LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org – Deseamos expresar nuestras opiniones con respecto al paulatino (y para ellos aceptablemente “honorable” y cuasi subrepticio) desmonte estratégico del totalitarismo criollo y su consecuente despreocupada “Piñata”, fundamentalmente orientada hacia un sector de la nomenclatura militar y otros prominentes actores ideológicamente afines.
Pese a la absoluta ineficiencia que ha demostrado el sistema económico dirigista mantenido por el actual gobierno cubano, existen algunas realizaciones que pueden constituir la base de una verdadera recuperación futura en ese terreno, siempre que en Cuba se lleven a cabo cambios profundos.
En ese sentido, podemos citar, como aspectos que en ocasiones se subvaloran, los siguientes:
a) El trasvase Este-Oeste en el Norte de la parte oriental de la Isla, ya casi concluido. Si se echa a un lado el inoperante sistema estatal de producción agrícola (que hasta ahora sigue siendo el predominante) y si se abren espacios amplios en este campo para la iniciativa privada (que sí es capaz de aprovechar a plenitud las ventajas derivadas del suministro seguro de agua), esta importante obra podría producir un importante salto en la producción de alimentos, debido a la fertilidad de las tierras de la actual provincia de Holguín y otras beneficiadas por este proyecto;
b) El mega-proyecto de El Mariel. Se trata de una obra de considerable envergadura; cabe destacar que ella adquiriría pleno sentido sólo a condición de que se levanten (al menos en parte) las medidas discriminatorias mantenidas por los Estados Unidos con respecto a Cuba (el “embargo” o “bloqueo”);
c) La biotecnología.
A lo anterior se sumarían otros renglones que ya tienen determinada importancia dentro del panorama económico nacional, tales como:
a) el turismo (fundamentalmente en La Habana, Varadero y los cayos);
b) una posible reanimación de la industria azucarera, en cuyo aspecto industrial pudiera adquirir importancia la inversión extranjera, en forma similar a la realizada por los brasileños en el central “5 de Septiembre”. Aquí hay que mencionar de nuevo el embargo, pues al presente no existen condiciones jurídicas para que algún inversionista foráneo se anime a correr el riesgo de acometer ese tipo de colaboración en las instalaciones fabricadas antes de 1959 y que el régimen castrista expropió sin indemnización pocos años después (Esos centrales componen la gran mayoría de la industria azucarera y con respecto a ellas penden reclamaciones millonarias.);
c) la exportación de servicios, en especial los de las llamadas “misiones internacionalistas” (principalmente en el campo de la salud);
d) la industria niquelífera;
e) la industria tabacalera. En este campo también desempeñaría su papel el levantamiento de lo que los castristas denominan “el bloqueo”, habida cuenta de que los Estados Unidos constituyen el mayor mercado potencial de sus productos.
f) otras industrias, que son mucho menos significativas.
En un plano más anecdótico (aunque sin subvalorar la importancia que esto tiene para el turismo), cabe mencionar la frenética campaña de reanimación de lugares de gran “poder evocador” (tales como el Capitolio, el Paseo del Prado, el Teatro Martí, quizás el Campoamor, la Alameda de Paula, etc.). Esto tiende a que los cubanos en general (tanto en el Archipiélago como fuera de él) vean con mejores ojos las perspectivas de un mejoramiento futuro de la situación nacional.
Todo lo anterior se está haciendo con la anuencia de la Unión Europea y la CELAC. Entre los países de América Latina y el Caribe que forman parte de esta última organización, la motivación para participar en esos planes oscila (según los distintos casos) entre la complicidad ideológica y las simples motivaciones de interés. En este contexto cabe destacar que el nombramiento de Cuba para presidir la CELAC y las conversaciones Gobierno Colombiano-FARC en La Habana han representado un espaldarazo político para el régimen castrista.
La gran incógnita son los Estados Unidos, aunque parece evidente que, en este terreno (al menos por el momento), la actual Administración de ese país está dejando hacer a Europa y América Latina. En ese contexto tendríamos que preguntarnos: ¿Son tan ilusos —por ejemplo— los brasileños que están dispuestos a invertir cientos de millones de dólares sin contar con la benevolencia de los Estados Unidos y sin esperar cambios en la política de ese país hacia Cuba?
