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La Habana: 503 años que pesan demasiado

Atardecer en La Habana

LA HABANA, Cuba. — Se ha puesto el sol sobre una ciudad que, dicen, está celebrando su aniversario 503. La Villa de San Cristóbal de La Habana, que ha acumulado muchísimas heridas en los últimos años, vuelve a ser blanco de homenajes que ella, estoica, acepta; quizás para no ser descortés, quizás porque ya le da igual.

La Habana sabe que ha envejecido del peor modo posible. En esta hora tranquila, sucedidos ya el acto oficial, el mitin en El Templete, las tres vueltas de ceiba y el lanzar de monedas, si es que quedan monedas en los bolsillos de algún cubano, la otrora hermosa villa se recoge discretamente y huye un poco de sí misma. Huye de la tarima con enormes amplificadores en la calle Galiano y del espectáculo de luces anunciado por la empresa eléctrica para descansar, aunque solo por hoy, de la perpetua oscuridad gracias —quién sabe— a la termoeléctrica flotante turca que alguien desvió a toda prisa desde República Dominicana hasta las aguas de su bahía.

La Habana huye de las abundantes caridades. En silencio ha permitido los elogios porque en su infinita paciencia se conmueve por los que insisten en ver en ella algo que hace mucho tiempo dejó de ser.

Quiere pensar que la recién llegada central turca no fue un favor de Erdogan a Díaz-Canel para poder llevar a cabo estos innecesarios festejos sin el incordio de los apagones. La víspera, al ver el barco con la media luna enseguida se alarmó. Han sido tantas las humillaciones y la mendicidad en su nombre, que no le extrañaría que también el onomástico se lo celebraran gracias a la generosidad de alguien más.

Desde alturas y quicios cualesquiera, La Habana ve partir a sus hijos naturales y se deja invadir, hospitalaria, por otros adoptivos, dotados de la habilidad de multiplicar tabiques y barbacoas. Se recoge las faldas y cruza ligera sobre los hilos interminables de agua albañal. Atraviesa barrios, repartos, comunidades improvisadas, zonas residenciales y se detiene en el puente sobre el río Almendares.

Allí, en su soledad, recuerda las aguas cristalinas que le dieron el estatus de “villa”. Imposible reconocer en los feos olores que hoy emanan de las márgenes, el aroma paradisíaco de aquel camino de agua quinientos años atrás.

Su alma busca la corriente del Golfo que condujera al capitán Antón de Alaminos desde México hasta la península, tan rápido que aquel azar de la naturaleza le ganó el título de ciudad capital, destino obligado del sistema de flotas; abierta siempre al comercio, a la humanidad de paso, al dinero contante y sonante.

“Del ejido a los astilleros”, recuerda. Seis meses de arduo trabajo por otros tantos de tráfico y vida ligera, con algún ataque de piratas intercalado. Se acostumbró a vivir intensamente, a reconocerse en las fortalezas desiertas, en la cuadrícula de las plazas y en ese litoral bendito que no le permite ir contra sí misma.

Ha pasado tanto tiempo. Ha sido tan absoluta la destrucción que se llena de vergüenza al pensar que seis años atrás alguien osó nombrarla “Ciudad Maravilla”, cuando ya quedaba en ella muy poco de maravilloso. Se pregunta qué diría ese imbécil ahora que la plaga verde olivo ha arrasado con todo.

Un grupo de jóvenes cruza el puente. Hablan de que La Habana está muy churrosa para andar celebrando nada. “Se está cayendo”, dicen y ríen a carcajadas. Ella se duele y se aparta. Se mira con lástima. Piensa en otras ciudades que han envejecido bien. Sufre.

Casi en la esquina de 23 y 26 dos señoras recuerdan otros tiempos con nostalgia. Tiempos de República. Tiempos en que ella se paseaba oronda, con la altivez de una pequeña Viena, como la describió la poetisa.

Quinientos tres años son muchos años. Muchísimos. Bastaron solo sesenta para destruir su belleza y casi doblarle el espíritu; pero de alguna forma ha logrado sobrevivir en el carácter, el corazón y la memoria de sus hijos más leales; esos que mantienen a raya a los invasores, a la propaganda, al olvido. Hijos que se afligen al verla sumida en tanto oprobio, pero que la aman incondicionalmente desde el centro del dolor, o desde el horizonte. Hijos que la piensan con el alma estremecida y la llaman sin consuelo: Habana, mi Habana.

