Foto-galería de Polina Martínez S.
LA HABANA, Cuba.- Ben Tre es una provincia de Vietnam, pero también lleva ese nombre una pequeña comunidad ubicada en la carretera que va desde Playa Baracoa hacia Bauta.
La idea de crearla, en 1969, durante los momentos más álgidos de la guerra de Vietnam, fue de la recientemente fallecida Melba Hernández, quien fuera presidenta del llamado Comité de Solidaridad con Vietnam. Por su parte, en el país asiático, como gesto de reciprocidad, fundaron un pueblecito llamado “Moncada” en la provincia de Ben Tre.
La versión isleña de Ben Tre “vende una imagen de pueblo modelo para las delegaciones extranjeras, mientras sus pobladores apenas sobreviven”, comenta Eudelia, vecina del lugar.
Según recuerdan los más ancianos, el gobierno cubano expropió fincas a los agricultores y granjeros; en cambio, “prometió bienestar, vaya, el paraíso en la tierra”, dice Mario, un octogenario. “Nos quitaron las tierras y dijeron que era para convertirlas en presas, vaquerías, sembrados…A la larga, nunca estas promesas han rendido los resultados esperados”, agrega entristecido el hombre.
Sin embargo, en este lugar perdido en los mapas hay una exótica casa de bambú. Está dotada con todas las comodidades. Construida a imagen y semejanza, según testimonios, de una que acogió a Ho Chi Min, en su natal Vietnam. Esta vivienda sirve como hotel para las delegaciones extranjeras.
Cuenta Amparo, profesora retirada que vive en Ben Tre:
“Vienen en sus limosinas los mandatarios y personal diplomático. Arman un paripé, con acto solemne incluido. Hacen donaciones para la escuela, o el círculo infantil…Hemos visto llegar PC, materiales de oficina y muchas otras cosas… y al final nadie sabe en dónde los factores (funcionarios del partido único y del llamado Poder Popular) meten todo eso”.
“Aquí el promedio de edad ronda los 70 años. Hay personas que rebasan los 100 años”, recuerda Oscarito, un desempleado:
“La mayoría de los viejos prefieren ser chivatos del delegado del barrio, porque no tienen cómo sustentarse…Los menos, prefieren resignarse a la espera de tiempos mejores”, agrega irónicamente.
Incomunicados hace años
La comunidad está formada por 2 edificios y 37 casas. La vida cotidiana es una ruleta rusa para la mayoría de sus habitantes. Amanece, salen a la carretera buscando en qué moverse hacia los trabajos o hacia la escuela: “Hay que levantarse a las 5 y Dios nos ayude a movernos”, dice afligida Ana, madre y trabajadora”.
“En los años 80 existía la ruta la 628, que cubría Bauta-Baracoa. Ahora, pagas un taxi en 20 MN o te mueres esperando un transporte que cuesta 3 MN. De otro modo, no sales de aquí”.
“No funcionan los servicios básicos que debe tener una comunidad: no hay policlínico, ni tele-punto de Etecsa (oficinas de telefonía), ni barbería, ni peluquería, ni Sala de Video o de Computación. Los locales existen, pero nadie trabaja en ellos”, argumenta, disgustado, Frank, otro vecino.
“Aquí las calles están rotas, llenas de huecos y salideros. Las aguas albañales corren al aire libre. Nadie del gobierno quiere hacerse responsable del desastre, ni nos escuchan. Todo es una gran mierda”, comentaron 3 jóvenes que estaban sentados en una esquina.
Lo único que parece funcionar medianamente es la bodega.
“Abre cuando a los que la atienden les da la gana. A veces te pasas horas esperando, y no llegan hasta por la tarde. Los viejos y las amas de casa rodean la bodega como moscas esperando a ver qué llego por la libreta de abastecimiento”, dice Jacinto, pensionista.
Ben Tre se sostiene por puro milagro. Sus habitantes viven los pequeños “pedacitos de alegría”, cuando vienen delegaciones extranjeras. Hay quienes posan para las cámaras. Los más jóvenes huyen de esa frustrante realidad. Los viejos viven añorando el pasado, pues nunca se concretó aquel un futuro próspero del que hablaban:
“Ojalá Ben Tre fuera, al menos, un suburbio de Hanói; allá las cosas están cambiando”, expresó un colaborador civil, recién llegado de Vietnam.