LA HABANA, Cuba.- Los gobernantes cubanos son expertos en el arte de encubrir sus vulnerabilidades —entre nosotros le llamaríamos “los trapos sucios” —, y en cambio exaltar las de sus adversarios.
Al parecer, las autoridades de la isla les han transmitido esa manera de actuar a sus camaradas de la Alanza Bolivariana para los Pueblos de las Américas-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), ese mecanismo de integración que acaba de celebrar en la capital cubana el aniversario XIII de su constitución, al tiempo que efectuó también su XVI Consejo Político.
En ese sentido es preciso realizar una lectura entre líneas de algunos de los hechos acaecidos en esta cita, así como de las declaraciones de varios de sus protagonistas. Solo así podríamos atisbar el trasfondo de asuntos claves para la vida del ALBA, pero que ahora sus portavoces se empeñaron en ocultar o disfrazar mediante el empleo de eufemismos.
En ese contexto, por supuesto, sobresale el caso de Ecuador, uno de los principales integrantes del ALBA, junto con Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia. Como es sabido —pero totalmente silenciado por la prensa oficialista cubana—, esa nación presencia un enfrentamiento entre el actual presidente Lenín Moreno, y el ex mandatario Rafael Correa, quien en su momento fue una de las figuras cimeras del ALBA.
No es posible precisar la importancia que el presidente Moreno le otorgó a esta reunión del ALBA, pues no se informó si envió a la cita a su ministro de Relaciones Exteriores —como era lo indicado—, o si en cambio fue representado por algún funcionario de menor nivel. En cambio, sí podemos hacernos una idea de la posición tomada por el ALBA en dicha pugna.
Casi al final de la Declaración del XVI Consejo Político del ALBA-TCP, leída por el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, se expresa que “Felicitamos los resultados de los diferentes procesos electorales realizados en Nicaragua, Cuba, Venezuela y Bolivia durante el 2017, muestra de la tradicional participación ciudadana de nuestros países”.
Más claro ni el agua. El ALBA no festeja el triunfo electoral de Lenín Moreno, acaecido a inicios de 2017, y que permitió su ascenso a la presidencia el 24 de mayo de actual año. Implícitamente dan su apoyo a Rafael Correa, quien ha llegado a calificar como “traidor” a su antiguo aliado en la agrupación política Alianza País.
Esta cita habanera sirvió también para la celebración de la XVIII Reunión de la Comisión Intergubernamental del Convenio Integral de Cooperación Cuba-Venezuela. A pesar de los abrazos con que los firmantes de la Declaración concluyeron la rúbrica del documento, es de suponer que a la parte cubana no le haya causado mucho agrado la afirmación del ministro venezolano Jorge Arreaza en el sentido de que “el personal venezolano ahora se prepara para asumir las tareas de vanguardia que en un inicio asumieron los colaboradores cubanos, tanto en la salud como en el deporte y la cultura” (Periódico Granma “Cuba y Venezuela: sin solidaridad no hay Revolución”, edición del 15 de diciembre).
Si Venezuela llegara a prescindir de esos colaboradores cubanos, ¿con qué pagará Cuba la factura petrolera que llega de Caracas, si la exportación de bienes de la isla al país sudamericano se halla sumamente deprimida?
Por último, causó cierta sorpresa el hecho de que el gobernante Raúl Castro no hiciese uso de la palabra en la actividad final de este cónclave. Todo hacía indicar que a él le correspondía resumir la cita, no solo por haber sido Cuba la sede, sino además tomando en cuenta que Nicolás Maduro acababa de aterrizar en La Habana tras un viaje de 16 horas procedente de Estambul.
Quizás el General-Presidente se esté reservando para el discurso que seguramente pronuncie el próximo día 21 en la reunión del Parlamento cubano. Tal vez sea su última alocución como jefe de Estado, si es que realmente decide abandonar el cargo.