LA HABANA, Cuba. – Apenas unos días antes del encuentro de Miguel Díaz-Canel con el papa Francisco en Roma, a donde sin dudas el gobernante cubano ha viajado a por una nueva etapa en la intermediación del sumo pontífice en otra ronda de conversaciones “secretas” con el Gobierno estadounidense, aparece The Wall Street Journal (WSJ) sin ningún tipo de prueba a hablar de posibles bases de espionaje chinas en Cuba y de acuerdos millonarios, una información que incluso el propio gobierno de Estados Unidos ha tenido que salir a calificar de “inexacta” y que, por tanto, se intuye, alguien pudo colar en el prestigioso diario estadounidense quizás como cortina de humo que ha logrado con éxito desviar la atención mediática hacia el lado contrario a donde en realidad se está “cortando el bacalao”.
Las fantasmales bases chinas han acaparado titulares en todos los medios dejando incluso a un lado la pregunta de por qué el gobernante cubano, cuya visita a Europa se debe oficialmente a su condición de presidente del Grupo de los 77, para asistir a la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial que se realizará en París, ha viajado directo al Vaticano y luego a Serbia, un aliado estratégico de Moscú en los Balcanes que lo mismo participa de maniobras con el Ejército Ruso que con la OTAN y que, además, aspira a formar parte de la Unión Europea aun cuando desde 2019 es parte del Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Euroasiática liderada por Rusia.
Ni siquiera el arribo a La Habana del buque de entrenamiento Perekop, perteneciente a la flota del Báltico de la Marina Rusa, el próximo 11 de julio, ha levantado sospechas, aun cuando es símbolo de algo que hace mucho tiempo dejó de ser un “acercamiento” de los rusos no tanto a la Isla —donde ya están más que instalados— como a Estados Unidos, una realidad con tanta evidencia acumulada que se torna increíble que la noticia de los chinos invisibles y de las fuentes anónimas del WSJ preocupen más que el avance abrumador de Moscú, casi en las mismas narices de la Casa Blanca y con el despliegue de otra cortina de humo que apenas deja ver aplazamientos de deudas y acuerdos comerciales pero que, igual, sin dudas, esconde algo más en la maleza, a ambos lados de ese “camino despejado” y con “trato preferencial” del que hablaba Boris Titov, el millonario jefe de la delegación rusa del Comité Empresarial cubano-ruso, encargado de “adaptar” la economía cubana a las exigencias del rublo.
De no haberse dado la reunión privada entre el papa y Díaz-Canel, y de no haber estado presente Carlos Fernández de Cossío, nombrado en 2022 como vicecanciller debido a su experiencia en las relaciones con Estados Unidos (y probablemente con el fin de sustituir pronto en el cargo a Bruno Rodríguez Parrilla), quizás lo de las bases chinas hubiera pasado como una “bola” más, pero es evidente que “alguien”, ya sea desde aquí o desde allá, ha intentado una maniobra de distracción para que quizás no veamos que se aproximan momentos definitorios en una puja de estrategias entre Estados Unidos y Rusia, que mantiene a Cuba en el medio (aprovechándose esta de la “coyuntura”), y que no se inició después de la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022 sino mucho antes, incluso de la anexión de Crimea en 2014 (el mismo año en que Raúl Castro anunció públicamente el comienzo del “deshielo”) pero que igual han servido al régimen cubano para conducir al Gobierno estadounidense a la mesa de diálogo.
Fue precisamente a raíz de la anexión de Crimea que la Duma acordó la condonación a Cuba del 90 por ciento de la deuda, de unos 35.000 millones, y así, en julio de 2014, mientras transcurrían las conversaciones secretas con el Gobierno de Estados Unidos, Vladímir Putin viajó a La Habana para dejar claro que los otros 3.500 millones serían invertidos en proyectos conjuntos, en tanto la decisión había sido “una prueba de la naturaleza estratégica” de la relación bilateral.
Igual en 2022, en medio de la invasión a Ucrania, una vez más la Cámara baja del Parlamento ruso tomó la decisión de reestructurar la deuda y aplazarla hasta 2027. Así en febrero de ese año, Viacheslav Volodin, presidente de la Duma, viajó a La Habana en una gira que continuaría por Nicaragua.