Un aspecto de enorme incidencia en la situación cubana es el desarrollo de la coyuntura política en Venezuela, dado el notable grado de interdependencia que existe entre ambos países. A pesar de la fabulosa cantidad de petrodólares que recibe, el gobierno que encabeza Nicolás Maduro (cuya legitimidad ha sido impugnada por las fuerzas opositoras) confronta problemas económicos serios, los que se derivan de la trepidante política que ha mantenido en ese terreno (al igual que Chávez antes que él). En unas semanas deberán celebrarse las elecciones municipales, en las que la presumible debacle de los chavistas constituirá una especie de plebiscito.
Es conveniente hacer la aclaración de que, aun si se produjera la desintegración del gobierno de Maduro, cabe presumir que quien lo suceda procuraría mantener en lo fundamental la colaboración con el régimen cubano (por lo menos en todos los aspectos ajenos a lo militar y a la seguridad). Lo anterior se debe a lo mucho que sus médicos y otros colaboradores de las “misiones” civiles representan para el pueblo venezolano desde el punto de vista sociopolítico. No obstante, resulta indudable que un cambio importante en el país sudamericano representaría en cualquier caso un fuerte golpe para el régimen castrista.
En otro orden de cosas, un factor imponderable que siempre habrá que tener en cuenta en el caso de Cuba es —por supuesto— la posibilidad de que se produzca algún desastre atmosférico significativo, sobre todo si éste tiene lugar en Occidente (principalmente La Habana, Artemisa o Mayabeque).
Es de presumir que algún acontecimiento como los mencionados en los dos párrafos precedentes, forzarían al general Raúl Castro (cuyo ofrecimiento de no presentarse a una nueva reelección parece serio) a acelerar los cambios que ha iniciado (y que actualmente se mantienen en un mínimo, lo cual da pie para la consumación de “La Piñata”, actualmente en proceso, de la cual el reciente affaire de la cafetería La Divina Pastora, en el Complejo Morro-Cabaña, es un buen ejemplo).
En lo exterior, es de presumir que el gobierno cubano trate de aprovechar al máximo la relativa tolerancia que hacia él mantiene el gobierno de Barack H. Obama, y apueste por que en 2016 ganen los demócratas (¿Hillary Clinton?). Esta opción sería preferible para el gobierno cubano a la alternativa de que triunfe el Partido Republicano.
Para mejorar las relaciones con el gran vecino del Norte, el gobierno cubano tendrá que liberar al contratista Alan Gross, mantenido arbitrariamente en prisión desde hace años por el mero hecho de introducir unos equipos de comunicación cuya tenencia es lícita en todo el mundo. Para hacerlo de manera que implique el menor costo político posible para ellos, resulta razonable suponer que los castristas aprovecharán con ese fin la liberación del espía Fernando, que deberá tener lugar a principios de 2014; es decir, que la excarcelación de Gross se produzca poco tiempo después que la del segundo miembro de “Los Cinco” que recibirá ese beneficio.
Acto seguido, no sólo la Unión Europea, sino también los Estados Unidos pudieran flexibilizar algunas de las disposiciones suyas que norman sus relaciones con Cuba.
Teniendo en cuenta que es necesario que se realicen algunos cambios políticos para viabilizar el mejoramiento de relaciones con los Estados Unidos (y también con Europa), la oposición cubana (tanto en el Archipiélago como en el Exilio) debe permanecer al tanto de las maniobras que pueda hacer el régimen castrista en el sentido de concretar algún tipo de diálogo o acuerdo con algún sector alternativo que le resulte más aceptable.
En ese contexto, es menester prestar la mayor atención a las personalidades y grupos de más reciente incorporación a la disidencia, en especial aquellos que han gozado en los últimos tiempos de la benevolencia del grupo de poder que hoy gobierna en Washington.
Esa predilección se ha puesto de manifiesto en actos concretos, tales como las múltiples invitaciones, el otorgamiento de premios y la exaltación de sus figuras, así como la mayor difusión de sus ideas por medio de los únicos órganos de prensa alternativos a los que tienen acceso sectores significativos de la población cubana, que son los radicados en el extranjero.
En un próximo trabajo analizaremos la enorme influencia que, tanto en la actualidad como en un futuro presumiblemente próximo, ejercen y seguramente seguirán ejerciendo los entes de nuestra sociedad que Stendhal, en su novela homónima, identificó como el Rojo y el Negro.