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Empresa Eléctrica festeja el aniversario de La Habana con espectáculo de luces

empresa eléctrica, La Habana, apagones

MADRID, España.- La Empresa Eléctrica de Cuba celebrará el aniversario 503 de la fundación de La Habana con un espectáculo de luces, en medio de la crisis energética por la que el Gobierno tiene sometidos a los cubanos a interminables apagones.

“Para festejar el aniversario 503 de la villa de San Cristóbal de La Habana, la calle Galiano, como ya estamos acostumbrados, mostrará un espectáculo de luces que simula el alumbrado artístico de la ciudad italiana de Torino”, dijo la entidad a través de Facebook.

luces

Ante la lógica indignación desatada en los cubanos, la publicación fue eliminada. En su lugar se puso una imagen del capitolio, totalmente alumbrado.

La Habana

No obstante, la información continúa en la página de Facebook del oficialista Canal Habana.

“Trabajadores de la Empresa Eléctrica de La Habana alistan el sistema de luces de la calle Galiano, para celebrar, este miércoles, el aniversario 503 de la capital. El espectáculo simula el alumbrado artístico de la ciudad italiana de Torino”, se lee en el post, que además comparte imágenes de trabajadores de la Unión Eléctrica instalando el alumbrado.

apagones, La Habana

“Es increíble que en medio de la situación que estamos viviendo se haga ese derroche de energía y sin embargo se mantengan los molestos apagones. Muchas luces y las calles siguen sucias, las edificaciones en pésimas condiciones, las moloteras en las tiendas, los merolicos en los portales de esa misma calle con precios escandalosos con productos de dudosa procedencia o revendiendo los de las tiendas en MLC. Por lo menos yo no tengo nada que celebrar”. (Alicia García)

“Es una falta de respeto, el resto del país sufriendo extendidos apagones y La Habana despilfarrando, una vez más se cumple que La Habana es La Habana y lo demás áreas verdes”. (María Victoria Concepción Valido)

“Me parece totalmente irrespetuoso con la situación de déficit del país y la situación crítica que al menos en Oriente estamos atravesando. Peor que lo hagan público en las redes. ¡Increíble!”. (Hindira Mastrapa)

“En medio de una grave crisis energética nacional y para colmo imitando un alumbrado artístico que no tiene que ver nada con lo que se conmemora”. (José Antonio Solana Fernández)

Los anteriores son solos algunos de los cientos de comentarios a la publicación del Canal Habana, realizados por los cubanos que, desde haces meses, pasan más tiempo sin corriente que con ella.

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Ola represiva contra activistas por los 500 años de La Habana

La Habana; Cuba; Represión; Régimen cubano;

Cuba; Represión; Régimen cubano;
Operativo policial en la casa de Iliana Hernández (Foto: Cortesía de la autora)

LA HABANA, Cuba. – Mientras la cúpula castrocomunista y parte del pueblo, oportunista e ignorante, celebraba la primera visita oficial de los reyes de España a Cuba y los 500 años de La Habana, más de una veintena de periodistas y activistas Derechos Humanos de la capital permanecimos varios días sitiados en nuestras casas por la Seguridad del Estado cubana.

Algunos de ellos fueron Jorge Olivera, Nancy Alfaya, Yoani Sánchez, Reinaldo Escobar, Luz Escobar, Marthadela Tamayo, Osvaldo Navarro, Iliana Hernández y Dunia Figueredo.

Todos han denunciado la represión y las amenazas en sus redes sociales. Algunos fueron cercados desde la llegada de los reyes de España, el 11 de noviembre; otros a raíz de las actividades por los 500 años de La Habana.

Nos percatamos de esta prohibición de salida al salir a la calle. Los agentes nos interceptaban y nos lo comunicaban verbalmente, es decir, no mediaba documento legal alguno. La amenaza era que, si no acatábamos la orden, seríamos detenidos. El cerco se mantuvo desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde, durante varios días.

Al ser esta una arbitraria decisión de la Seguridad del Estado, se viola el Artículo 94 de la Constitución cubana, el cual establece: “Toda persona, como garantía de su seguridad jurídica, disfruta de un debido proceso tanto en el ámbito judicial como en el administrativo y, en consecuencia, goza de los derechos siguientes: e) no ser privada de sus derechos sino por resolución fundada de autoridad competente o sentencia firme del tribunal”.

