LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -El hecho de que Cuba sea admitida como parte del Consejo de Derechos Humanos, este 12 de noviembre, no debe asombrar a nadie.
La organización no tiene un reglamento que evite el ingreso de países que violan de manera flagrante y sistemática las libertades fundamentales de sus ciudadanos.
Si la anterior Comisión de Derechos Humanos era un desastre en términos de admisión y tolerancia, el actual Consejo continúa amparando a las mismas tiranías o seudo-democracias .
La esperanza de que el cambio de los procedimientos mejorara la funcionalidad del organismo internacional, se esfuma ante la tibieza y el consentimiento ante lo mal hecho.
El gobierno cubano ha continuado participando activamente en cada reunión. Ante esta realidad vale la pregunta: ¿Es creíble el nuevo Consejo de Derechos Humanos?
Salvo las recomendaciones que emanan del Examen Periódico Universal, apenas hay diferencias entre lo que sucedía en el marco de la institución anterior y lo que tiene lugar desde la instauración en el 2006 del nuevo organismo. La aceptación o el rechazo de las críticas parece ser un mero formalismo y la situación en los países investigados sigue igual o peor.
En Cuba, la cantidad de presos políticos, los abusos en las cárceles, las brutales palizas en las calles, actos de repudio, juicios sin garantías procesales, y muchas otras acciones que se cometen con la mayor impunidad, aumentan sin que el Consejo se pronuncie.
Las denuncias de organizaciones como Human Rights Foundation y UN Watch para impedir que Cuba, Rusia, China, Arabia Saudita, Jordania, Argelia y Vietnam logren un puesto en la entidad no parecen tener efecto.
Se impone cambiar la estructura de este ineficaz e irresponsable Consejo legitimador de dictaduras, que abiertamente está contribuyendo a perpetuar la agonía de sus millones víctimas. Pero no se vislumbra el necesario cambio. La inercia se impone en la compleja red de instituciones de alcance global. Los gobiernos transgresores conservan sus prerrogativas dentro de la organización, ignoran las críticas y siguen cometiendo violaciones.
Pese a esa desalentadora realidad, me sumo al reclamo de los disidentes, Rosa María Payá, Alí al Ahmed y Cheng Guangcheng, de Cuba, Arabia Saudita y China, respectivamente, quienes a pocos de días de las elecciones en el Consejo de Derechos Humanos, piden que los regímenes que aherrojan sus países no sean favorecidos con un puesto. Aunque no se logre el objetivo, peor es guardar silencio.