LA HABANA, Cuba. – Por estos días tiene lugar en Venezuela la quinta edición de los Juegos Deportivos de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de las Américas (ALBA), con la participación de 11 países, 10 de ellos de nuestro continente, más la presencia de Rusia como invitado especial.
La primera versión de estos juegos, en 2005, tuvo por sede a Cuba, poco tiempo después de que Hugo Chávez y Fidel Castro acordaran crear la citada Alianza. Después Caracas y La Habana alternaron las sedes hasta arribar a los cuartos juegos en el 2011, cuya sede fue Venezuela.
La que iba a ser la quinta edición de estos juegos, en 2013, se programó para Ecuador, pero finalmente no se celebró. La desaparición física de Hugo Chávez, acaecida en marzo de ese año, debe de haberse interpuesto en el camino de los organizadores del evento.
La cita quedó aplazada para el 2015 con sede en Bolivia. Mas, por razones no muy divulgadas, la competencia del ALBA tampoco tuvo lugar en ese momento. Un nuevo aplazamiento que hizo pensar a muchos en la desaparición definitiva de estos juegos.
Por supuesto que la inestabilidad interna, y las presiones internacionales que por esos años comenzó a afrontar el régimen de Nicolás Maduro ―la cabeza visible del ALBA― llevaron a que todos los esfuerzos de ese bloque integracionista se centraran en la supervivencia del chavismo, y quedara mucho menos tiempo para pensar en el deporte.
Pero ahora en 2023, 12 años después de la última cita deportiva del ALBA, la Venezuela chavista ha vuelto a convocar a este accidentado certamen multideportivo, que constará de 33 disciplinas y unos 3.500 participantes. Se trata, desde el punto de vista deportivo, de unos juegos que pudieran servir para preparar a los atletas de nuestra región que participarán en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador, y los Panamericanos de Santiago de Chile, ambos en este propio 2023.
En el caso de la delegación cubana a estos Juegos del ALBA, se dice que se trata, en lo fundamental, de atletas jóvenes que el país prepara para el ciclo olímpico que se iniciará tras las Olimpiadas de París en 2024.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que se incluyan a figuras con las que el oficialismo pretende mejorar sus pobres actuaciones en las últimas competencias de la región.
Hay que recordar que Cuba perdió la supremacía a manos de México en los Centroamericanos de Barranquilla en 2018 y, después, en los Panamericanos de Lima en 2019, fue relegada a la quinta posición, por detrás de Estados Unidos, Brasil, México y Canadá.
Pero, sin dudas, la nota más controversial de estos V Juegos del ALBA la constituye esa especie de desobediencia por parte de las autoridades chavistas a las principales entidades que rigen el deporte mundial. Desobediencia que consiste en haber invitado a Rusia a competir con su bandera.
Para nadie es un secreto que Rusia, desde hace varios años, se ha convertido en una nación paria en el deporte, a la que se le impide participar, como país, en la mayoría de las competencias que tienen lugar a nivel internacional.
Primero debido a la complicidad de muchos de sus federativos con el dopaje de sus atletas. Y más recientemente como consecuencia de la agresión del Kremlin a Ucrania.
Imaginamos el agradecimiento de Serguéi Lavrov a Nicolás Maduro en las recientes conversaciones que sostuvieron en Caracas. Después de mucho tiempo, 48 deportistas rusos, de las especialidades de voleibol de playa, tenis de mesa, halterofilia, karate, boxeo y gimnasia, han encontrado a alguien que, ignorando los crímenes de su gobierno, les ha abierto las puertas.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.