Asimismo, los agentes apostados a las afueras de nuestras viviendas incurren en un delito llamado coacción, tipificado en el Código Penal (Artículo 286), el cual estipula que el que por otros medios impida a otro hacer lo que la ley no prohíbe o a ejercer sus derechos es sancionado con privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas.

En el caso de Zuleidis Lisbeth Pérez Velázquez, defensora de los derechos de la mujer, fue detenida el sábado en la tarde en la terminal de ómnibus de Holguín, cuando se disponía a trasladarse a La Habana para cuidar a su madre enferma. Le robaron su dinero y la liberaron unas cuatro horas después en una carretera desolada.

Para Iliana Hernández, esta violencia “es una muestra de que el pueblo cubano no está con el PCC (Partido Comunista de Cuba), solo se mantienen en el poder por la fuerza y como cobardes que son no se atreven a medirse en igualdad de condiciones con sus adversarios políticos”.

El periodista independiente Reinaldo Escobar aseguró en su cuenta de Facebook que resulta contraproducente “que las máximas autoridades del país celebren de manera oficial el 500 aniversario de un momento de la colonización de Cuba por España y sigan negándose a conmemorar, como es debido, la fecha del 20 de mayo, que dio por terminada la dominación española sobre la Isla”.

Por su parte, Félix Navarro, Presidente del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel, expuso: “Lo que tenemos que hacer, hermanos cubanos, es reclamar nuestros derechos haciendo una denuncia ante un tribunal. Si lo hacemos, hasta presos pudiesen ir estos miembros de la policía política que se ríen del esfuerzo de los legisladores cubanos, ya que ninguno aplica lo establecido en las leyes comunistas, que son pésimas, pero que se convierten en letra muerta en las manos de estos abusadores de poder”.

Las Damas de Blanco fueron una vez más cercadas, golpeadas y arrestadas el domingo cuando salían a las calles a protestar pacíficamente por la libertad de los presos políticos.

La activista por los derechos de la mujer y fundadora de las Damas de Blanco, Nancy Alfaya denuncia la escalada represiva del régimen a partir del mes de septiembre en que varias féminas y organizaciones lanzaron la Campaña #UnidasPorNuestrosDerechos. La misma pretendía visibilizar y erradicar la violencia política contra las mujeres cubanas.

“Hemos sido fuertemente reprimidas, con acoso, detenciones arbitrarias, arrestos, multas, prohibiciones de salida del país y cercos en nuestros hogares. Esta es la respuesta que tiene el sistema dictatorial para los que hemos decidido ser defensores de las libertades y derechos fundamentales de los ciudadanos cubanos”.

Además de las mujeres disidentes, los escritores y artistas han estado en la lista negra de la dictadura. A Jorge Olivera, escritor y Presidente del Club de Escritores y Artistas de Cuba (CEAC), los sicarios le advirtieron que no permitirían ninguna actividad de la organización. Lo mismo ha sucedido con los promotores del Movimiento San Isidro y Demóngeles. El viernes último, por decimosexta vez en un año, Luis Manuel Otero Alcántara fue detenido a la salida de un encuentro de arte independiente. Según sus captores, al artista no le está permitido salir de noche, por una causa de “desorden público” que tiene en su contra.

Evidentemente, pese a todos los festejos por el medio siglo de La Habana, como bien describiera el escritor y periodista Jorge Ángel Pérez, “el maquillaje no esconde la agonía”. Ciudad maravilla, pero más aún, ciudad sometida, reprimida, la capital de la miseria, la desolación y la tristeza que ha impuesto el castrocomunismo por más de 60 años.

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Habana 500: la ilusión de recuperar lo perdido.

La Habana; Cuba;

LA HABANA, Cuba. – Hoy la Villa de San Cristóbal de La Habana cumple cinco siglos y nadie mejor para hablar de ella que quienes la han vivido más. El paso del tiempo, la desidia humana, los vacíos generacionales y toda clase de desaciertos políticos han borrado las remembranzas de una ciudad que alguna vez fue genuinamente maravillosa, no porque así lo decidiera una argucia publicitaria motivada por urgencias económicas; sino por su ambiente cosmopolita, la permanente vigilia de música y baile que la envolvía, y la belleza de una arquitectura en la cual se solazaban el pasado colonial y los hitos de la modernidad.

