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Alarmante deterioro: así inició Holguín el curso escolar

Escuelas en Holguín. Foto del autor

HOLGUÍN, Cuba. – El inicio del curso escolar en esta provincia estuvo empañado por la lamentable cifra de 250 centros de enseñanzas evaluados entre regular y mal, debido a su deterioro constructivo, según trascendió en la reciente visita que realizara al territorio Ena Elsa Velázquez Cobiella, Ministra de Educación en Cuba.

A pesar de las acciones de mantenimiento y sostenibilidad, cuyo monto asciende a ocho millones de pesos, la red escolar en Holguín, la más grande del país, sigue siendo también la más deteriorada de la nación, así lo reconoció Odalis Corpas Brito, presidenta provincial de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM).

La falta de integralidad en la restauración y el mal trabajo de los equipos metodológicos municipales son las principales causas del problema, según la ministra.

Ena Elsa Velazquez, Ministra de Educación. Foto del autor

“La reparación de la escuela tiene que ser integral. Aquí los equipos metodológicos municipales tienen más responsabilidad. Un metodólogo que atiende una escuela, pasa diez veces por la escuela y no ve los problemas que hay. Y si los ve, no los hacen suyos para ayudar a resolverlos. Ese sistema de trabajo tiene que cambiar”, precisó Velázquez Cobiella.

Por su avanzado deterioro constructivo, la que más señalamientos ha recibido es la Escuela Secundaria Básica Urbana (ESBU) Abel Santamaría Cuadrado, un plantel situado en la céntrica calle Libertad, entre la calle Peralejo y la calle Ángel Guerra en la ciudad de Holguín.

Las filtraciones de su cubierta provocaban que al llover “escampe primero afuera que dentro de las aulas”, dijo a CubaNet Pedro Martínez, padre de un estudiante de la escuela.

Por este motivo, en reiteradas ocasiones, el proceso docente educativo se afectó, “ya que teníamos que trasladar a los estudiantes de un lado hacia el otro. Había inundaciones también en el patio exterior y el agua corría hacia el vestíbulo de la escuela”, afirmó Beatriz de las Mercedes Leyva, directora de la institución.

La reparación general, que comenzó en enero de este año, se ha prolongado más de lo previsto.

La obra no se ha terminado por la falta de cemento, gravilla, arena, los marcos de las puertas, 120 metros cuadrado de zinc para la cubierta del techo, 800 metros de cable eléctrico, una persiana del frente con toda su estructura, y las puertas. Así mismo necesita la carpintería de madera y la pintura de aceite, dijo René Santiaguez, metodólogo de inversiones en la Dirección Municipal de Educación.

La restauración también ha sido afectada por “la escasez del combustible que nos ha limitado el transporte”, reconoció el funcionario.

Otra traba, según Santiaguez, ha sido la ubicación de la escuela, en el casco histórico, lo que requiere especificaciones arquitectónicas que detuvieron las labores constructivas por regulaciones del Centro Provincial de Patrimonio.

Esto obligó a la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC) a realizar un nuevo proyecto que demandó más volumen de recursos y costos, con el consiguiente retraso del cronograma establecido inicialmente.

Como solución emergente, los estudiantes han sido reubicados en la ESBU Lidia Doce, a más de un kilómetro de distancia. Por su lejanía, el déficit del transporte y el inclemente sol veraniego, la decisión ha traído molestias a educandos y a trabajadores, lo que podría repercutir negativamente en los resultados académicos.

“Mi hija se queja que tiene que caminar mucho y llega a la escuela cansada”, dijo a CubaNet, Dania Cabrera, madre de una alumna que cursa el octavo grado.

Todos critican la decisión tardía para acometer las reparaciones. “Si la restauración se hubiera hecho a tiempo, no estuviéramos pasando tanto trabajo. El gobierno esperó hasta última hora y en este momento la inversión es mayor porque el deterioro constructivo es muy grande”, afirmó un empleado de la escuela bajo identidad reservada por temor a represalias.

El disgusto se ha generalizado por el hacinamiento en la ESBU Lidia Doce, que fue concebida para una cantidad limitada de estudiantes, y ahora está desbordada por una sobre matrícula.

Una situación de deterioro similar muestra la escuela primaria Floro Pérez, del Consejo Popular número 13 del poblado de Aguas Claras, en el municipio de Holguín.

Allí falta la instalación eléctrica, reparar el mobiliario y remodelar las áreas exteriores para los 74 niños matriculados en el centro escolar.

Así mismo, otro caso penoso es la sede del Instituto Tecnológico de Holguín (ITH) Mayor General Calixto García Íñiguez, el cual, según la propia ministra de Educación, provoca ganas de llorar.

