PINAR DEL RÍO, Cuba, abril (173.203.82.38) – En Cuba, durante más de cincuenta años muchos hombres y mujeres han decido pasar al bando de los que renuncian a todo para enfrentar al gobierno. Al tomar esa decisión han colocado en el filo de la navaja sus vidas y las de sus seres más queridos.
Disentir en Cuba es distinto a disentir en otra latitud. Disentir en nuestro país conlleva prisión, amenaza, persecución, exilio, desempleo, marginalidad, y en el peor de los casos, muerte. Cada opositor paga caro la decisión que tomó. Profesiones y empleos perdidos para siempre, como pago por el pecado de protestar. Entre los opositores cubanos hay ingenieros, artistas, escritores, pilotos de combate y médicos. También hay desterrados, fusilados, suicidas y héroes conocidos.
Otros viven en el anonimato, son los no declarados, los que son disidentes sin saberlo, los que caminan en solitario pero se enfrentan a amenazas y abusos, taladrando con el cincel del más laborioso heroísmo los muros de lo impuesto. Son la voz del pueblo que despierta.
Cuántos retos y horrores implica tomar la decisión de disentir. Los que no la asumen de corazón, la defienden y mantienen sin arrepentimientos, aun pagando con sus vidas. Luchan por los que todavía duermen en el engaño y las promesas no cumplidas, y los que siguen paralizados por el miedo.
Pedro Luis Boitel decidió renunciar a su existencia a cambio de un mejor futuro para los cubanos. Fue a la cárcel. Había combatido a la tiranía de Fulgencio Batista, y enfrentó a la que llegaba con el mismo valor. Se dejó morir de hambre en medio de sus compañeros de celda. Se erigió como un ejemplo y su decisión se convirtió en bandera. Lo siguieron otros, como Zapata Tamayo, que también murieron.
Cuba es una isla de decisiones difíciles. Unos las toman para bien de ellos mismos, otros, para el bien de los demás. Los primeros se condenan, sin saberlo, al reino del egoísmo y hasta traicionan, si es necesario, para sentirse ganadores del instante. Los segundos tiene paciencia y esperanza en el futuro. Las decisiones tomadas marcan nuestras vidas y muertes.