La Habana fue paradigma de garbo y prosperidad en América Latina; cualidades definitivamente perdidas en nuestros días, pero quizás recuperables en un futuro lejano. Otras cosas, en cambio, parecen haberse diluido para siempre, tan esenciales que su ausencia relega a un segundo plano la frágil y desgastante situación material.

El equipo de CubaNet entrevistó a ciudadanos que hoy sobrepasan los 65 años de edad y recuerdan con nitidez aquella Habana que aún permanecía intacta y espléndida cuando los barbudos hicieron su entrada triunfal en enero de 1959. Algunos, que vivieron los últimos quince o veinte años de República, atesoran en su memoria las bondades del alumbrado público, la higiene, el deleite de las rebajas, la vistosa decoración de los comercios, el transporte urbano y la intensa vida nocturna de la otrora capital del Caribe.

Existían desigualdades y problemas que clamaban por soluciones inmediatas; pero la pobreza no era utilizada como pretexto para sacrificar el decoro. Nunca hubo que lamentar la grave falta de educación que se aprecia en la actualidad, ni la violación impune de las normas de convivencia, ni el desprecio de los nuevos por el consejo de sus mayores. Lo mejor de cualquier ciudad debería ser su gente, pero desde el prisma de estos abuelos que no dejan de reconocer que los tiempos cambian y las juventudes piensan distinto, la calidad de los ciudadanos ha decaído sin importar a qué barrio pertenezcan.

La Habana adolece de la distinción de sus habitantes, de la vitalidad que realza a las capitales de nación; pero, sobre todo, de libertad. Sesenta años de olvido no desaparecen bajo un maratón de arreglos ligeros y pintura aguada en los edificios de las calles principales. Por ello se desdibuja tan fácilmente el empeño del régimen en maquillar ciertos puntos de la urbe -en especial de carácter económico- para los primeros planos que recorrerán el mundo una vez concluidos los festejos; en tanto la terrible situación que atenaza cada instante de la vida de los cubanos, se mantiene igual.

Los abuelos de hoy echan de menos aquellos Círculos Sociales que frecuentaban para bailar con las mejores orquestas en un ambiente pacífico y de mucho respeto. Sienten ajena una ciudad que ayer tenía excelentes opciones, ahora convertida en coto de privilegiados.

Así quedó demostrado en las elitistas celebraciones de anoche, con numerosos invitados internacionales que ocuparon asiento frente al Parlamento para disfrutar del espectáculo que el pueblo vio de pie, tras las vallas de contención. Mientras se fabricaba la postal de rigor y estallaban los fuegos artificiales, los vecinos del barrio Jesús María cargaban agua de un camión cisterna bajo el aguacero; porque ese mismo régimen que se permite invitar a tantos dignatarios extranjeros, no tiene un centavo para solucionar la contaminación del agua potable con desechos albañales.

Esa interminable pesadilla que lleva más de una semana, así como la represión sostenida y los agentes de la Seguridad que ayer custodiaron los domicilios de periodistas independientes y activistas pro derechos humanos para impedirles asistir a los festejos, conforman la oscura faz de una Habana cada día menos grandiosa a pesar de los ridículos eslóganes de la cúpula. La capital de todos los cubanos no ha envejecido bien. Quienes aún la aman y le han entregado su vida, procuran hacerla suya como pueden, aguardando tiempos mejores aunque cada día merme la esperanza.

Y es que ha llegado tan necesitada La Habana a su aniversario 500, que algunos cubanos han preferido pedir para ella en vez de para sí mientras dan las tradicionales vueltas a la simbólica ceiba, evocación de aquella hora fundacional  de 1519 en que, tras haber buscado asiento en áreas próximas al litoral sur, la ciudad encontró su sitio ideal en la bahía de Carenas, ungida por la corriente del Golfo.

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El maquillaje no esconde la agonía

La Habana; Cuba;

La Habana; Cuba
Escena de una calle de La Habana (Foto: AP)

LA HABANA, Cuba. – Atenas tiene muchos años, y también Roma. Atenas y Roma parieron muchos hijos desde el mismo día en que nacieron. Atenas y Roma son madres espléndidas, hembras pomposas, damas de teatro y vida. Atenas y Roma pueden ser muy generosas, pero yo me quedo con la más rumbosa, aunque mejor sería escribir: rumbera. Yo me aferro a esa Habana que ahora mismo está cumpliendo quinientos años, esa que tanto me ata, aunque no me miró nacer.

