¿Será Robertico el presidente que nos haga felices?


LA HABANA, Cuba.- Robertico está considerado el mejor de todos comediantes que se esfuerzan en la isla de Fidel Castro por hacer reír a un pueblo cansado, estancado en la política aburrida y austera que vivimos hace más de medio siglo.
En dos ocasiones llevó su arte a Estados Unidos. Los cubanos de Miami gozaron con él durante horas. Lo vi y lo escuché en un CD que compré y disfruté en días pasados.
Debo confesar que me hizo reír de lo lindo, a pesar del desacostumbrado frío que hacía en Santa Fe, comunidad costera de La Habana donde vivimos Robertico y yo, muy cerca uno del otro.
Robertico nació en el año 1970, conocido en Cuba como el Año de la Zafra de los Diez Millones, así como en el Año del Perro, según el calendario chino. Exactamente por los días en que el Comandante Invicto anunciara con sus ojos tristes el fracaso de la zafra, porque faltaron dos millones de los diez que predijo.
Así que Robertico nació en un año del caray.
Nos hace recordar un poco a Tito Hernández (1927-2014), aquel otro genial humorista cubano de las mil caras y de las mil voces, que durante los años de República y Democracia, imitaba a los políticos del momento (Grau, Prío, Batista, Chibás) y que tuvo que salir de Cuba en abril de 1960, porque se dio cuenta de que comenzaba una dictadura totalitaria donde desaparecía para siempre la libertad de expresión en el arte, algo que tanto gustaba al pueblo desde mucho antes de la independencia.
Pero, ¿podría decirse que aunque Robertico se enfrentó con un nuevo humor a la represión impuesta a nuestra sociedad, ha podido utilizar la verdadera realidad cubana para hacer reír a su público?
Por supuesto que no. Como ocurre a los demás humoristas, sus limitaciones son muchas.
Acertó, eso sí, cuando con su vista larga supo que era mejor para su personalidad valiente, inteligente, respetable y filosófica, convertirse en humorista –algo que llevaba en sus genes– y no defender a ciegas, como cualquier leguleyo actual, las leyes draconianas castristas.
Como Robertico tiene ángel, eso que debe poseer todo ser humano para pararse ante la gente –un ángel bueno, constructivo, beneficioso para todos, porque nos hace sonreír, algo nada fácil en estos tiempos de cambios brumosos–, ¿quién quita que en un futuro, no tan lejano, meta mano de verdad a su ángel y se siente en la silla presidencial del nuevo Capitolio para conducir bien a los cubanos, como no lo han hecho los empecinados hermanitos Castro?
Pero antes, cuando Cuba comience a ser un país normal y la sátira social y política sea permitida en el arte cubano, Robertico podrá usar su excelente agilidad mental y su talento como artista, para hacernos reír mucho más. Utilizaría esas historias que no se aclaran, como el tan prolongado Período Especial, la vaca Ubre blanca convertida en momia, el Cordón de La Habana sin café, la Bahía de la Habana sin leche y otras disparatadas ideas que simbolizan el acontecer del Comandante Invicto en sus sacrificados años de poder.
Entonces sí que vamos a reír a carcajadas para siempre.