LAS TUNAS, Cuba. — Este miércoles, se cumplen 66 años de una promesa hecha a los cubanos que el pasado junio llegó a los 63 años de incumplida: la convocatoria a elecciones generales para que estos, por sí mismos, eligieran sus gobernantes y el destino político de la nación.
Pero este martes 11 de julio, segundo aniversario del 11J, víspera de la efeméride electoral prometida, transcurrió con soldados, policías, oficiales militares retirados y empleados estatales patrullando o apostados en calles y plazas públicas, cual signo visible de los temores de la dictadura de que se produzca otro estallido social y este de consecuencias imprevisibles por la calamitosa situación económica y sociopolítica que viven los cubanos.
El Manifiesto al Pueblo de Cuba, rubricado en la Sierra Maestra, el 12 de julio de 1957 por Fidel Castro, jefe del Movimiento 26 de Julio; Raúl Chibás Ribas, presidente del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo); y Felipe Pazos Roque, ex presidente del Banco Nacional de Cuba, entre otros pronunciamientos, acordó que, a partir de la fecha en que fuera derrotada la dictadura de Batista, en 18 meses se convocaría a elecciones generales según lo conceptuado por la Constitución de 1940.
Puesto que Fulgencio Batista, ex presidente constitucional, devenido dictador por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, huyó de Cuba la madrugada del 1ro de enero de 1959, y cumpliendo con el Manifiesto al Pueblo de Cuba, o Manifiesto de la Sierra Maestra como lo llaman otros, el llamado “gobierno revolucionario”, entonces presidido de forma “provisional” por Osvaldo Dorticós y el primer ministro Fidel Castro, debieron convocar a elecciones generales el 30 de junio de 1960. Esa convocatoria que no ha ocurrido hasta el día de hoy.
Según la Constitución de 1940, concerniente a los poderes del Estado, “el Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República con el Consejo de Ministros”, presidente que “será elegido por sufragio universal, igual, directo y secreto en un solo día para un período de cuatro años”.
El artículo 118 de la propia Constitución expresa: “El Estado ejerce sus funciones por medio de los Poderes Legislativo y Judicial y los organismos reconocidos en la Constitución o que conforme a la misma se establezcan por la Ley. Las provincias y los municipios, además de ejercer sus funciones propias, coadyuvan a la realización de los fines del Estado”.
Contrario al monopolio político que desde hace más de sesenta años ejercen los comunistas en Cuba, el artículo 102 de la Constitución de 1940 establecía que “es libre la organización de partidos y asociaciones políticas”; sin embargo, estaban prohibidas las “agrupaciones políticas de raza, sexo o clase”. Para la constitución de un nuevo partido político, el propio artículo de la Carta Magna establecía que, junto con la solicitud correspondiente, se debía presentar un número de adhesión igual o mayor “al dos por ciento del censo electoral correspondiente, según se trate de partidos nacionales, provinciales o municipales”.
También expresaba el artículo 102 de la Constitución de 1940: “Los partidos políticos se reorganizarán en un solo día seis meses antes de cada elección presidencial o de gobernadores y alcaldes o concejales, o para delegados a una Convención Constituyente. El Tribunal Superior Electoral tachará, de oficio, del Registro de Partido los que en tal oportunidad no se reorganicen”.
No obstante, y a fin de proteger los derechos constitucionales de las minorías, el artículo 103 conceptuaba: “La Ley establecerá reglas y procedimientos que garanticen la intervención de las minorías en la formación del censo de electores, en la organización y reorganización de las asociaciones y partidos políticos y en las demás operaciones electorales, y les asegurará representación en los organismos electivos del Estado, la provincia y el municipio”.
Entonces cabe preguntar: si el 30 de junio de 1960, cuando en cumplimiento del Manifiesto al Pueblo de Cuba, firmado en la Sierra Maestra el 12 de julio de 1957, debió convocarse a elecciones generales según lo conceptuado por la Constitución de 1940, y Fidel Castro y sus seguidores tenían respaldo de la ciudadanía que les permitiría conseguir una victoria popular en la mayoría de los municipios y provincias y, por consiguiente, a escala nacional, en toda Cuba… ¿Por qué no fueron convocadas las elecciones generales según se prometió?
Los castrocomunistas sostienen que las elecciones no fueron convocadas por la situación de confrontación que para esa fecha ya existía entre el régimen y la administración de Estados Unidos. Esa justificación no se sostiene por una sencilla razón: de convocarse a elecciones generales según lo rubricado en el Manifiesto al Pueblo de Cuba del 12 de julio de 1957, Estados Unidos y todo el mundo democrático se hubiera detenido a observar con buenos ojos —si se producían en buena lid — las elecciones que se producían en la nación cubana. Más cercano a la realidad parece un hecho incontrovertible: temprano en 1959 el castrismo ya poseía el mando militar real, consolidado, y más interesado en el poder totalitario que en la democracia, poco le importaba legitimarse en las urnas, cuando en las plazas públicas, esas mismas custodiadas hoy por guardias temerosos de otra protesta, las multitudes aplaudían a Fidel Castro. Del polvo de ayer surgió el lodo de hoy. No es extraño.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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