Primera parte Segunda parte
Carlos Wotzkow
Cuba se interesa también por plantar maderas nobles y de ahí
deben venir los buenos augurios recibidos en el PNUMA. Y en efecto, Fidel Ramos,
Viceministro de Agricultura quiere copiar lo que hacen los gallegos en
Extremadura (Cubanet 2000) y replantar en Cuba más Tecas (Tectona
grandis), cuya nobleza radicará entre las maderas "naturales"
de España, pero no entre las oriundas cubanas, y para con ellas eliminar
la salinidad del sudeste de Guantánamo y repoblar de árboles una
zona que nunca los tuvo. Si los directivos del PNUMA supieran lo que hacen, jamás
hubieran otorgado la celebración del Día Mundial del Medio
Ambiente a un país como Cuba. Pero estas instituciones son parte de la
ONU y van, como ya es costumbre, a celebrar junto a los verdugos un desfachatado
entierro en vez del necesario alumbramiento.
Extinciones y extirpaciones.
Los ecosistemas de las islas son, por regla general, mucho más frágiles
que sus similares continentales y en este sentido, el archipiélago cubano
no es una excepción. La deforestación, la introducción de
grandes ungulados, la agricultura, y la introducción de especies exóticas
son algunas de las causas de la extinción de varias de nuestras especies
botánicas. Después de la cuarta glaciación, la causa más
probable de las extinciones en Cuba es la actividad humana y como resultado
directo de ella, la explotación irracional de nuestros recursos
madereros, la tala y la quema indiscriminada de nuestros mejores bosques, y la
introducción de numerosas especies herbívoras, lo que en este caso
concreto representa todo un récord numérico y prueba de la
desfachatez que rige la política ambiental del país.
Entonces, hablando de bosques, me doy cuenta que hace falta añadir
aquí algo. A pesar de ser Cuba una de las islas con mayor cantidad de
especies botánicas endémicas en el mundo (la segunda después
de Madagascar) desde principios de los años 80 existe un catálogo
que nos permite afirmar que cerca de 1000 plantas vasculares están
amenazadas o en peligro de extinción a pesar del triunfo revolucionario
de 1959. Hoy día, y sólo teniendo en cuenta un análisis
efectuado al 15 % de ellas, la suma se eleva a más de 600 especies que
aparecen en la lista roja de como amenazadas, raras, o difíciles de
localizar, 300 en peligro de extinción y 72 ya extintas para siempre
(Borhidi y Muñiz, 1983).
Los invertebrados, a pesar de constituir un componente sumamente importante
en nuestro ecosistema, es uno de los grupos zoológicos menos estudiados y
conocidos por nuestros naturalistas. Poco o ningún respeto ha demostrado
el gobierno cubano por mantener con vida la microfauna que ayuda a mantener en
buen estado los suelos del país. Lo mismo ocurre con todos aquellos
invertebrados terrestres (principalmente moluscos o insectos) que ayudan a
procesar el follaje caído en nuestros bosques. Pesticidas y explotación
comercial son las causas de su declive, pero no debe ignorarse que mientras el
primero es vertido indiscriminadamente sobre sus poblaciones en todos nuestros
campos cultivados, el segundo es un método practicado sin contemplaciones
desde que en los años 60 se creara la EMPROVA (Empresa para la Producción
de Productos Varios), y a través del cual se exportaron cientos de miles
de invertebrados cubanos en forma de pisapapeles.
