LA HABANA, Cuba. — Los artistas son inquietos por naturaleza, pero a algunos simplemente no les basta con mirar un poco más allá de lo que el contexto o el saber inmediato les ofrece. Algunos necesitan explorar y abarcar cuanto pueda contribuir a una expresión estética lo más completa posible.
En ese grupo selecto de creadores figura Leandro Soto, quien perteneció a la primera graduación del Instituto Superior de Arte (ISA) y participó en aquella mítica muestra titulada Volumen I, que rompió los límites impuestos por la política cultural a la producción estética cubana.
Desde los ya lejanos años ochenta, e incluso desde mucho antes, cuando era un estudiante del ISA, Leandro Soto se dejó fascinar por el conjunto de las artes escénicas y la música, pero también por la espiritualidad afrocubana y las indagaciones de carácter antropológico, etnográfico y político.
Aquel joven nacido en Cienfuegos demostró ser uno de los creadores más versátiles de su generación. Pintor, escultor, instalador, escenógrafo, escritor y profesor, tuvo una intensa trayectoria profesional signada por la capacidad de innovar y comunicar el hecho estético a través de muy diversas vías o soportes.
Sus obras son dinámicas, atrayentes y evocadoras, especialmente las que realizó dentro de Cuba, por esa manera sutil de apropiarse de situaciones de política cotidiana y despojarlas de toda épica. También las que nacieron de sus viajes por el mundo, gracias a la interacción con culturas autóctonas y el legado de antiguas civilizaciones.
Su obra “Kiko Constructor” es la única incluida en la sala permanente de arte contemporáneo del Museo Nacional de Bellas Artes, a pesar de que el tesauro de la institución conserva más de veinte piezas del excepcional artista.
“Crónicas visuales” fue su última exposición en Cuba, en 2018: un recuento de su quehacer desde finales de los años ochenta, una selección de obras que indagan en realidades aparentemente distintas de la cubana, pero que a través de la óptica integradora del autor, adquieren una misteriosa semblanza.
Leandro Soto, quien habría cumplido hoy 67 años, murió en 2022 a consecuencia del cáncer. Sobre su fallecimiento, lamentado públicamente por amigos y colegas, el pintor Tomás Sánchez expresó: “El arte cubano pierde una de sus voces más genuinas y un artista al que será imprescindible revisitar para entender las prácticas artísticas de la isla en el siglo XX”.