Y entre un aplazamiento de deuda y otro, entre un diálogo secreto y otro con el “enemigo” de al frente, igual de secretos, los rusos se han comprometido con el régimen a la modernización de la red ferroviaria por un costo cercano a los 1.000 millones de dólares, una operación que fue suspendida en diciembre de 2020 por causa de la pandemia pero que la compañía RZD (Ferrocarriles de Rusia) retomará en breve.
Igual han asumido desde septiembre de 2018 la remodelación de la Antillana de Acero, en La Habana, y Planta Mecánica, en Villa Clara, por un costo superior a los 200 millones, de modo que ya ahora en mayo de 2023 han inaugurado la primera acería eléctrica, además de haber extendido el crédito que expiraba en 2020 hasta 2025.
Súmese a eso el acuerdo recién firmado este mes (junio) para suministrar 1,64 millones de toneladas de petróleo al año, el restablecimiento de vuelos directos Moscú-Habana, la apertura de operaciones de bancos rusos y el sistema de tarjetas MIR (que comenzó en diciembre de 2021), más los proyectos de extracción petrolera, la presencia en la Zona de Desarrollo de Mariel, la construcción de bloques generadores de electricidad, la entrega de tierras en usufructo por 30 años y la libre importación de equipos agrícolas, entre un sinfín de “avances” ante los cuales nos sería muy saludable recordar que nada es gratis en este mundo, mucho menos para una Rusia cada día más aislada y necesitada de un plan B cuando se vea acorralada.
China y sus bases de espionaje en Cuba son pura distracción, bola de trapo con la cual se han ido algunos por aburrimiento o conveniencia cuando los rusos ya no son una “posibilidad” sino una presencia real.
Distracciones similares en los medios de prensa ocurrieron la víspera de aquella intervención televisiva de Raúl Castro en diciembre de 2014, que terminó con la visita de Obama en 2016, y pasará algo similar ahora que el río suena bien fuerte y que trae a esta orilla algo más preocupante y letal que algunos cantos rodados.
La gran verdad es que, a diferencia de las suposiciones y sospechas alrededor de unas bases y militares chinos que nadie ha visto, los rusos —tanto militares como civiles— ya están aquí desde hace tiempo, y si hay miles de millones de dólares que han llegado y están por llegar son los de cientos de acuerdos públicos y secretos que ya han comenzado a concretarse, integrando una lista bien extensa.
Incluso han aparecido en internet, a través de las redes sociales, textos anónimos sobre las que habrían de ser las transformaciones “inmediatas” y “futuras” teniendo a los rusos como “patrocinadores”. Una serie de publicaciones que, alegando acceso a información “secreta”, como en otras ocasiones nos hacen sospechar de una especie de sondeo-propaganda echado a correr por el propio régimen cubano con el fin de “entusiasmar” con promesas a los escépticos y decepcionados de aquí pero, al mismo tiempo, intentado enviar un mensaje bien claro urbi et orbi sobre los “beneficios” de una alianza estratégica con Rusia, algo que pudiera servir de catalizador en las relaciones con Estados Unidos pero también con la Unión Europea, y de eso se trata esta “gira por Europa” que se reduce a un par de conversaciones con intermediarios históricos.
Entre las cosas que “pronostican” estos textos anónimos de evidente sondeo está que Cuba volverá a ser un “mercado filial de Rusia, pero a través de relaciones comerciales público-privadas”, además de que absolutamente todos los acuerdos irían “en función de crear condiciones ventajosas para [entre otras cosas] elevar la calidad de vida del pueblo, modernizar la industria y convertir a Cuba en un mercado de exportación en la región”, aunque al mismo tiempo advierten que esto hará que aparezca una “clase alta muy rica pero leal al sistema”, un mensaje redactado precisamente para que se le haga agua la boca a quien se trague el anzuelo de la “lealtad” y la “paciencia” recompensadas.
Incluso alguno de los mensajes han tenido como objetivo ganar la confianza de las “masas populares”, hablando hasta de “ofrecer tarjetas plásticas para la alimentación por núcleo familiar para la compra de la canasta básica en tiendas rusas”, con lo cual se eliminarían las bodegas y el desabastecimiento crónico. Todo demasiado lindo para ser verdad y para suceder en Cuba, pero así andamos de noticias falsas y bolas de trapo que no nos permiten ver la realidad inmediata, bien triste y muy de temer.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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