LA HABANA, Cuba -Con la llegada al poder del castrismo, se pondría fin al beisbol profesional en Cuba. Aquel último juego celebrado entre los equipos Cienfuegos y Almendares, el 7 de febrero 1961, marcaría un antes y un después para el más amado de los deportes en la Isla.
Desde entonces la propaganda del régimen no ha cesado de presentar el llamado béisbol revolucionario como ejemplo de nobleza, desinterés, heroísmo y patriotismo. Sin admitir ni un mínimo de responsabilidad por el declive que ha sufrido el béisbol cubano.
Uno de los peloteros al servicio de aquel sueño revolucionario, el ex lanzador de las primeras series amateurs José Elías González Agüero, devela en su libro, titulado Majá, las repetidas veces que muchos beisbolistas, a riesgo de perderlo todo o de ir a la cárcel, vendieron o arreglaban los juegos con banqueros y apostadores ilegales para poder subsistir y mantener a su familia.
José Elías mantuvo engavetada durante decenios la impresionante historia, a sabiendas de que jamás las autoridades aceptaran sus argumentos. Pero finalmente decidió ponerse en contacto con los miembros del Club de Escritores Independientes de Cuba, con el fin de viabilizar gestiones con alguna editorial para su posible publicación.
Según el periodista y escritor Víctor Manuel Domínguez, presidente del Club, este libro cuenta con abundantes testimonios y anécdotas que revelan la corrupción generada en el béisbol durante los primeros años del gobierno revolucionario.
En el preámbulo del libro queda definido el momento exacto en que el ex lanzador decidió escribir las vivencias ocultas de aquella pelota que solo daba gloria al castrismo. Y pide mil disculpas a hermanos y amigos por haber sufrido la vergüenza de prestarse para aquella farsa.
También consigna por adelantado las molestias de muchos, adelantando que no les gustará verse plasmados en las páginas de Majá, “pero todo tiene que ser recogido por la historia. Las cosas buenas, los sucesos malos, y también los culpables”, sentenció.
El libro de José Elías se centra en la etapa 1978-1982, marcada por las vivencias del autor como pelotero activo. Pero de ninguna manera omite los más resonados escándalos por juegos vendidos dentro de la pelota revolucionaria.
Según el libro, en 1963, el lanzador zurdo Rolando Pastor y los jugadores Guapería Quintana y Güiro Ortega, protagonizaron la primera venta de un juego. Luego, vendría la de los Industriales, de la capital, en 1971, con Leonardo Fariñas y Héctor Despeine. Y siete años después, la de 75 atletas de alto rendimiento de los equipos nacionales. Todos estos hechos corruptos fueron conocidos por las autoridades cubanas.
El autor de Majá da por sentado la hipocresía de ese mito triunfalista del castrismo, que solo reconoce y exacerba los logros y triunfos de la pelota revolucionaria, escondiendo verdades de las cuales son responsables directos. Insiste en que de ninguna manera este libro viene a ser un tribunal para banqueros, apostadores y peloteros. Más bien se presenta como querellante de un sistema que cercenó el talento de muchísimos peloteros, a quienes obligaron al infortunio y la pobreza, dando paso a la corrupción como único medio de supervivencia.
Finalmente, el otrora lanzador de los equipos capitalinos y autor del libro Majá termina diciendo: “Cuando nos cae una pajita en los ojos, por muy pequeña que sea, nos sacan las lágrimas, ¡estas son nuestras lágrimas!”.