Hasta hoy escribí muchas veces de La Habana, aunque no siempre la vi “tan elegante”. Mirándola, gozándola, la describí generosa y también impúdica. Expliqué mi amor pensando en la villa imponente que mira al mar y en la ciudad sucia y desfachatada, en la que acoge y también rechaza. La Habana es, sin dudas, una ciudad plena a pesar de sus desdichas; en esta ciudad comienza todo, aquí todo termina.

Ya lo escribí antes, pero otra vez lo advierto; me gusta La Habana de solares, esa que se vuelve más sincera en la miseria. Ya lo indiqué antes, prefiero a La Habana marginal que a esa otra que se esconde en una zona cero que dirige a la ciudad desde hace mucho y donde todo se decide, donde parece comenzar y concluir, aunque los habaneros la desconozcan, aunque sea nula, como el cero.

La Habana que amo no es solo esa que estuvieron maquillando para que luciera bien en su cumpleaños. La Habana no es solo la de las grandes casonas señoriales restauradas, no es solo el Vedado imponente y tan urbano. La Habana que amo es el Cerro grandioso y refinado que dejaron destruir, que destruyeron, y es también la calle Galiano destruida pero maquillada, iluminada, para los festejos.

La Habana, aunque nos pese, es también el Alamar tan espantoso, tan de realismo socialista, tan “cheo” e indecente, tan promiscuo y desafortunado. La Habana no es solo esa que Leal restaura, la que maquilla. La ciudad no es solo la que mira al mar desde el resguardo de un hotel cinco estrellas, no es únicamente la que disfrutan los turistas y los reyes que dedican una ojeada rápida y lejana.

Nuestra ciudad no es la del Hotel Nacional que se muestra en las agencias de viaje, esa de mojito y “Cuba libre”, de mulatas rumberas. La Habana es la ciudad de hombres y mujeres negros que viven en solares sintiendo el peso del racismo, y peor si el comunismo advierte que todos son iguales. La ciudad es también esa que está más allá de hostales para turistas y de museos para quienes desconocen la ciudad real y abandonada.

Esta “vieja” ciudad no es solo la de los hoteles que inaugura Díaz-Canel y mucho menos la de hermosa y repujada herrería. La cumpleañera es también la de esos edificios olvidados, la de esas casas que sepultan a sus habitantes cuando caen con todo el cinismo de su peso. La ciudad que tanto amo es la de las prostitutas y “pingueros”, la de ladrones y asesinos.

La Habana es sus prisiones y encierros. La Cabaña de antaño y también la de los juicios parcializados y de paredón sin juicios. La Habana es la de las estaciones repletas de delincuentes y de opositores pacíficos, de damas vestidas de blanco y asediadas, magulladas por golpes tremebundos. Esta añeja capital es la de opositores vigilados, enjaulados, vejados.

Y qué sería de esta metrópoli sin su mar, ese que a tantos escapistas se tragó, ese que recibió lo mismo a niños y ancianos, a hombres y a mujeres que escapaban. Mi ciudad es la de grandes avenidas y callejones desolados. La Habana es la de la Calzada de Jesús del Monte de Eliseo y también la podrida “Diez de octubre”, es el Hilton y el Habana Libre, el Blanquita y el Carlos Marx, Radio Centro y el Yara. La Habana es puro contraste, es amor y mucha enemistad.

La ciudad que más amo es la que veja y la que llora por el hambre, la de salsa y rock, la de Van Van y Rolling Stones, es la de Karl Lagerfeld y “kikos plásticos”, es la de Carpentier, pero también la de Reinaldo Arenas, es la de Martí y, aunque suene feo, aunque duela, es la de los comunistas. La Habana es la de Virgilio Piñera encerrado en el castillo del Príncipe, la del mismo poeta advirtiendo a Fidel Castro del miedo que sentía.

La Habana que recibió a los reyes españoles es la de Paloma, la niña que murió después de la vacuna, la que no volverá a la vida a pesar de los muchos fuegos artificiales, a pesar de la llovizna que ahora siento y que parece bendecir a la ciudad, reverenciar a sus muertos y a sus vivos. Mi ciudad amada es la de viejos hambrientos y sucios, que no consiguen cobijarse en medio de la ciudad más descubierta. La Habana es la del gay que no encontrará una cama para adorar el cuerpo del amado, ese que mañana puede amanecer muerto, y sin que aparezca el asesino.