A pesar de que durante la visita gubernamental a Holguín, acompañado por los miembros del Consejo de Ministros, el mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez a finales del mes de mayo exigió alistar el inmueble para este curso escolar, ahora se comprobó que en la instalación prácticamente no se ha acometido ninguna labor constructiva.

“Y lo que se ha hecho es chapucería pura. La parte de los dormitorios está muy deteriorada. Se hicieron cositas, pero dejan mucho que desear. Allí no funcionan ni las duchas, ni los sanitarios, ni los lavamanos. Trataron de hacer unos lavamanos, pero quedaron tan mal que aquello es para echarse a llorar”, detalló la ministra Velázquez Cobiella.

El ITH, como popularmente se le conoce, es el instituto insigne de la Educación Técnica y Profesional en Holguín. Cuenta con una matrícula de más de 1 600 estudiantes, pero por las pésimas condiciones constructivas, la instalación no podrá recibir ni a 400 alumnos internos.

Allí se forman técnicos medios y obreros calificados en especialidades agropecuarias y de los servicios, como agronomía, construcción civil, chapistería, albañilería, explotación y mantenimiento del transporte, por solo citar algunas.

Ubicado en las afueras de la ciudad de Holguín, en la Carretera Central kilómetro 7 ½ vía Habana, la edificación no ha sido reparada durante años, a pesar de ser patrimonio arquitectónico de la provincia y una obra representativa del movimiento de diseño Art Decó.

El conjunto arquitectónico lo forman ocho edificios concebidos dentro de un amplio plan de construcciones sociales llevado a cabo por el expresidente cubano Fulgencio Batista Zaldívar, quien lo inauguró el 23 de febrero de 1944.

Sobre el preocupante deterioro de las escuelas en Cuba, Francisco Navarro Gouraige, director de inversiones del Ministerio de Educación, admitió atrasos en las reparaciones.

Francisco Navarro, director de inversiones del MINED. Foto del autor

“Todavía hoy no podemos decir que están creadas todas las condiciones para el inicio del curso escolar. Incluso el día 2, las condiciones constructivas de todas las escuelas no van a estar listas”, reconoció el funcionario en el espacio de la televisión cubana Mesa Redonda.

Así mismo, el 19 de agosto, en un su perfil de la red social Twitter, la ministra de Educación escribió: “La provincia de Holguín tiene que atender la situación constructiva de 38 instalaciones críticas. El IP Calixto García no está en condiciones de recibir a los alumnos internos. Hay compromiso para resolver estas deficiencias y nosotros la responsabilidad de exigir y chequear.”

Holguín
Twitter de la ministra de Educación sobre la situación de las escuelas en Holguín. Foto del autor

Tener la red escolar más deteriorada del país ha influido en el bajo rendimiento académico de los estudiantes en Holguín.

Así se reflejó en las recientes pruebas de ingreso a la educación superior con el precedente histórico de que los resultados nunca han sido buenos. En el curso pasado los indicadores bajaron en más de 17 puntos porcentuales en relación con al anterior período lectivo.

De los 2 612 estudiantes del duodécimo grado presentados a esta prueba, solo 1 535 superaron la primera convocatoria en las tres asignaturas: matemática, español e historia, para un 58.76 % de aprobados.

Las deplorables cifras encendieron una vez más las alarmas y obligó a los directivos a “hacer un estudio del proceso y empezar a revisar el sistema de entrenamiento”, dijo Andrés Mario Páez, jefe del Departamento de la Enseñanza Preuniversitaria en la Dirección Provincial de Educación.

Sumado a esto, Holguín es la segunda provincia cubana de más bajo nivel de escolaridad, mientras el municipio Calixto García mantiene el porciento más alto en ese negativo indicador en el país, según datos del último censo de población y vivienda.

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Aumentar salarios no es suficiente para enaltecer la escuela cubana

educación Cuba

maestros salario Cuba
Aumentar salarios no es suficiente para enaltecer la escuela cubana. Foto tomada de Internet

LA HABANA, Cuba.- Al cierre del año 2018 el sector educacional era uno de los que presentaba un salario medio mensual más bajo en el país. Así lo atestigua el acápite Empleo y Salarios, correspondiente al Anuario Estadístico de Cuba 2018 (edición 2019), publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). El lugar cimero en esa relación lo ostentó el sector de la construcción, con un salario medio mensual ascendente a 1539 pesos, mientras que el educativo ocupó el lugar 15 con 538 pesos, por debajo del promedio nacional que estuvo en el entorno de los 777 pesos.

