LA HABANA, Cuba.- En el más reciente trabajo periodístico escrito por mí, aludí al formidable sondeo de opinión realizado dentro de Cuba por la coalición unitaria Compromiso Democrático. Al respecto, yo comentaba: “Los tímidos intentos por cuestionar la validez de la encuesta y sus conclusiones, han resultado contraproducentes para quienes los han realizado”.
No quise ser más explícito, pues siempre que puedo trato de evitar roces con otros compatriotas que también expresan estar contra el castrismo. Si ahora aludo a esta cuestión es sólo porque ese desencuentro puntual ha quedado solventado con creces gracias a las disculpas formalmente presentadas por la autora del despropósito.
Se trata de la comentarista Liu Santiesteban. Ella, en su programa “Despierta Cuba”, hizo una peculiar cobertura de la noticia: mencionó sólo de pasada a Compromiso Democrático —la coalición autora de la Encuesta—, y calificó el éxito del “No” como “un triunfo de toda la oposición”, pero añadió un matiz importante: “en especial de los promotores de Cuba Decide”…
De manera sorprendente, la conclusión a la que arribó Doña Liu no es que la gran mayoría de los cubanos está en contra del sistema de partido único (que fue lo que se les preguntó), sino que “los cubanos van a votar por un cambio de sistema en un plebiscito vinculante”.
Con un fundamento igual (o, en realidad, mayor) alguien pudiera decir que los cubanos votarán en forma abrumadora por la oposición en unas elecciones libres. Pero no, como la agenda es la de “Cuba Decide” y su “Plebiscito Vinculante”, en el aludido programa todo se enfoca desde ese punto de vista, lo cual provoca distorsiones como esas.
Pese a todo —insisto—, cualquier malentendido quedó felizmente atrás con lo expresado por Liu: “Estimado compatriota Guillermo Fariñas, le pido disculpas si lo ofendí en alguna medida con lo dicho en mi programa Despierta Cuba”. ¡Bien por ella!
Pero ya que ha habido un desencuentro provocado por el tema del “Plebiscito Vinculante”, me parece oportuno abordar este asunto, pero no desde el punto de vista del simple apoyo o rechazo a esa idea (algo que sería estéril), sino argumentando al respecto. Ya en ese contexto, son varias las razones fundamentales que han despertado mis dudas sobre la procedencia de esa consulta.
Mi primera objeción fue de carácter jurídico: Cuando nació esa idea, la Constitución fidelista y su Ley Electoral contemplaban la realización de referendos, pero no de plebiscitos. No obstante, ese obstáculo aparentemente insalvable quedó superado: Los castristas se mostraron receptivos, y en la nueva carta magna proclamada el pasado año incluyeron ambos tipos de consultas populares. Por ende, ya el plebiscito que se pide dejó de ser inconstitucional e ilegal.
Mi segunda objeción, que sí conserva su vigencia, es de carácter histórico. Felizmente, una treintena de países ha abandonado el campo del llamado “socialismo real”. Unos han sido siempre estados independientes, mientras que otros surgieron como naciones separadas al disolverse los estados federales de los cuales formaban parte.
Esos países son: Alemania Oriental, Polonia, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Macedonia, Montenegro, Rusia, Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania, Belarús, Moldova, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguizstán, Tadzhikistán y Mongolia.
La mayoría de esos estados ha entrado de lleno en la libertad y la democracia. En otros se conservan rezagos de autoritarismo. ¿Pero cómo fue que todos comenzaron a curarse de la lepra estalinista? Los procesos de cambio en ellos han sido diversos, pero hay algo que puede afirmarse de los treinta: En ninguno de ellos la salida del sistema comunista se produjo mediante un plebiscito.
Entonces sería bueno que la licenciada Rosa María Payá, en lugar de insistir simplemente en la supuesta necesidad de celebrar esa consulta popular, explique —tanto a quienes la respaldan como a los que no creemos en su receta— por qué motivos considera ella que Cuba será una excepción, y accederá a la libertad por una vía inédita y desconocida para esos treinta países que nos señalan el camino a seguir.
El mismo comentario es válido para su vocera Liu Santiesteban. En vez de incrustar en las pupilas de sus espectadores, cada diez segundos, un gran letrero verde de “Cuba Decide” y su logo (algo que —supongo— resulte molesto hasta para los más fervientes partidarios del “Plebiscito Vinculante”), convendría que razonara y arguyese.
Mi segundo argumento central lo tomo del campo de la Lógica, una de las asignaturas que —presumo— estudió la licenciada Payá durante sus cuatro años en la Universidad de La Habana. Esa ciencia nos enseña a razonar con corrección. Pero resulta evidente que la argumentación empleada por los partidarios del “Plebiscito Vinculante” incide en uno de los errores descritos en esa disciplina.
Se trata de la llamada “petición de principio”. Ese defecto del razonamiento consiste en tomar, como premisa, lo mismo que se pretende demostrar. En el caso que nos ocupa, los partidarios de “Cuba Decide” afirman que Cuba saldrá del totalitarismo gracias a los resultados que arrojará el “Plebiscito Vinculante”.
¿Pero cuál es su premisa? Su punto de partida es que el régimen castrista —en virtud de una decisión que, si se diera, yo sólo me animaría a calificar de sorprendente— sometería a decisión de sus súbditos si quieren seguir sometidos al régimen actual o si —por el contrario— desean cambiarlo y salir de él.
¡Pero es que el mero hecho de convocar una consulta como ésa implicaría que el castrismo ha perdido ya su esencia absolutista! ¡Por supuesto que ningún totalitario pregunta a sus subordinados si quieren o no cambiar el régimen que él mismo domina!
Por consiguiente, con lo que plantea “Cuba Decide”, la serpiente se muerde la cola: La premisa es que los castristas, renunciando a su vocación totalitaria, accedan a interrogar a sus súbditos sobre la esencia de su régimen. ¿La hipotética conclusión?: Los consultados, con sus votos, echan por tierra ese mismo régimen totalitario, ¡que ya había dejado de existir como tal desde el mismo momento en que convocó el plebiscito!…
En estos tiempos de Virus Chino, cuando día a día se hace más evidente la inviabilidad del régimen castrista, es justo y necesario que todos los cubanos meditemos en nuestra Patria, su futuro y las vías idóneas para que ella llegue a éste.
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