Mi Habana es la de los médicos que se alejan de sus hijos para conseguir mejores dividendos, para tener lo que por acá no pueden conseguir. Esta metrópolis de quinientos años restaura lo más viejo para quitarle la vida mientras desatiende a la ciudad más “viva”, a la triste, a mi pobre ciudad que vive del viejo esplendor colonial, que muestra añejos autos que hacen alarde con su aparente eternidad, contrastando con abarrotados ómnibus que se desarman haciendo el camino de siempre, el único, el que no va a ningún lugar o quizá sí; a la miseria y la muerte.

La Habana no es solo la del Templete y la ceiba reverenciada, ella es la de solares yermos donde antes se levantó un edificio, una casa que cayó dejando muerte, desamparo. La Habana no es la de una plaza “revolucionaria” que alguna vez fue cívica. Esta es la ciudad de Casal alucinado con la bella “mulatés” de Antonio Maceo. La Habana, que nadie lo dude, es la del “maleconazo”, la del trasbordador “13 de marzo”, la del policía que vigila a la joven periodista que no debe salir de casa si quiere seguir en “libertad”.

La Habana es la de esos tantos que andan desperdigados por el mundo sin encontrar un norte, y la de quienes lo encontraron en el fondo del mar o en un lejano, y a veces cruel, exilio. Esta es la ciudad de los enfermos sin medicamentos, de los que llevan años en medio de la promiscuidad de un albergue, de los que duermen bajo el sereno en la profunda noche.

La Habana no es solo la que miraron, caminaron, Leticia y Felipe. Ellos vieron el museo, pero La Habana es mucho más… Ella es amor y es odio, es el hambriento, el desolado que, a diferencia del presidente, no aparece engalanado y, por suerte, tampoco es la primera dama tan “picúa” y mal vestida. La Habana, la ciudad de mis amores, esa a la que le dedico muchas reverencias, es también la que soñamos, la que agoniza, la que no consigue salvarse con tanto maquillaje.

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La Habana: A 500 años de su fundación

La Habana; Cuba;

Capitolio de La Habana (Foto de la autora)

LA HABANA, Cuba. – Andar el casco histórico de La Habana engalanado para festejar el 500 aniversario de su fundación, el 16 de noviembre de 1519 por Diego Velázquez, resultó placentero y a la vez deprimente.

El alegre bullicio callejero, la prosperidad de las tiendecitas de suvenires, los restaurantes paladares, los antiguos autos americanos y las habitaciones rentadas a los miles de estadounidenses, acogidos con  la hospitalidad y la música criollas, desaparecieron. Apenas se veían pequeños grupos de alemanes y rusos.

El casco histórico, la calle Obispo y la arteria comercial de la calle Galiano hasta la década de 1960 están vacíos, porque los miles de turistas esperados no llegaron para Habana 500. Semivacíos igualmente están los estantes de las tiendas reinauguradas, asediadas por miles de cubanos arremolinados  en las colas para aprovechar los limitados surtidos de algunos productos de primera necesidad, como papel sanitario, vendidos en CUC, peso cubano equivalente a divisas.

Con edificios patrimoniales, Capitolio y tiendas restaurados, tres hoteles de lujo recién inaugurados, edificios pintados, calles limpias, suministro de agua que estuvo ausente por décadas y camiones de recogida de basura nuevos gracias a donaciones, el enjambre de norteamericanos de meses atrás se esfumó por las medidas del presidente Trump. Al mismo tiempo, otros extranjeros disminuyeron, alejados debido al descenso económico en sus naciones, y Cuba como país de alto riesgo en ese campo, que sus dirigentes se aferran a no abrir para sus ciudadanos. La Habana ocupa el primer lugar de turismo de ciudad en Cuba.

El turismo internacional en el país hasta septiembre de 2019 registró un decrecimiento de 6,0% al arribar 3 327 392 visitantes, que significan 213 151 menos que en igual período del año anterior. La tendencia a la baja continuó en el mes de septiembre con 201 321 visitantes, 81 478 inferior, lo que representan un 28,8 %.  Solo se incrementaron la Comunidad Cubana en el Exterior 5,2% con 470 290 y Rusia 13,8% con 104 300 visitantes. Bajaron todos los demás emisores significativos: Canadá -0,2%, importante por ser el mayor emisor tradicional      con 856 770,  Italia -25,8%, Inglaterra -23,9%, España -13,3%, Francia-13,5%, Alemania -13,9%,  México -2,3%,  Otros -10.5%, según la información brindada por la Oficina Nacional  de Estadísticas de Cuba.

