NUEVA YORK, Estados Unidos.- El Gobierno cubano está recibiendo toneladas de ayuda y millones en dinero efectivo que proviene de todas partes del mundo. Sin embargo, sigue cobrando lo poco que le está dando a los damnificados del huracán Irma.
Agua, comida, manta, colchones y cocinillas son entregadas a los sobrevivientes del ciclón, con previa firma de pago, aprovechando una vez más de obtener dinero que va a parar a sus propias arcas.
La dictadura cubana lo único que tiene en mente hoy es recuperar las instalaciones turísticas, para que los visitantes regresen a Cuba a ver la devastación de la Isla, recorran sus escombros y se retraten frente a las ruinas de lo que dejó el paso del peor huracán en la historia de la Isla.
También está, como segundo punto en su lista, mantener al pueblo bajo las riendas para que no se le rebele. Militares recorren las calles devastadas, con la vista puesta en los “alborotadores” para que la situación no alcance a ser un nuevo maleconazo.
La Habana abre cuentas para recibir donativos, en una carrera febril por obtener los preciados billetes verdes, usufructuando una vez más del dolor del pueblo, pero sin dar nada gratis.
Está a la vista el egoísmo del régimen cubano, su avaricia y su cinismo, pero “el bosque impide ver los árboles” al resto del mundo y el buen corazón de la humanidad se abre ante la miseria de un pueblo y un gobierno siempre luchando contra el “Imperio”.
Con frases bonitas se cuenta la historia: “El huracán no doblegó el espíritu de resistencia de los cubanos”.
Tampoco se comenta mucho que el emperador Raúl Castro ni siquiera se ha molestado en recorrer los sitios del desastre, temiendo quizás que sus botas de dinosaurio decadente pueden embarrarse o alguien pueda señalarlo con el dedo que va desnudo.