Pero veamos este ejemplo y saquemos las conclusiones por nosotros mismos. En
las Cuchillas de Moa existía un aserradero en la inhóspita
localidad de Nuevo Mundo (1100 m.s.n.m.) al que ningún especialista podía
llegar por falta de apoyo estatal. En 1972, el cantante barítono Ramón
Calzadilla facilita un camión a un grupo de científicos y en el
que una simple visita permite colectar y descubrir una nueva especie del caracol
Polymita, otra de lagarto (Anolis), dos de cortadera (gramíneas) y varias
especies de arañas, insectos y escorpiones. Un año después,
otra expedición es llevada a cabo y a los miembros originales se une
entonces un entomólogo extranjero (el checo Jan Krecek). Sin embargo, lo
que quedaba de aquellos bosques originales los dejó aterrados. Todos los árboles
de madera dura y de gran talla habían sido talados y en su caída,
habían acabado con el sotobosque, y ni siquiera habían sido
aprovechados, pues habían rodado hacia los desfiladeros y de allí
era imposible sacarlos.
Lo que un año antes había sido considerado una región
auténticamente original, ahora mostraba un desequilibrio increíble
de xylófagos (termitas que se nutren de madera muerta) y lagartos de gramíneas
(que habían proliferado excesivamente). De regreso, este grupo de científicos
decidió visitar otra localidad muy famosa desde el punto de vista entomológico
llamada la Loma del Gato, pues de ella se conocían, pero sólo por
el holótipo (el primer y único individuo colectado) una serie de
insectos muy interesantes descritos por el científico cubano Fernando de
Zayas. Por desgracia, y al igual que ocurrió en la localidad anterior (y
en muchas otras más a todo lo largo y ancho de la geografía
cubana) el bosque había sido transformado en pastizal y ya no era posible
contar con el habitat apropiado para salvar al Leptolycus parda (de la familia
Lycidae), ni al Phlogiosternus orientalis (de la familia Cleridae), ni al
Mordellistena tetramaculata (de la familia Modellidae), ni al Cnodalon
turquinensis (un Tenebriónido típico del Pico Turquino). Tan
desolada había quedado aquella zona, que incluso el seminario de Jesuitas
que allí existía y en el que se estudiaba la flora y la fauna
local se quedó vacío.
Otros de los grandes perjudicados por la política ambiental cubana
son los anfibios y los reptiles. Según especialistas del bosque tropical,
una hectárea de bosque pluvisilva puede acoger unos 20,000 individuos de
ranitas de la familia de los Leptodactilos. Estos pueden llegar a devorar en una
sola noche más de 100,000 presas (la mayoría insectos), o servir
de alimento a decenas de depredadores, incluyendo aves, reptiles y arácnidos.
Pues bien, en los bosques de los cuales les hablo, y donde el canto de estas
ranas asemeja un concierto de miles de campanillas de cristal sonando al unísono,
el gobierno ha decidido vender la tierra sobre la que habitan todas estas
criaturas a Sherrit International (compañía canadiense que rapiña
desde hace ya 5 años sobre el suelo cubano). O lo que es lo mismo, a
aquellos que llevan años apoyando al régimen castrista para
explotar en Cuba y sin ningún escrúpulo, el cromo que existe en su
subsuelo. La Melba, toda la cuenca superior del río Jaguaní, y
muchas áreas de la antes protegida Reserva de la Biosfera son hoy
susceptibles de cambiar su estado natural y convertirse en canteras a cielo
abierto sin ningún interés faunístico que proclamar.
En un estudio sobre la extinción mundial de reptiles y anfibios,
Henderson (1992) encontró que más de la mitad de los lagartos y
las serpientes extintas del mundo pertenecen al Caribe. Otro tanto ocurre con
las aves en donde el 90 % de todas las extinciones han ocurrido en la avifauna
de las islas. Si damos crédito a las noticias del estado cubano, al menos
dos especies endémicas de aves se han extinguido en Cuba como
consecuencia de la falta de interés estatal en los últimos 10 años.
En tal caso están el Carpintero Real (Campephilus principalis) y el Gavilán
Caguarero (Chondrohierax unicinatus wilsonii). Ambas especies fueron utilizadas
como propaganda ambiental por el gobierno cubano mientras se las daba como
habitantes insignes de los bosques de Sagua-Baracoa, pero lo cierto es que desde
aquel entonces, nadie las ha podido ver, estudiar, o corroborar tan sólo
su reaparición.
