MIAMI, Estados Unidos. — La figura de José Martí es sumamente conocida por los cubanos. Sin embargo, los nacidos en la isla suelen asociar al Apóstol con la condición de líder civil, periodista, intelectual y organizador sumamente dotado, desconociendo en muchos casos que, antes de morir, también fue ascendido al grado de mayor general del Ejército Libertador.
El suceso ocurrió el 15 de abril de 1895. El ascenso al grado de mayor general se produjo a propuesta de Máximo Gómez, conocedor del rol decisivo que debía jugar Martí para el éxito de la contienda.
Sobre ese día, el propio Martí escribiría en su Diario de Campaña: “Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que, aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él su jefe electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos. —A la noche, carne de puerco con aceite de coco, y es buena”.
El nombramiento de Martí como Mayor General, tuvo lugar en el intrincado lugar de las sierras de Imías conocido como Vega Batea, junto al Rancho de Tavera, señalizado hoy entre los campamentos de la llamada Ruta Martiana, distinguida como Monumento Nacional.
El Apóstol caería varias semanas después, el 19 de mayo de 1895, en el primer combate en que participó, en las cercanías de la localidad de Dos Ríos.
Si bien Martí no había participado en combates, sí dominaba los principios del arte militar y de la política asociada a los conflictos, para lo cual estudió las guerras napoleónicas, la guerra civil en Estados Unidos, así como la Guerra de los Diez Años y las causas de su fracaso.