LA HABANA, Cuba – El martes primero de diciembre, los diarios oficialistas cubanos Granma y Juventud Rebelde publicaron un par de documentos relacionados con la crisis migratoria en la cual, una vez más, se ve envuelto nuestro país. Se trata de una Declaración de lo que, a los cuarenta años de aprobada la flamante “Constitución socialista” en 1975, ellos se empeñan en seguir llamando “Gobierno Revolucionario”; también del “Comunicado de prensa de la delegación cubana a la ronda de conversaciones migratorias entre Cuba y EE.UU.”
La situación creada por los compatriotas nuestros que, partiendo de Quito, hacían la travesía por tierra con rumbo norte, pasando por Colombia, el istmo centroamericano y México (y que en número de varios miles han quedado varados en Costa Rica), dio lugar a que las autoridades del Ecuador anunciaran su propósito de exigir una visa a los cubanos que deseen viajar a ese país sudamericano.
La situación actual fue detonada por Nicaragua. Fue la decisión de Daniel Ortega de cerrar la frontera con Costa Rica al paso de los migrantes cubanos, la que provocó la mencionada aglomeración de ellos en territorio tico. Allí disfrutan de relativas comodidades, que centenares han despreciado, pues desaparecieron de los campamentos. Cabe presumir que intentan cruzar el territorio nicaragüense de modo subrepticio.
En cualquier caso, el nombre de Cuba se une ahora, en las informaciones de la prensa, a los de otros países que se han convertido en grandes emisores de refugiados, como Siria y Libia. Hay una diferencia sustancial: estos últimos estados árabes son terreno de terribles guerras civiles; es para escapar de esta realidad que sus nacionales marchan hacia Europa. En Cuba no: aquí reina la paz; en cambio, padecemos el sistema castrista, y es para librarse de él que los ciudadanos huyen a como dé lugar.
Es sabido que Fidel Castro, cada dos o tres lustros, provocaba una crisis migratoria. Camarioca, el Mariel y el Éxodo de los Balseros, fueron otros tantos eslabones de esa cadena de estampidas desencadenadas por medidas adoptadas en cada ocasión por el “Comandante en Jefe”. Sus propósitos eran claros: aliviar la presión interna, dar lugar a una situación difícil en Estados Unidos y tensar las relaciones entre ambos países. Con tal de alcanzar esos objetivos, al “Máximo Líder” le tenía sin cuidado la imagen contraproducente de sus súbditos huyendo en masa.
La actual crisis migratoria es la primera de la era de Raúl Castro. La Habana ha intervenido en el asunto. Por una parte, a través de las medidas adoptadas por sus aliados Ecuador y Nicaragua. Por la otra, ha desatado una campaña publicitaria para convencer a sus súbditos de que los Estados Unidos no se aprestan a derogar la Ley de Ajuste Cubano, creencia errónea que hizo aumentar de modo exponencial el número de los fugitivos.
Incluso en los documentos oficiales recién emitidos por el régimen de La Habana se pone gran interés en transmitir esa idea. Por ejemplo, en la Declaración ya referida se rebaten las “especulaciones totalmente infundadas de que… podrían eliminarse los privilegios migratorios de que gozan los cubanos”. A su vez, en el Comunicado de Prensa se recoge que “la delegación estadounidense transmitió que su gobierno no tiene la intención de hacer cambios en la política migratoria que se aplica a los ciudadanos cubanos”. Es decir: ¡el castrismo se convierte en gran caja de resonancia de las políticas norteamericanas!
Pero surge la pregunta: ¿A qué obedece esta actitud? ¿Será que el General de Ejército, a diferencia de su hermano mayor, desea evitar la pésima imagen mediática que provoca la fuga masiva de sus súbditos? ¿O se tratará quizás de alguna cláusula de los acuerdos secretos concertados entre La Habana y Washington? Porque es innegable que, para acordar las medidas anunciadas hasta ahora por ambas partes (en su generalidad, concesiones de los norteamericanos al gobierno cubano) no hacía falta año y medio de reuniones clandestinas.
El hecho cierto es que, mientras en Cuba no se adopten medidas de cambio profundas, que abran perspectivas de futuro a sus ciudadanos, el éxodo humano no cesará. Al tratar de dificultar que los cubanos se fuguen vía Ecuador, el Estrecho de la Florida recobrará sus antiguos fueros.