el gobierno de Correa que beneficiarían al candidato del oficialismo, fue la acción más significativa de estos días de incertidumbre y grandes tensiones.
Ante la presión popular, el CNE se vio presionado a romper el silencio que pretendió establecer el día 21 de febrero, cuando informó la espera de tres días para conocer los resultados definitivos del escrutinio, respondiendo a los principales medios de prensa ecuatorianos y transmitiendo en vivo para toda la nación desde su página.
Según las últimas declaraciones de Juan Pablo Pozo, presidente del CNE, con el 98,5% de actas escrutadas hasta las 06:11 de este 22 de febrero, el candidato Lenín Moreno, por Alianza País, obtuvo el 39,33%, y Guillermo Lasso, por el Movimiento CREO-SUMA, logró el 28,19%, por lo que la tendencia está establecida, y con el ínfimo por ciento que falta por escrutar no admitiría variación, lo que significa que tendrá lugar una segunda vuelta el próximo dos de abril.
Desde 1979, el presidente y vicepresidente son elegidos en sufragio directo en una misma papeleta. Gana el candidato que haya obtenido más de la mitad de los votos válidos; de lo contrario se recurre a una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. A partir de 1998 también un candidato puede ser ganador si es que obtiene más del 40 por ciento de los votos, siempre que tenga una diferencia de al menos un 10 por ciento sobre el segundo candidato.
Este primer lugar de Alianza País no significa necesariamente una continuidad del correísmo. La segunda vuelta será definitoria para el verdadero triunfo de la derecha, por cuanto se supone que los simpatizantes del resto de los candidatos de la oposición se sumen a los seguidores de Guillermo Lasso.
La candidatura del partido oficialista Alianza País, integrada por el binomio Lenín Moreno y Jorge Glas, aspirantes a la presidencia y vicepresidencia respectivamente, se mantuvo en el primer lugar de la preferencia popular según datos de varias encuestadoras. No obstante, fue perdiendo seguidores de manera progresiva en la medida que se acercaban los comicios electorales.
Varios elementos contribuyeron a mantener ese lugar preferencial a pesar del complejo panorama social y político de Ecuador bajo el mandato de Rafael Correa, líder del mismo partido, cuyo gobierno no solo fue perdiendo su aceptación popular sino que se ganó el rechazo de los ecuatorianos en los últimos tiempos.
Se sabe que Lenín Moreno contó con el apoyo del gobierno de Rafael Correa y, de manera particular, con una desmedida propaganda hecha por el propio mandatario no solo dentro del país sino además en el exterior. Recordemos que Correa dejó para las últimas semanas visitas oficiales a España, Estados Unidos e Italia, justo los países con el mayor número de migrantes ecuatorianos, con los que se reunió desde la perspectiva de aparentes encuentros fraternales, cuando en realidad el propósito era la promoción para la continuidad del correísmo, ahora no a través de su persona, sino del candidato a la presidencia Lenín Moreno. Para esto acudió a su conocida retórica de resaltar las “bondades” de su revolución ciudadana como parte del proyecto del socialismo del siglo XXI.
Todos los ciudadanos ecuatorianos radicados en el exterior están obligados a votar, por cuanto en Ecuador el voto en los comicios electorales, más que un derecho ciudadano, es una obligación que jamás se ha sometido a debate para convertirla en voluntaria.
Correa utilizó además su tribuna desde las llamadas sabatinas —encuentros del presidente con sus ciudadanos, algo que tiene lugar todos los sábados, en cuyas movilizaciones se utilizan elevadas cifras de dinero y todos los recursos disponibles para trasladar a cientos de pobladores desde diversas zonas hasta el sitio de reunión, el que resulta siempre cambiante— para realizar una labor proselitista promoviendo a su partido Alianza País y a su candidato presidenciable.
Otros factores que fueron determinantes en la conquista de ese lugar cimero han sido, en primer lugar, el hecho de haber estado nominado al premio Nobel de la Paz en 2012, algo que no tiene ninguno de los candidatos en sus biografías. Además de ser enviado de la ONU para personas con discapacidad, así como haber sido el promotor que encabezó desde el 2008 la campaña Sonríe Ecuador, cuyo propósito ha sido fomentar y divulgar valores que contribuyan a la cohesión social y al progreso de la comunidad ecuatoriana, y como médico, psicólogo y administrador público, fue el principal gestor de la misión solidaria Manuela Espejo, el primer diagnóstico de la situación de los discapacitados en Ecuador.
Su visión y concepción es mucho más de carácter social que de naturaleza política; pero lamentablemente responde a los intereses del partido izquierdista Alianza País. Según la estimación de algunos analistas, si llega al poder habrá posibilidad de un diálogo con sectores enfrentados con el correísmo en la última década.
Un análisis del estado de su intención al voto, desde julio de 2016 hasta el presente, deja ver una progresiva disminución de su popularidad. En julio de 2016, según la encuestadora Perfiles de Opinión, Moreno lograba el 44 por ciento de los posibles votos, descendiendo al 28 por ciento el 8 de febrero.
¿Qué factores incidieron para que Lenín Moreno fuera perdiendo de manera progresiva su aceptación como candidato a la presidencia del país a pesar de mantenerse en el primer peldaño?
En primer lugar, su compañero de nómina, Jorge Glas, el actual vicepresidente, quien se ha visto involucrado en los últimos meses en fuertes acusaciones publicadas en diarios panameños, en las que se hacen críticas a su gestión como vicepresidente, en especial tras una publicación en la que se declara que sería mencionado en un informe sobre lavado de activos. Más recientemente, fuentes desde Estados Unidos reportaron que Glas se vio afectado por un escándalo de corrupción a partir de la investigación realizada a varios funcionarios por lavado de dinero y sobornos con la mayor empresa petrolera del país.
Glas ha estado al frente de importantes proyectos en la última década, específicamente en los relativos a cambio de la matriz productiva y sectores estratégicos, los que han sido fuertemente cuestionados respecto a una desmedida corrupción, denunciada por varias fuentes e instituciones internacionales.
El pueblo ecuatoriano rechaza enérgicamente a Jorge Glas, lo que quedó demostrado cuando se presentó en estos comicios a ejercer su voto y las multitudes le gritaron: “Fuera Correa, fuera”, al asociarlo el primer mandatario y a su corrupto gobierno.
De cualquier modo, y siempre con la esperanza de una victoria de la oposición, las elecciones de Ecuador marcan el final de un tenebroso ciclo político —independientemente de cierta estabilidad y un grupo de obras sociales que no podemos dejar a un lado—, en el cual la libertad de expresión ha sido reprimida, los derechos humanos violentados, la prensa libre censurada, la economía del país —a pesar de los aparentes logros difundidos por su presidente-economista— deteriorada al extremo, y los índices de desempleo, subempleo, pobreza y de pobreza extrema, quedado entre los primeros lugares de Suramérica.