Semejante situación, a la que se añaden las malas condiciones materiales en las que buena parte de los maestros desempeñan sus funciones, provocó un creciente éxodo de educadores hacia otros sectores de la economía, entre ellos el emergente sector no estatal. Para paliar el déficit de maestros en las aulas fue necesaria la contratación de personal sin la debida experiencia pedagógica, con el consiguiente perjuicio para el proceso docente-educativo.

Ahora, tras el anuncio del aumento de salarios en los sectores presupuestados de la economía  ̶ incluido el educativo ̶ , la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, recorre las provincias del país con la nueva de que alrededor de 8000 maestros que habían abandonado las aulas se reincorporarán a sus escuelas para el curso escolar 2019-2020.

No obstante su optimismo, la Ministra no pudo pasar por alto el déficit de maestros que aún se aprecia en la mayoría de los territorios del país, en especial en la provincia de La Habana. Y es que ha trascendido que en la capital faltan, entre otros especialistas, maestros de educación física, instructores de arte, educadoras de círculos infantiles, así como personal que atienda las bibliotecas escolares.

Otra noticia nada halagüeña: no se cumple la matrícula en las escuelas formadoras de maestros, lo mismo para educadores de nivel medio que para profesores universitarios. Una situación que continúa comprometiendo el futuro de la educación en la isla.

A propósito del no completamiento de la referida matrícula, apareció un interesante artículo en la edición del 23 de agosto del periódico Juventud Rebelde, titulado “La escuela en lo más alto”. Después de afirmar que un aumento de salarios por sí solo no obrará a favor de la calidad de la educación, el articulista escribe que “En un país con tanta tradición pedagógica, que viene de muy lejos en el tiempo, la escuela cubana tiene que ventilarse todos los días y estudiarse por dentro, para depurar lo inoperante y atávico. Y habrá que investigar a fondo las razones de que la opción por el magisterio se haya desvalorizado en las expectativas de las nuevas generaciones”.

En realidad, no creemos que haya que investigar tanto para llegar a la conclusión del porqué de la desmotivación juvenil hacia los estudios pedagógicos. Los actuales estudiantes observan las penurias que afrontan sus profesores, así como la falta de iniciativa creadora que exhiben en las aulas, ya que en todo sentido se ven atados a las directivas provenientes de los niveles superiores. Es lógico que esos bisoños no deseen ese destino para sus vidas.

Claro que nuestra tradición pedagógica viene de muy atrás, de cuando en el siglo XIX brillaron figuras como Félix Varela y José de la Luz y Caballero, entre otros ilustres patricios. Pero esos grandes formadores, aun soportando en la isla un régimen colonial, contaban en sus aulas con mayores libertades que las que poseen los actuales maestros cubanos.

Mas, obviamente, es mucho pedirle a Juventud Rebelde que arribase a semejante conclusión.

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Bicentenario de San Alejandro. Un reencuentro con las artes plásticas cubanas

Vista de la sala transitoria. Foto del autor.

LA HABANA, Cuba.- Cuando en 1818 el Intendente General y Director de la Sociedad Económica de Amigos del País, Alejandro Ramírez, auspició la creación de la Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura, no podía adivinar cuán valiosa sería su contribución al desarrollo del arte cubano, y las grandes figuras que allí cursarían estudios. La Academia de Bellas Artes San Alejandro -bautizada en su honor en 1832- fue la primera de su tipo en Cuba y la segunda en América Latina.

En homenaje a los doscientos años de tan noble institución, el edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes ha organizado una muestra que recoge obras paradigmáticas de los distintos períodos en que ha sido segmentada la historia de la plástica nacional.

Desde el arte colonial hasta propuestas contemporáneas, el recuento inicia con la fundación de la Escuela y la labor de su primer director, el francés Jean Baptiste Vermay (1786-1833). Durante todo el siglo XIX y primeros años del XX, la evolución de la pintura cubana se caracterizó por el apego a los preceptos académicos del viejo continente y la absorción, un tanto desfasada, de las nuevas corrientes artísticas que se sucedían en ultramar.

Poco a poco se fueron perfilando las temáticas más recurrentes del arte cubano -retrato, paisaje, religioso, mitológico, histórico- que permanecerían inalterables, al menos desde la óptica convencional, hasta la llegada del arte moderno. Las obras de Leopoldo Romañach, Armando García Menocal, Miguel Melero y José Arburu Morell dieron paso a la generación de pintores que apostó por la renovación de las líneas académicas, inspirados en la efervescencia de la modernidad pictórica preconizada por los cubistas, expresionistas y demás rebeldes del arte europeo.

