“Queremos vida, no muerte”: Familias habaneras temen fallecer en un derrumbe

LA HABANA, Cuba. – El edificio número 1353 de la Calzada de Diez de Octubre, en La Víbora, es uno de los tantos inmuebles de la ciudad a punto de colapsar. Hace más de 30 años fue declarado inhabitable, pero en su interior permanecen más de 10 familias que, sin otro sitio adonde mudarse, temen morir sepultadas por toneladas de escombros.
Para los inquilinos, el amanecer vivo es una especie de suerte con tiempo de caducidad. Cada desprendimiento de la estructura es una señal de alerta que atiza los nervios, sobre todo después del derrumbe del pasado 17 de octubre en la calle Sol de La Habana Vieja, donde falleció una niña de cinco años y otras dos personas tuvieron que ser hospitalizadas.
“No queremos eso para nuestros hijos. Tampoco para los adultos, claro. Ya ni siquiera dormimos, es todo el tiempo con un ojo abierto y el otro cerrado, la situación es indescriptible. Y creo que tenemos derecho a vivir”, comentó Liudmila Romero Fernández, madre de dos hijos. En el edificio viven ocho niños más.

Como último dato oficial, en 2020 se contabilizaron en la Isla un total de 854 edificaciones multifamiliares en mal estado, 696 de ellas en la capital, y en consecuencia, un total de 849 753 afectados. La falta de datos oficiales impide conocer el número de personas que llegan a las instituciones a pedir ayuda. No obstante, los 33 adultos que habitan el inmueble número 1353 de la Calzada de Diez de Octubre forman parte de esa estadística.
El miedo a perder la vida y la indiferencia de las autoridades ante esa posibilidad, llevó a los vecinos a buscar apoyo en la prensa independiente. En noviembre de 2021 CubaNet publicó un reportaje sobre la situación del edificio, pero a día de hoy nada ha cambiado.
Ada Rodríguez Martínez es de las residentes con más tiempo en el edificio, construido en 1903. Según cuenta, a principios de la década de 1970 iniciaron las gestiones para reparar las cuarterías del segundo nivel, pues el primer piso estaba ocupado por comercios estatales dedicados al expendio de bebidas alcohólicas, y por una heladería.

Sin embargo, la ayuda para mantenimientos nunca fue aprobada, y en los años 90 ―no recuerda con exactitud― ocurrieron los primeros derrumbes parciales. Las direcciones de Vivienda y Planificación Física entonces declararon inhabitable el lugar, que ya tenía las paredes y techos agrietados y el piso hundido.
Hace 30 años que los inquilinos tienen que arrojar los desechos biológicos y demás residuos domésticos a la Calzada de Diez de Octubre. La permanente humedad que cala por las grietas hinchó las paredes. Mientras, los techos sueltan algún trozo a diario y los pisos se estremecen, incluso, con los pasos de los niños.
“Nada falta para que esto nos entierre. Unos días atrás un pedazo de techo casi cae encima de tres niños que estaban jugando en el pasillo. El terror es constante porque tienes que vigilar lo que viene de arriba y pisar con pies de seda para no caerte con techo y todo para abajo”, comentó Esteban Morejón, quien argumenta que en los últimos seis años ningún funcionario ha visitado el edificio.
Solo 13 cubículos de la cuartería siguen habitados. El puntal alto de la construcción facilitó la adaptación de barbacoas que los convierten en pequeños apartamentos. Otros 24 cubículos, destruidos por dentro, están clausurados o funcionan como depósito de escombros, tanques, mesas y sillas rotas, y otros trastes inservibles. Los antiguos dueños fueron trasladados a albergues o se marcharon a casa de familiares.

En 2004 el Gobierno de Diez de Octubre prometió entregar, de manera paulatina, nuevas capacidades de albergue para el resto de núcleos que quedaron viviendo en el edificio 1353. De acuerdo con Eloísa Tamayo Diéguez, no fue hasta 2016 que cinco familias fueron enviadas a una antigua cárcel de mujeres en las afueras del reparto Novia del Mediodía, en el municipio La Lisa.
“Aquello no tenía baños, luz, puertas ni ventanas. Eran unas naves vacías, sucias, iguales o peor que esto. En una semana todo el mundo estaba de vuelta aquí”, dijo Tamayo, antes de asegurar que las personas que realizaron gestiones posteriores fueron “peloteadas por el Gobierno de Diez de Octubre y la provincia. Fiscalía y Vivienda nunca resucitaron, y el delegado nada más pasa cuando hay elecciones, para que no faltemos”.
El portal del edificio hace varios años fue apuntalado sin una señal de peligro que desvíe a los cientos de transeúntes que a diario lo cruzan. A finales de agosto los vecinos se negaron a apuntalar un ala del edificio, para fortalecer su estructura ante el inminente paso del huracán Ian por el Occidente cubano.
“Si se cae un ala se cae todo el edificio, no permitimos que apuntalaran nada porque después se limpian con esa porquería. Si esto se cae y nos mata, saben que son responsables por cruzar los brazos. Que no digan más que no hay recursos porque todos los meses sale un hotel nuevo. Ah, para los turistas sí hay”, sentenció Sabarí Puentes, una inquilina que ha sufrido varios intentos de desalojo junto a sus dos hijos.
“Hay solo dos opciones: irnos a vivir a un parque o quedarnos y que Dios quiera que estemos fuera cuando esto se derrumbe”, terminó diciendo la mujer.
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