LA HABANA, Cuba. – Después de años de promesas gubernamentales incumplidas, y de sufrir acoso político por exigir asistencia médica y mejores condiciones de vida para su hija, Ketty Méndez Molina finalmente encontró en una clínica de Cali, Colombia, la ayuda que estaba buscando.
Según contó Méndez Molina a CubaNet, el caso de Jennifer Larrea Méndez, de 25 años, interesó a Miguel Ángel Ruano Sánchez, un doctor cubano exiliado en Colombia que es especialista en Medicina Familiar, Medicina Física, Cirugía y Rehabilitación. Tras un periodo de comunicaciones con la familia, el médico propuso recibir a la joven en su clínica.
La única condición es que madre e hija logren salir de la Isla hacia cualquier otro país, desde el cual se gestionaría la visa para su traslado a Colombia. “El doctor tiene todo listo para recibir a Jennifer en su clínica, atenderla, rehabilitarla, para que su calidad de vida sea como es debido”, apuntó la entrevistada.
La principal traba del proceso son los fondos para costear el viaje, pues la familia no cuenta con ninguna propiedad cuyo valor pueda cubrir los gastos del viaje. Hace 15 años Méndez no tenía dónde vivir con su esposo, su hija enferma y sus otros dos hijos menores; entonces decidió ocupar un apartamento deshabitado en Alamar, en La Habana del Este. Las autoridades nunca pudieron desalojarla, pero impidieron que legalizara la propiedad.
Para recaudar dinero ―amplía la entrevistada― decidió iniciar una campaña en la plataforma GoFundMe por el monto de 10.000 dólares. Con las donaciones recibidas ―que, por el momento, ascienden a la mitad de la cifra total― la familia ha logrado realizar algunos trámites, pero todavía el dinero no alcanza para la compra de los pasajes y otros gastos básicos.
“Los primeros 3.000 los utilizamos en hacer papeles. Hemos tenido que pagar muchísimo dinero. No voy a entrar en detalles por cuestiones de seguridad, pero ha costado miles. Necesitamos recaudar más, nos faltan los pasajes”, dice Méndez, quien adelanta que la cuenta quedará abierta una vez abandonen el país. “La niña siempre va a necesitar sus cosas especiales”, precisó.
Víctima en “la potencia médica”
Con solo ochos meses de vida Jennifer fue diagnosticada con tortícolis congénita y asimetría cráneo-facial. Pocos meses más tarde, un neurocirujano del Hospital Naval detectó que tenía “una lesión estática en el sistema nervioso central, con retraso mental severo”. A los 14 meses llegó la epilepsia, y su desarrollo psicomotor comenzó a retrasarse.
Posteriormente, a los dos años y medio, fue declarada con autismo severo. Lejos de mejorar, con el paso del tiempo su estado de salud sufrió diversas complicaciones derivadas de la falta de atención médica especializada y la falta de medicamentos.
Jennifer sufre anemia, desnutrición, dolor abdominal, erupciones dolorosas en la piel, somnolencia y sangrado debido al síndrome de intestino irritable. La falta de melanoma hace que su piel sea frágil y sensible a las temperaturas, lo que le provoca constantes lesiones.
Hace tres lustros contrajo un hongo (candidiasis albicans intestinal) que durante el último año le provocó una úlcera. “Entra en crisis debido a esta úlcera, que le genera mucho sangramiento, muchos síntomas dolorosos, y en esos momentos su vida corre peligro. Si hace una hemorragia interna sería irreversible”, explicó Méndez.
Algunos de sus padecimientos no tienen solución. Otros sí, como el hongo intestinal. Sin embargo, los especialistas que la atendieron en Cuba no pudieron ofrecer un tratamiento capaz de erradicarlo. Por el contrario, le recomendaron a Méndez comprar medicamentos en farmacias que expenden en dólares, a precios inaccesibles para la mayoría de los cubanos.
A pesar de los pedidos de ayuda a Salud Pública y el Gobierno, la mujer nunca consiguió obtener la atención médica que requiere su hija para mejorar su calidad de vida. Para que Jennifer pudiera recibir las terapias, tratamientos y atención especializada en general, resalta que tuvo que buscar ayuda en el exterior.
“Por fin podrá rehabilitarse bajo una correcta atención, llena de amor, profesionalismo, entrega e interés por el paciente. El mundo entero verá su mejoría, su rehabilitación. Yo les mantendré al tanto para que vean la diferencia entre una niña abandonada por un régimen, y una niña atendida por el exilio, por los hermanos de verdad”, sentenció Méndez.
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