MIAMI, Estados Unidos. – “Perdí la cuenta de los días que estoy en cola, pero ya pasa el mes”, dice Luis, un motorista que pidió proteger su identidad y que, junto a cientos de colegas, está anotado en la lista para comprar gasolina en un servicentro de la ciudad de Holguín.
Desde un inicio la cola había estado controlada por uno de los motoristas que llegó a manipular los listados e incluir varias veces los mismos nombres de revendedores de la gasolina.
Tras varias denuncias, una representante del Gobierno tomó el control y eliminó decenas de nombres que estaban repetidos dos y hasta tres veces en el listado.
Aun así, Luis no sabe cuándo podrá comprar gasolina para su moto. “Todavía quedan dos listados más por eliminar y después van hacer uno nuevo”, dice Luis con la esperanza de que en una semana se haya resuelto el problema.
Después de casi un mes sin vender gasolina, finalmente la Unión Cuba-Petróleo (CUPET) descargó 2.000 litros, una cantidad insuficiente tras tantos días sin ofrecer servicio.
Frente a la estación de gasolina, apenas se ven dos o tres motos; sin embargo, la mayoría están parqueadas, a la espera de ser habilitadas, en una calle aledaña.
Montado en una moto se acerca un hombre y pregunta sobre la situación de la cola. “Van por el número 350”, alguien le responde.
Insatisfecho con la respuesta, el hombre pide hablar con el responsable. “Hay que ver la lista porque a lo mejor tenemos menos delante”, dice y parquea el motor para preguntar.
La venta de la gasolina se ha limitado a 10 litros por moto, una decisión de las autoridades competentes que ha provocado disgustos. “Después de tanto tiempo de espera es abusivo que solo vendan 10 litros de gasolina por moto. Eso solo alcanza para unos pocos días. Muy pronto tendré que volver a hacer la cola y así no me da negocio”, asegura Leonides, otro chofer que pidió proteger su identidad.
Llamar a los motoristas por el orden del listado, escanear el carnet de identidad para evitar la doble compra y la vigilancia policial del lugar para impedir altercados son otras de las medidas organizativas del Gobierno.
Aunque en un intento por apaciguar la escasez de combustibles, el régimen cubano ha acudido a sus aliados de México y de Rusia, el déficit de gasolina no parece tener fin.
La escasez de gasolina no es nueva en Cuba, pero el déficit se ha intensificado desde inicios de año. La inestabilidad en el abastecimiento ha incrementado la demanda y disparado el precio del combustible, que ahora oscila entre 700 y 800, y llega hasta 1.000 pesos el litro. “Es que no están echando frecuentemente. Después de más de 15 días sin gasolina en el servicentro ahora solo dejan 2.000 litros que son insuficientes”, dice Luis.
Los motoristas no creen que haya una mejoría a corto plazo sino que la crisis durará por el resto del año y más. Ven con incertidumbre la alianza entre Cuba y Rusia. “No creo que tendremos ningún beneficio con Rusia. Ellos agredieron a Ucrania y están en una guerra que afecta su economía”, comenta Mario, un licenciado en Matemáticas y profesor de Secundaria que maneja un motor.
Un motorista acaba de comprar gasolina. Sale del servicentro y cruza la calle con la moto de mano y sin arrancar. Se para en el contén de la acera. Otro hombre se acerca con un pomo plástico mediano lleno de aceite que vierte en el tanque lleno de gasolina. Mueve el motor para que la mezcla de la gasolina y el aceite sea eficaz. “La cola para la venta está demasiado lenta. Yo estoy en cola desde hace más de un mes y rectificando mi posición en la lista todos los días a las siete de la noche”, dice el “afortunado” motorista.
Muchos traen sus motos rotas, con un tanque de gasolina improvisado para no perder la oportunidad. Otros, ocultos en una esquina y con una pequeña manguera, reenvasan la gasolina desde el tanque de la moto hacia un pomo plástico para después poder revenderla.
A pesar de las medidas que el Gobierno ha tomado para el control de la venta, muchos auguran que la gasolina no alcanzará para todos.
“Hay muy poca gasolina y he visto gente que están echando y no están en lista. La Policía les resuelve. Desde que estoy aquí he visto a cuatro personas en sus motores que fueron a ver al policía. Él les recoge el carnet y después le dice a la que controla que priorice esos casos. Y eso no lo puede hacer. Es abuso de poder. Si le reclamas pueden detenerte o decir que estás difamando. Pero la misma Policía le está faltando el respeto a la cola, a todos nosotros que estamos aquí desde hace varios días”, asegura Marcos, quien pidió identificarse de ese modo.
El entrevistado ha quedado excluido de la cola. “De la lista original me eliminaron sin justificación y perdí todo estos días que estuve haciendo la cola. Cuando reclamé me dijeron que yo no estaba en el pase de lista, pero yo sí respondí. Reclamé y me dijeron que no. Les conviene sacarme de la lista. Ellos están haciendo negocio y entre más gente eliminen de la lista más posibilidades tienen de sacar la mayor cantidad de gasolina posible para revenderla en la calle”, lamentó.
“Me enteré que estaban vendiendo gasolina y cuando salí del trabajo vine directo para acá. Pero ya no aceptan incluir nuevos nombres en la lista hasta que se les venda a todos los que están anotados. No dispongo de tiempo para las colas, por eso estoy pensado dejar mi trabajo y hacer negocios por mi cuenta; así gano más y tengo más tiempo para las colas”, dice Mario.
La posibilidad real de que haya un apagón impacienta y preocupa a los motoristas. “Ya son las 7:00 de la noche. Aquí estamos en un sobresalto. Si quitan la corriente se suspende la venta y entonces esperamos largas horas por gusto”, dice Manuel, otro de los presentes en la cola.
Sentado en un muro está Ignacio, quien así pidió identificarse. “Yo soy impedido físico con dificultades en las piernas. Tengo 74 años. La organizadora de la cola me dijo que me iba ayudar, pero estoy aquí hace casi tres horas”.
Ignacio vive solo con su esposa. En su moto hace todas las gestiones que necesitan ambos. Su chequera no le alcanza para comprar la gasolina en el mercado informal.
“Yo gano 1.600 por mi jubilación y mi esposa 1.500. No podemos pagar la gasolina a sobreprecio. Han ido a mi casa ofreciéndomela a 900 pesos el litro, pero no puedo comprarla. Mi chequera no me alcanza ni para comprar comida”.
Ignacio ha vivido todas las crisis cubanas y asegura que esta es la peor. “Es verdad que hemos pasado momentos difíciles, pero este es el peor. Nunca hemos pasado la necesidad que estamos pasando ahora. Ni en el Periodo Especial”, concluye.