 

Estados Unidos con 436 453 personas, descendió 5,2%, lo cual es importante debido al sostenido incremento desde la autorización de  los viajes de ciudadanos norteamericanos en 2016 por el presidente Obama, y el elevado ingreso que reportaban no solo a las arcas públicas, sino a los diligentes emprendedores cuentapropistas, que han tenido que cerrar. La prohibición de viajes individuales “people to people” por la Administración Trump se compensó relativamente por la llegada de cruceros que aportan inferiores ingresos monetarios, pero en junio también estos fueron prohibidos, junto con las aeronaves no comerciales y embarcaciones de pasajeros y recreativas en estancia temporal.

En octubre un nuevo golpe a la llegada fue el anuncio de  la restricción de los vuelos solo a La Habana a partir del 10 de diciembre, lo que excluye  Camagüey, Holguín, Santa Clara, Santiago de Cuba, los cayos, y Varadero, principal destino de playa. Drásticamente se cortan los servicios de American Airlines, Jetblue, otras compañías y charters, con el consiguiente incremento de los precios de los boletos, rodando los 1 500 dólares. ¡Y eso que estamos solo a 90 millas!

Eso no solo incidirá en la llegada de norteamericanos y cubanoamericanos, sino que lesiona grandemente los contactos familiares que se habían restablecido después de décadas de separación, y los revendedores viajantes para comprar los artículos muy deficitarios en el archipiélago, aunque su tendencia era disminuir al expirar las visas por 5 años, en caso de no contar con la nacionalidad española. Los vuelos comerciales se habían restituido el 31 agosto de 2016, con la llegada  a Santa Clara de JetBlue  procedente de Fort Lauderdale, Florida.

De las 12 mil habitaciones que posee la capital, el 44% es de categoría 2 y 3 estrellas,  por lo que se potencia la edificación de instalaciones de alto estándar como los hoteles  Manzana Kempinski, Iberostar Grand Packard y Accord  Prado y Malecón, expresó el Ministro de Turismo Manuel Marrero, en diciembre de 2018, según Granma. El añadió que con la nueva modalidad de los contratos de administración y comercialización hotelera que incluye financiamiento, podrían revitalizarse los insignes hoteles capitalinos Riviera y Habana Libre. También se construyen en 3ra y 79, Miramar y otros lugares.

En junio, Cuba tenía 72 965 habitaciones.  Hasta finales de 2019 está prevista la incorporación de otras 4 197 nuevas capacidades, -el 97 % de ellas en 26 nuevos hoteles, mientras el 3 % restante son ampliaciones, manifestó Marrero durante la inauguración oficial del Hotel Meliá Internacional de Varadero, 31 de agosto.

La aspiración para 2019 era  alcanzar más de 5 millones de turistas extranjeros, lo cual significaría un crecimiento del 7,4 % respecto a 2018. En junio se hablaba de que el año cerraría con más de 4 300 000 turistas, aunque ello representa un decrecimiento de un 10 % con respecto a 2018, cuando arribaron 4 732 280 turistas.

El incremento del incipiente mercado chino está priorizado. China será el invitado de honor a la Feria Internacional de Turismo 2021. Del 7 al 13 de noviembre una delegación encabezada por el Ministro Marrero viajó allí para lanzar el destino Cuba, y dijo que trabajan con México y la República Dominicana para ofrecer paquetes turísticos multidestino.  Simultáneamente se promueve el mercado ruso, lo cual se destacó durante la reciente visita del presidente Díaz-Canel a Rusia.

A pesar de la disminución de la llegada de visitantes, y la crítica situación financiera nacional, el gobierno continúa la construcción de hoteles y otras instalaciones. Sería conveniente equilibrar las inversiones para destinar mayores recursos a la obsoleta industria y la agricultura con bueyes jalando arados. Antes había monocultivo, ahora a duras penas se obtienen caña y azúcar, pero tenemos mono industria: el turismo.

Lamentablemente, La Habana festeja el 500 aniversario con exquisitas galas para los invitados extranjeros y cubanos de alto nivel, bailes populares para la población, sin los miles de turistas que deberían llegar a los hoteles. Aunque habrán 16 000 fuegos artificiales y  la incertidumbre sobre 2020,  con mayores carencias porque lo bancos están vacíos y el presupuesto está sin fondos.

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