CDMX, México.- En junio de 2021, CubaNet publicó la historia de un niño cubano, enfermo de cáncer, que vivía solo con su bisabuelo en la comunidad rural Forteza, a las afueras del pueblo de San Luis, Pinar del Río.
Ambos residían entonces en una vivienda sin las condiciones indispensables: un baño a medio hacer; una cocina desahuciada, una fosa en los alrededores que en época de lluvia les inundaba la casa. Sobre sus cabezas apenas se sostenía un techo de fibra con estructura de madera, dañada por el comején.
Tras la repercusión que tuvo la publicación de la historia, las autoridades de Pinar del Río finalmente cumplieron la promesa que durante años habían repetido. Erick Márquez y su bisabuelo Alberto Aguiar recibieron una vivienda en mejores condiciones en el pueblo de San Luis, muy cerca del hospital local.
En ese momento perfiles, presuntamente manejados por la Seguridad del Estado y que solo comparten propaganda gubernamental, publicaron en redes sociales la entrega del domicilio.
Tal asistencia fue publicitada con un discurso donde se aseguraba que la Revolución no desatendía a ningún cubano y que la prensa independiente manipulaba el caso para afectar la imagen del gobierno.
Hoy, poco más de dos años después que esta familia se mudó a la nueva casa, la Intendente de San Luis le ha notificado a Alberto y a Erick que tienen hasta el día 30 de este mes para abandonar la vivienda. Si se niegan, advirtieron, las autoridades desalojarán por la fuerza a un niño de ocho años muy enfermo y a un anciano de 80.
“Cuando el caso se dio a conocer, ellos tuvieron que correr y buscar una casa rápido para parar el escándalo. Por eso decidieron entregarle a mi papá esa vivienda que durante tres años la usaron como almacén de materiales de construcción”, explica Sandra Aguiar, una de las hijas de Alberto.
En declaraciones a CubaNet, Sandra agregó que esa vivienda, damnificada tras un desastre natural, previamente había sido reparada para entregársela a su propietaria. “Ella no la aceptó cuando se la dieron y se mudó a otra casa. Por eso, el Estado utilizó el espacio como almacén y después se lo facilitaron a mi papá”.
Sin embargo, a Alberto nunca le entregaron la propiedad del inmueble. De hecho, cuando lo pedía solo obtenía dilataciones y pretextos.
“La propietaria ahora ha dicho que quiere la casa, después que mi papá invirtió el dinero que le donaron las personas para arreglarla y mejorar las condiciones”, añade Sandra.
“La respuesta del gobierno local ha sido anunciar el desalojo y darle a papi y a Erick una casa de tablas y techo de guano en un reparto fuera del pueblo. Un lugar que carece de lo básico y que está muy lejos para un niño tan enfermo”.
Sandra, la única persona con la que cuentan el niño y su bisabuelo, ha acudido a todas las instituciones locales en busca de ayuda; y le han cerrado cada una de las puertas. “Siempre es un peloteo y un pretexto. Lo único que les importa es sacarlos de la casa y que ellos se las arreglen como puedan”. Una semana atrás, Erick Dupeirón, director de Vivienda, finalmente le habló pero la respuesta a Sandra se limitó a un: “Te estás convirtiendo en un problema”.
Alberto, como tutor legal de su biznieto, ha decidido que no saldrán de la vivienda, a menos que le faciliten otra similar y dentro del pueblo. Lo único que tienen es una ayuda de 1.500 pesos al mes que alcanza para una bolsa de leche. Sin tener a dónde marcharse, el día 30, el niño y su bisabuelo estarán en su casa esperando.
La historia de Erick
Por diferentes motivos, los padres del pequeño no están presentes en su vida y ha quedado completamente al cuidado de su bisabuelo materno. Alberto de 80 años, es la persona que lo atiende, alimenta, lleva a las consultas y lo acompaña en los largos ingresos. Su tía abuela Sandra los asiste en lo que puede, pero no vive con ellos.
Los tumores bajo la piel del niño son una consecuencia del linfoma no Hodking (un cáncer que comienza en los glóbulos blancos y que es potencialmente mortal) que le diagnosticaron en 2017 cuando descubrieron unos bultos que tenía en la ingle. Ahí fue su primera operación.
Dos años después del primer diagnóstico, los especialistas sumaron a su historia clínica una leucemia linfocítica aguda. En lo adelante su salud cada día ha estado más frágil y cuando empeora deja de comer y pierde mucho peso.
Desde que tiene tres años, el pequeño ha resistido la mayoría de los tratamientos contra el cáncer: quimioterapias, píldoras, operaciones. Sobre el pecho tiene una cicatriz de una cirugía en el corazón. Los médicos se sorprenden de lo que ha aguantado su cuerpo, pero los funcionarios locales le han dicho a Sandra que el niño si sigue vivo es porque no está muy enfermo.
Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.