LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -En el año 2008, las autoridades abrieron, para el acceso popular, el alquiler y hospedaje en hoteles, así como excursiones y otras variantes de turismo. Pero los precios son demasiado altos. Para alquilarse en la zona turística Jardines del Rey, ubicada en los cayos al norte de la oriental provincia de Ciego de Ávila, hay que ir preparado con no menos de 800 CUC (dólares), en un país donde la inmensa mayoría de la gente no ha visto 100 de éstos juntos en toda su vida. Pues, ya se sabe que aquí los salarios oscilan entre 16 y 23 mensuales.
Luego de pasar por la ciudad de Morón, se va directo a Cayo Coco y Cayo Guillermo. Antes de acceder con el auto, se paga, en CUC, en la zona de peaje. A partir de ese momento, se entra en otro mundo. Pero cuando ya se está debidamente hospedado, con manilla All inclusive, es que comienza la decepción.
Los camareros y el resto de los empleados miran con caras largas. Claro, una es cubana y no da propinas. En las habitaciones, el aire acondicionado no enfría, tampoco la nevera. El teléfono con intercomunicador interno está muerto. Hay que cazarle la pelea al carrito de Mantenimiento y Seguridad para que atienda múltiples quejas. En la propaganda está descrito el hotel como Cuatro Estrellas, pero malamente llega a Tres. Conclusión: un timo.
Si una persona es despierta, se dará cuenta de que en la recepción hay informaciones no reveladas a los clientes, especialmente a los cubanos, a no ser que éstos las soliciten. Por ejemplo, hay que llegar por una misma a la modalidad de “pasadía”, la cual significa que hay derecho a pasar el día en un hotel vecino, sin pago adicional. Además, se cuenta con el servicio del Bus Tur con ida y vuelta a lo largo de los cayos. Técnicamente, han vendido gato por libre.
Una vez que una aprende a descifrar el contexto, tendrá la dicha de largarse a conocer otros hoteles. Entonces quiere pasar de lista, y vuelve a tropezar con nueva decepción. Luego de disfrutar la “pasadía”, se nos ocurre que podemos divertirnos también en la Disco del hotel más animado que hay en el cayo, el cual, por supuesto, no es el nuestro. Regresamos rápido, apurada por comer en la mesa buffet y luego lanzarnos a la fiesta nocturna. Pero la realidad frena en seco: No, la “pasadía” termina a las 6. ¿No se lo informaron en su hotel?, dice un guardián.
Desde que los cubanos entramos a los cayos, hasta que salimos, estamos chequeados por cámaras de vigilancia y otros dispositivos. Con estas revelaciones, una se da cuenta de que el paraíso no es tal. Se convierte en un ser insignificante, atrapado en el “All inclusive”, que también incluye vigilancia, desprecio, mala atención y desinformación. Al final, cuando una sale de ese otro mundo, se va con el resumen de una frase: Te conocí, pero no vuelvo más.