ARTEMISA, Cuba. -En Güira de Melena, municipio de la actual provincia de Artemisa, era extraño el día en que –años atrás- no anduviera por sus calles un señor al que todos conocían por el apodo de “Operado”. Su presencia era llamativa pues siempre andaba casi desnudo, moviendo su cabeza como péndulo de reloj. Era siempre muy puntual al presentarse en la fonda donde almorzaba.
Este hombre, que conozco de toda la vida pues fue mi vecino durante muchos años en el reparto Pastorita, reside en calle 88 No.23 entre 105 y 107 y se llama Rafael Morales Otero.
Ya no lo vemos por el pueblo, porque para su infortunio se encuentra postrado en una maltrecha cama, sin amparo social y solo atendido por un sobrino llamado José Luis “Papito” Otero Chao, quien en la medida de sus posibilidades lo alimenta. Jose Luis trabaja como agente de Seguridad y Protección y cuando no está en esta labor maneja un bicitaxi. Esto hace que la mayoría del tiempo se encuentre fuera de la casa y Rafael se quede solo. Algún que otro vecino de vez en cuando le da una vuelta.
Durante mi visita a su hogar, pude conversar con “Papito”, quien me contó que está pasando mucho trabajo cuidando a su tío. El resto de los familiares de Rafael son personas con problemas psiquiátricos.
Contó también que se ha presentado en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social del municipio para solicitar ayuda para su tío. Allí le comunicaron que para poder buscar a alguien que lo cuidara por el día, debía entregar la chequera con la pensión de 200 pesos que recibe mensualmente; pues a que la persona a la que se le encomendara el cuidado de Rafael debía recibir un salario.
“Como es natural yo no estuve de acuerdo”, dijo Papito y añadió: “Aunque esta cantidad es nada, apenas llega a 8 dólares, es algo que me sirve para comprarle su comida”.
“En aquella visita pregunté por la posibilidad de recibir culeros desechables que me habían dicho le darían una vez al mes junto con jabones, una dieta y otras cosas que también me prometieron. Nada de eso ha llegado, se ha quedado todo en palabras”, afirmó decepcionado el sobrino.
“Yo también tengo mi vida” dijo Papito. “Parte de ella es mi esposa que está enferma. Todos los días tengo que matarme para poder sobrevivir a esta realidad, que es muy cara para los cubanos. Ruego todos los días que las fuerzas me acompañen para seguir dando pedales en mi bicitaxi, porque ir a solicitar ayuda al gobierno es por gusto. Hacen negocio con la desgracia de los otros, solo hay que pedir que Dios los perdone”, agregó.
Los pobladores de Güira, no verán más por sus calles al emblemático “Operado”, que ahora yace en una pequeña cama, casi como un vegetal, olvidado por el sistema que juró protegerlo.
(Martha Domínguez Calero)