LA HABANA, Cuba.- Este año la cultura oficialista cubana se apresta a celebrar el sesenta aniversario de las Palabras a los Intelectuales, pronunciadas por Fidel Castro en 1961. Máxime si tenemos en cuenta que el castrismo considera que el “Dentro de la Revolución, todo” fue en su momento una sentencia que flexibilizó el control gubernamental sobre la creación artística y literaria.
Pero no podemos olvidar que en este 2021 también estaremos ante otro aniversario cerrado, en este caso el 50, de otro acontecimiento que marcó pautas en el devenir de la cultura cubana. Nos referimos al discurso del máximo líder en la clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, el 30 de abril de 1971. Y sobre este discurso es muy probable que el castrismo no pronuncie ahora ni media palabra.
Aquel año de 1971 fue crítico en las relaciones entre los escritores y artistas y la maquinaria del poder. Tres años antes el poeta Heberto Padilla había ganado el premio de poesía de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) con el libro de poemas Fuera del juego. Un texto que fue publicado con la coletilla de Nicolás Guillén en el sentido de que contenía algunos versos contrarrevolucionarios.
Así las cosas, el poeta Padilla fue encarcelado a inicios de 1971 cuando las autoridades desconfiaron de su amistad con el entonces embajador chileno en La Habana, Jorge Edwards. De inmediato se armó el escándalo en el mundo literario. Un numeroso grupo de escritores, muchos de los cuales hasta ese momento apoyaban al castrismo, le enviaron una carta abierta a Fidel Castro como protesta por el arresto de Padilla.
Castro encolerizó y decidió aprovechar la tribuna que le ofrecía el Congreso de Educación y Cultura para sentar las pautas que en lo adelante seguiría su gobierno en lo referido a la creación literaria. En una implícita referencia al caso de Heberto Padilla, el mandamás de Cuba afirmó que “Para volver a recibir un premio, en concurso nacional o internacional, tiene que ser revolucionario de verdad, escritor de verdad, poeta de verdad” (periódico Granma, edición del 3 de mayo de 1971).
Atrás quedaban los ecos del “Dentro de la Revolución, todo” que la maquinaria oficialista enarbolaba como un indicio de apertura. Ahora la cúpula del poder cerraba las tenazas sobre los escritores, a los que no les quedaría otra opción que practicar una especie de Realismo Socialista en defensa del régimen castrista. Algunos críticos calificaron el período que se inauguraba como el Quinquenio Gris. Pero en realidad el “manotazo de Fidel” se extendería más allá de un simple quinquenio.
Y ahora, al cabo de medio siglo, asistimos a un nuevo manotazo. Esta vez el proporcionado por el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, a uno de los jóvenes intelectuales que se plantaron frente a la sede del Ministerio de Cultura en el Vedado capitalino.
Es significativo que el señor Alonso no salió a recibir a los jóvenes que acudieron a las afueras de su ministerio el 27 de noviembre pasado para reclamar un diálogo con las autoridades culturales del país. Y en cambio lo hiciera ahora, este 27 de enero, imbuido de una beligerancia que mucho distaba de un ambiente de diálogo y comprensión. Y no solo eso, sino que lanzó a los trabajadores de su ministerio contra los jóvenes artistas, como si quisiera hacer valer aquello de que “la calle es de los revolucionarios”.
No hay dudas de que en la actuación del Ministro anidaba el espíritu de aquel discurso repleto de intolerancia, pronunciado por Fidel Castro el 30 de abril de 1971.
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