LA HABANA, Cuba. – “Soy viuda, quedé sola con dos niñas y los papeles para la pensión han demorado”, dice Milagros Batista Martínez. El pasado año, su marido falleció en un accidente de tránsito. Desde entonces ella realiza varios oficios para subsistir junto a sus hijas de diez y ocho años.
Casi a diario, Milagros sale a las calles de la ciudad de Holguín en busca de laticas. No tiene una hora fija: puede ser de día o de noche mientras sus hijas quedan al cuidado de su madre. “Recojo laticas y las vendo como materia prima. Hoy vendí dos sacos y me dieron 40 pesos”, cuenta.
Para llenar un saco de laticas, la mujer demora una semana como promedio. Es una labor que alterna con el lavado de ropa y la limpieza de casas. “Yo le lavo a cualquiera que me lo pida. Ayer le lavé toda la ropa a unos médicos y me gané 100 pesos”, dice.
Pero no puede trabajar tanto como ella quisiera. Su deseo se frustra a causa de las lesiones físicas que padece, provocadas por un accidente automovilístico. “Un carro me chocó y quedé con problemas en las piernas y en la cadera”, detalla.
Caminatas interminables buscando materias primas y horas de pie lavando o limpiando le provocan dolores que alivia a medias con breves descansos. “El doctor me indicó reposo, no realizar esfuerzos físicos y evitar estar mucho tiempo parada. Pero no puedo cumplir con eso y tengo que trabajar por mis hijas”, dice.
El alto costo de la vida la ha obligado a dedicar lo que gana íntegramente a comprar alimentos, con precios que en lugar de estabilizarse cada vez suben más (la libra de arroz vale 170 pesos, un huevo 80, un plátano 40 y el litro de leche 70).
En más de un año de trabajo, finalmente Milagros logró ahorrar y hace poco adquirió algunas prendas de ropa para sus hijas. “Les compré blumercitos, ropitas y zapatos a las niñas. Ellas andaban descalzas”, dice.
La grave crisis que afecta a Cuba se expresa en cada familia. Ante la falta de medicamentos, por ejemplo, Milagros ha tenido que acudir a los remedios caseros. “En el consultorio el médico les indicó a mis hijas permetrina en crema o una loción de lindano, pero no hay ninguno de los dos medicamentos en la farmacia y tengo que bañarlas con agua de verbena y pinpinillo para calmarles la picazón”, cuenta la entrevistada.