VILLA CLARA, Cuba. — Cada 24 de agosto, en el cumpleaños de Benny Moré, Rafael trata por todos los medios de viajar a Santa Isabel de las Lajas. Junto a otros músicos que conocieron al “Bárbaro del Ritmo” se postra frente a su tumba y le canta. Es una especie de ritual que les ayuda a sobrellevar la pérdida después de tanto tiempo.
Valentín Rafael Díaz Contreras nació en Santa Clara en 1936, incursionando desde muy temprano en la música junto al Sexteto Victoria y otros conjuntos como la Cuban Boys y la orquesta de Cholo Valera, con la cual emprende viaje hacia la capital y comienza a tocar en los centros nocturnos de las playas de Marianao. Sin embargo, sus grandes momentos de gloria llegarían tiempo después, justo cuando por casualidad se topa con el Benny en el Alí Bar.
A finales de los cincuenta, Rafael andaba itinerante por La Habana en busca de trabajo acompañado por otros intérpretes que ya despuntaban en el escenario artístico de la Isla. Explica que no era muy fácil hallar empleo estable como músico debido a la amplia demanda.
Fue el santiaguero Fernando Álvarez, que entonces cantaba junto a El Benny, quien le sugirió optar por una plaza fija en La Banda Gigante, ya que el propio Moré le habría advertido que para irse debía buscar otra persona que lo sustituyera.
Hacía poco que Moré había declinado la propuesta de grabar para la firma discográfica cubana Panart, acompañado por la popular Sonora Matancera, de Rogelio Martínez, y decidió fundar su propia orquesta, que se presentaba regularmente en los cabarets Tropicana y Montmartre.
“Cuando aquello era un muchacho joven y estaba deambulando por allá” recuerda el ya anciano de 87 años. “Como él era de Lajas y yo de Santa Clara pues había como una relación por ser de la misma provincia Las Villas. Todas las noches él iba al cabaret a esperar a que le tocara trabajar. Un día llegó con su señora Iraida Castillo y se sentó al final. Yo canté dos o tres numeritos y cuando terminé me llamó aparte. Me preguntó que si estaba buscando trabajo”.
Ese día Rafael dejaría de ser conocido por su nombre de bautizo: “Oiga, esa voz suya no es fácil de encontrar aquí en La Habana, usted tiene la voz del diablo”, le espetó el Benny al escucharlo en la audición y enseguida lo contrató como corista.
En 1957, La Banda Gigante grababa los coros del tema Tresero de manigua, de Ramón Cabrera. En los primeros acordes de la canción se escucha claramente cuando Moré presenta a su corista: “¡La voz del Diablo!”, vocifera El Benny en este y otros sones de finales de los cincuenta.
“Yo tenía familia en La Habana, pero paraba en su casa del Reparto La Cumbre, en San Miguel del Padrón. Me tenía como un hermano”, recuerda Rafael. “Cada vez que me veía por la esquina le decía a su mujer: ´Pon la cafetera que por ahí viene El Diablo´. Vaya, que perdí el nombre, me lo cambió hasta los días de hoy y nadie me conoce por otro”.
De sus años junto a El Benny, Rafael lo describe como alguien extremadamente noble, sencillo y dadivoso, a pesar de lo que otras personas puedan haber dicho luego sobre él para desvirtuarlo. También cuenta que solía llegar tarde a muchas de sus presentaciones y, sin que nadie lo notara, mientras la multitud clamaba por él, se abría paso de incógnito entre la gente para subir al escenario.
El Benny tuvo una muerte prematura el 19 de febrero de 1963 producto de una cirrosis hepática. Durante el tiempo que estuvo ingresado, El Diablo permaneció en el hospital y solicitaba a los médicos el parte cada media hora de su estado de salud, el cual anotaba en una vieja libreta que aún conserva.
“Estado grave”, “complicaciones renales” y “fiebre alta” fueron los diagnósticos recurrentes en los últimos días de El Benny. Aun así, los músicos de “su tribu” guardaban la esperanza de que pudiera sobrevivir a la enfermedad provocada por anteriores excesos.
En una entrevista concedida al escritor santaclareño Lorenzo Lunar en 2017, El Diablo refirió que no bebe alcohol y que suele realizar el mismo ritual que Bartolo, como le gusta llamarle: echarse ron en sus manos y acercárselo a la nariz.
“Cuando el Benny murió, yo prometí que iba a estar cantando sus canciones hasta el día de mi muerte. Y lo voy a cumplir. Yo voy a morirme cantando. Y cantando una canción del Benny”, contó en aquel momento. Este 24 de agosto y, a pesar de su avanzada edad, El Diablo promete estar allí, junto al sepulcro de quien fuera uno de sus grandes amigos: “Se lo prometí en su funeral. Esa es mi religión, mi eterna tarea”, confiesa.