LA HABANA, Cuba.- Este 14 de febrero el sitio oficialista Cubadebate publicó un artículo del expresidente de Ecuador Rafael Correa que evidencia su incapacidad para aceptar la demoledora derrota que sufrió en el referendo y consulta popular realizados recientemente en su país.
Los resultados del proceso implican cambios a la Constitución que la Asamblea Nacional debe implementar en treinta días. También será anulada la enmienda constitucional que permitía la reelección política, lo cual impide a Correa volver a postularse como presidente.
En el artículo “La izquierda latinoamericana, ¿atacada por la derecha y sus propios errores?”, Correa asegura que América Latina está bajo el empuje de una ofensiva conservadora que se fundamenta en “el supuesto fracaso del modelo económico de la izquierda y la pretendida falta de fuerza moral de los gobiernos progresistas”.
Se queja de que las dificultades económicas de Venezuela y Brasil son tomadas como ejemplos del fracaso del “Socialismo del buen vivir” por quienes apoyan esa ofensiva. A estos casos contrapone los de Uruguay y Bolivia, evidencias irrefutables de prosperidad económica en nuestro continente, lograda por gobiernos de izquierda.
Para justificar los problemas económicos de Ecuador durante su mandato Correa menciona la caída estrepitosa de las exportaciones y de los precios del petróleo, el aumento del valor del dólar estadounidense y los efectos del terremoto del 16 de abril del 2016, factores que sin dudas tuvieron incidencia en que la economía ecuatoriana pasara de un crecimiento del 4% en el 2014 a tan solo un 0.2% en el 2015 y a un decrecimiento del -1.5% en el 2016.
Llegando a este punto Correa se queja de que los ciudadanos son manipulados por la prensa de derecha porque a ellos les importan poco los análisis económicos, ¡y dice bien! ¡A los ciudadanos comunes nos importa que aumenten nuestra calidad de vida y nuestros derechos, para los cálculos están los economistas! Argumenta que la causa de esos descalabros económicos en Ecuador reside, específicamente, en la estructura económica del país, la cual no puede ser cambiada en pocos años. El mensaje subliminal es claro: “¡Denme 10, 20,40 años en el poder para cambiar eso!”, una pretensión cuyos peligros Lenin Moreno y el pueblo ecuatoriano advirtieron a tiempo.
El único gobierno de izquierda que ha logrado avances económicos significativos y una más eficaz distribución de la riqueza nacional en este continente es Bolivia, los demás, salvo Uruguay y Chile, han significado un gran fracaso económico, entre ellos Venezuela y Cuba. El primero, siendo uno de los países más ricos del planeta ha descendido a niveles extraordinarios. Del segundo ni hablar.
Correa no dice en su artículo que Bolivia y Uruguay — dúo al que añado a Chile— han logrado sus éxitos económicos sin hacer grandes cambios en su estructura económica. Eso sí, en esos países sus mandatarios se han cuidado mucho de alterar el equilibrio de poderes o de introducir fórmulas ineficaces, pues hasta Evo Morales ha recibido respuestas virulentas de parte de los propios indígenas cuando ha querido situarse por encima de la ley.
En cuanto a la “pretendida falta de fuerza moral de los gobiernos de izquierda”, recordemos que tanto Correa como Evo Morales, cuando tomaron el poder, afirmaron públicamente que no iban a prorrogarse en él, sin embargo poco tiempo después comenzaron a tratar de imponer su reelección indefinida. Lo mismo hicieron el castrismo y Chávez. Evo lo logró —a pesar de que en un plebiscito el pueblo boliviano no apoyó su pretensión— pues el Tribunal Supremo de Bolivia la validó recientemente, algo cuyas consecuencias están aún por ver.
Es curioso que los analistas de la prensa oficialista cubana critican al poder legislativo y judicial brasileño porque, según ellos, “acosan a Lula” en contra de la opinión del pueblo, y no hacen lo mismo con el poder judicial boliviano que tomó su determinación desconociendo la voluntad popular.
Y es que la izquierda trata de hacernos creer que sus líderes son insustituibles. El resultado es que acaban convirtiéndose en dictadores. Martí advirtió que el caudillismo era otro de los grandes problemas de los pueblos americanos emancipados del poder español y ese mal subsiste. Mientras la ley no se convierta en el verdadero líder de cada país siempre surgirá un “iluminado” que nos hará más dependientes de él y de su gobierno.
En cuanto a Lula y Dilma Rousseff, desconozco si Correa ha leído “La mosca azul”, obra de Frei Betto, quien fue asesor del expresidente Lula y en ese libro hace una crítica demoledora a la corrupción del Partido de los Trabajadores brasileño y a ciertas características de la “progresista” izquierda latinoamericana.
Los revolucionarios, una vez en el poder, se vuelven tan conservadores como los que los precedieron e imitan en todo el modo de vida de los burgueses. Esa fue precisamente una de las grandes preocupaciones de Lenin, crear la nueva moral socialista, otro fiasco rotundo del “iluminado” de Simbirsk.
Cuando la izquierda toma el poder, lejos de fortalecer los mecanismos democráticos que la condujeron a él y empoderar realmente al pueblo, se vuelve más manipuladora y antidemocrática que los gobiernos precedentes y comienza el camino de la radicalización cueste lo que cueste. Esa es otra característica de la izquierda extremista latinoamericana, representada por Correa, Evo Morales, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y el castrismo.
Correa culpa a la prensa de adoctrinar y manipular a las masas, como si estas fueran un conglomerado estólido y no conjuntos de individuos diferenciados por sus opiniones e intereses, capaces de pensar por sí mismos y castigar democráticamente a sus gobernantes cuando ven en peligro sus derechos y prosperidad. Esa opinión suya demuestra en qué lugar ubica ahora al soberano, quizás porque le dio un no rotundo a sus posiciones el pasado 4 de febrero.