LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -La mejor noticia que recibió mi vecino, Ángel Jesús, en el nuevo año, fue el resultado positivo del test de embarazo que se realizó Yanelis, su novia.
La pareja se sintió bendecida. Hasta que la muchacha comenzó con sangramientos inesperados. Acudieron a la policlínica del barrio, desde donde remitieron a la embarazada para el hospital América Arias, conocido como Maternidad de Línea.
Mi amigo Ángel Jesús convirtió la carrera en taxi, de 0.80 centavos, en cinco dólares, para llegar con urgencia a su destino. Justo al mediodía entraron al cuerpo de guardia del hospital. Había sólo cuatro pacientes esperando. Era una buena señal: la cola sería breve. Lo que no imaginaron es que esas pacientes llevaban entre tres y cuatro horas esperando para ser atendidas.
La consulta de guardia era atendida por una doctora cubana y otra extranjera, que hacia su residencia. Durante la espera, la puerta abierta del consultorio reveló el porqué de la demora.
Por la parte trasera de la consulta, entraban personas con regalos para la doctora, y eran atendidos de inmediato. No faltaba tampoco la tertulia, con termo de café y cajetilla de cigarros de por medio. Algún que otro caso, transferido al hospital en ambulancia, interrumpía brevemente las charlas, pero sólo brevemente.
Cuando el reloj marcó las tres horas de paciente espera, Ángel Jesús decidió presentar una queja ante el director del hospital. En ausencia de éste, fue atendido por la secretaria, quien prometió ventilar la demanda.
Cuando la pareja regresó al cuerpo de guardia, los pacientes que esperaban habían sido despachados. Poco después, mientras la novia de mi vecino era consultada de mala gana por la doctora de guardia, la secretaria de la subdirección del hospital se acercó a él. Después de que Ángel Jesús le relatara lo sucedido, el silencio de la secretaria despejo sus dudas: con aquella queja, él había interrumpido la normalidad del hospital.
La doctora de guardia indicó reposo para detener los sangramientos. Y advirtió a la pareja que, por bondad personal, indicaría un ultrasonido a la paciente.
Luego de otra hora de espera, la doctora encargada del ultrasonido aclaró que estaban fuera de horario, pues ese tipo de examen lo realizaba hasta las doce del día. Por ello, para hacerle un ultrasonido a la novia de Ángel Jesús, necesitaba que la urgencia fuera plasmada en un papel con cuño.
De regreso al cuerpo de guardia, mis amigos se encontraron con un médico que se identificó como subdirector del hospital. El doctor Mayan llamó “inconformidad” al reclamo de atención medica de mis vecinos. Firmó la orden de ultrasonido urgente y, demostrando total desconocimiento sobre el caso, informó a la pareja que ya se había resuelto el ingreso de Yanelis en el hospital.
Cuentan mis amigos que de poco sirvió la orden de urgencia. La doctora a cargo les previno que debían esperar hasta que pasara consulta a las pacientes de la sala.
Cuando al fin la pareja regresó al cuerpo de guardia con el resultado del ultrasonido (el cual, según la especialista, no ofreció información), comprobaron, para su angustia, que la doctora de guardia se había marchado y el subdirector ya no se encontraba en el centro hospitalario. A las 6:00 pm, se retiraron también ellos, sin diagnostico seguro sobre los sangramientos y con un examen que no aclaraba su causa.
Esperar en reposo es el tratamiento que debe seguir Yanelis. ¿Esperar qué?. Se pregunta ella. Quizás sea a que las deficiencias ocasionadas por el deterioro del sistema de salud cubano le provoquen el aborto.