Víctor Manuel, Antonio Gattorno, Mirta Cerra y Carmelo González representan la diversidad de propuestas defendidas por la vanguardia artística cubana; un movimiento que no se limitó a actualizar el enfoque de la Academia, sino que planteó desde presupuestos formales y conceptuales, un acercamiento inédito a temas nacionales.

La revolución estética que tuvo lugar a partir de 1959, junto a obras firmadas por algunas de las figuras que protagonizaron el denominado “Renacimiento del Arte Cubano” a principios de los años ochenta, también ocupan lugar en la sala. Piezas de Antonia Eiriz, Umberto Peña y Ángel Acosta León se solazan con las producciones de José Manuel Fors, Tomás Sánchez y Juan Francisco Elso Padilla, en una apretada síntesis que deliberadamente omite el oscurantismo de la década de 1970.

Un sensible vacío en este tributo a la Academia obliga al espectador a preguntarse sobre el arte cubano de los años noventa, toda vez que la selección realizada a partir de fondos institucionales no da fe de la intensa actividad creativa acontecida en un período signado por la crisis nacional y el surgimiento de extraordinarias individualidades en el ámbito de la plástica.

Grabado, fotografía e instalación quedaron fuera de una curaduría que priorizó pintura, escultura y dibujo para ilustrar doscientos años de artes visuales. Aunque el propósito de la muestra no fue privilegiar épocas ni autores, y una sala transitoria resulta insuficiente para abarcar un legado de dos siglos de enseñanza artística, la escasez de piezas representativas de la plástica cubana en lo que va del siglo XXI es abrumadora.

Aun así, el compendio se adecua a la necesidad de conocer el desarrollo de la que fuera  institución rectora de las artes plásticas cubanas durante más de 150 años, hasta la creación de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y el Instituto Superior de Arte (ISA), ambos después de 1959.

La Academia Cubana de Bellas Artes conmemora su bicentenario con un merecido homenaje en el cual “no están todos los que son, pero son todos los que están”. Dos siglos de ininterrumpida pedagogía han dejado huellas indelebles en el arte cubano, con la formación de artistas muy superiores, en cuantía y calidad, a lo que podría esperarse de una Isla del Caribe.

A través de contextos históricos con tejidos socioculturales muy diversos entre sí, la Academia cubana ha mantenido una esencia inalterable. Entre errores y aciertos, aquel gesto impulsado por el Intendente General Alejandro Ramírez, se ha traducido en un inestimable aporte a la conformación de la identidad nacional.




Hojalatero

LA HABANA, Cuba, diciembre (173.203.82.38) – Michel es un joven frustrado, de esos muchos que encontramos a lo largo y ancho del país. Fue tan incomprendido de adolescente, que se convirtió en un rebelde. Él mismo se bautizó como “el loco”. Anda con su carretilla recorriendo las calles en busca de algo que hacer, para ganarse unos quilos y comprar su “jama” y la de la “pura”. Es noble, pero no tonto; también respetuoso y diligente. Para los ancianos y desvalidos tiene un trato especial: los ayuda a cruzar la calle, les carga las jabas. Siempre lo acompaña Canelo, su perro, que unas veces anda a su lado, y otras va montado en la carretilla.

Dice la madre que a Michel no le gustaba estudiar. No copiaba las tareas, conversaba mucho, jugaba, se fajaba, no repetía los lemas, botaba la pañoleta de pionero. Pero aún así ella logró que terminara la primaria, aunque repitió el sexto grado. Cuando comenzó en la secundaria las cosas empeoraron. En lugar de estudiar, se escapaba a casa de Melquiades, un viejo hojalatero que vivía cerca. Allí se le iban las horas mirándolo trabajar. Un día se apareció en la casa con una vieja tijera de cortar lata que Melquiades le regaló.

Melquiades no lo podía tener en la casa, porque el jefe de sector le llamó la atención. Aún así, de vez en cuando le regalaba algún material sobrante, con el que Michel se ponía a inventar en la casa, poniéndole asas a las laticas, haciendo espumaderas, etc.

Pero los problemas siguieron. Citaron a la madre al departamento de atención a menores de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) debido a las ausencias a la escuela y su mal comportamiento. Le levantaron un acta de compromiso para obligarlo a estudiar. Esto lo alteró mucho. No se cansaba de repetir que él quería trabajar, que todo el mundo no podía ser médico, ingeniero ni técnico.

A pesar de varias gestiones de su mamá en varios centros de trabajo, no logró que  lo aceptaran como aprendiz, por ser menor de edad.

Michel nunca pudo aprender el oficio que quiso. Hoy, lo único que queda de aquella vocación son los arreglos que realiza en algún que otro cacharro de su casa, o en la de algún vecino. Y sus ratos libres, que son muchos, los dedica a beber ron.