MADRID, España.- Autotitulándose en primera plana “Semanario de sports y de literatura. Órgano de base-ball”, apareció el 23 de julio de 1885 El Fígaro, una de las publicaciones cubanas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.
Luego se definiría como “Periódico de Literatura y Sports”; después “Periódico Literario y Artístico”. Y en su última época como “Revista universal ilustrada”. De modo que serían esas últimas expresiones lo que mayor realce le darían para la posteridad.
En sus páginas escribieron importantes intelectuales de la Isla y de Latinoamérica. Julián del Casal, Rubén Darío, Gutiérrez Nájera, Luisa Pérez de Zambrana, Manuel Sanguily, Enrique José Varona, Justo de Lara, Juana Borrero, Fray Candil, Nieves Xenes y Lola Rodríguez de Tiò, son algunos de los muchos nombres reconocidos que pueden leerse en las planas de El Fígaro —ya fueran textos en prosa o en verso.
Notas de actualidad o relacionadas con diferentes lugares del país como Jaruco —hoy municipio de la provincia de Mayabeque— por citar un ejemplo; crónica social, cuentos, grabados, dibujos, ilustraciones, caricaturas y fotografías se insertaban y distinguían en lo que cierto tiempo se denominó periódico y otro revista.
Uno de sus más sobresalientes fotógrafos resultó el versátil José Gómez de la Carrera (nacido en España), considerado pilar de lo que sería el fotoperiodismo en Cuba, quien retrató lo mismo un banquete, un paisaje, un edificio, un juego de béisbol, un acontecimiento, que un hecho histórico —ya que también se desempeñó de corresponsal de guerra.
El Fígaro tuvo entre sus principales directivos a Manuel Serafín Pichardo y Peralta (1863-1937), quien creó y presidió la Asociación de Prensa de Cuba y desde muy joven trabajó para rotativos como La Lucha; y a Ramón A. Catalá (1866-1941), igualmente presidente de la Asociación de la Prensa de Cuba en otra etapa y colaborador en Diario de la Marina, La Lucha, Heraldo de Cuba (de este, además, fue cofundador).
Junto con La Habana Elegante, cuya circulación se inició dos años antes que El Fígaro, este constituye una de las muestras más notorias del periodismo cultural insular y latinoamericano.