Por increíble que parezca, no existe en toda la historia de la
revolución un solo documento que atestigüe algún plan de
recuperación poblacional en ninguna de las más de 300 especies y
subespecies de aves que nidifican en nuestro archipiélago. No contamos, a
excepción de algunos estudios realizados en dos universidades del país
(La Habana y Camagüey), con ningún monitoreo de población, o
ningún estudio de nidificación a largo plazo, ni ningún
control sobre manejo de los hábitats en el cual se haya pretendido
proteger a las especies que lo habitan. Es más, y da pena decirlo, Cuba
no ha permitido que se lleve a cabo ningún estudio o control sobre los
depredadores exóticos, ni sobre los competidores, o los parásitos
de una sola de nuestras especies endémicas. Y sin embargo, ha destinado
decenas de miles de dólares a conocer decenas de virus y todos los huéspedes
posibles de nuestra fauna con objetivos jamás explicados y que dejaría
sospechando al más ingenuo de los científicos que se conozca.
Con relación a los mamíferos la cosa no va mejor. Con 32
especies históricamente reconocidas (1 insectívoro, 1 sirenio, 6
roedores y 24 murciélagos) nuestro archipiélago es el mejor dotado
del Caribe. Pero a pesar de contar con esta buena diversidad, la mayoría
de nuestros mamíferos están amenazados o en serio peligro de
extinción. Como mismo ha ocurrido con la mayoría de los mamíferos
terrestres de las Antillas, la extinción de los mamíferos cubanos
se debe a un factor común que resulta posible denunciar. Según me
explicaba el paleontólogo Luis Varona (comun. pers.) la evolución
aislada de nuestras especies, sin la competencia de predadores, les ha impedido
adaptarse al cambio que genera en el ecosistema isleño la introducción
de perros, gatos, mangostas, puercos jíbaros, venados, búfalos,
monos y otras tantas decenas de mamíferos exóticos.
Especies exóticas
Los ecosistemas nativos de Cuba han sido el escenario más reciente y
escandaloso en cuanto a las decenas de especies de plantas y animales exóticos
que se han introducido en todo el hemisferio. Como mínimo, se calculan
introducidas unas 600 plantas. Pero los botánicos aclaran que el dato no
pasa de ser preliminar y poco significativo si se tiene en cuenta que el número
de invertebrados que en éstas llegaron escondidos ni siquiera han sido
expuestos a los especialistas para llevar a cabo su determinación. En
algunos casos se trata de insectos-plagas conocidos sólo para el cono Sur
e imposibilitados de invadir Cuba sin contar con la ayuda del hombre. En cuanto
a los vertebrados, los datos se mantienen en secreto, pero se sabe que al menos
unos 10 peces, 3 reptiles, 2 anfibios, 15 aves y más de una veintena de
mamíferos han sido introducidos con el fin de establecer poblaciones
estables.
Es cierto que la historia de las introducciones de especies exóticas
en Cuba es larga, pero no es menos cierto que el número de ellas llevadas
a cabo durante el período revolucionario ha eclipsado los 450 años
de historia que le precedían (Wotzkow 1998a). Por ejemplo, la introducción
de abejas africanas ha ocupado muy poco a la prensa, pero estas improductivas
criaturas sí que han ocupado toda cavidad disponible en el bosque sin que
nuestras abejas productoras de miel pudieran hacerle competencia. El resultado
ha sido el declive alarmante de colmenas ocupadas por nuestras abejas autóctonas.
Así, lo que antes era en Cuba un producto con tradición medicinal,
barato y abundante, se ha convertido en un raro renglón de importación
nunca comparable a la calidad del producto nacional extinto.
Irónicamente, los puertorriqueños, que han introducido en su
isla a nuestra Iguana (Cyclura nubila), la tienen allá como abundante,
mientras que la desastrosa política ambiental del gobierno de Castro la
ha llevado a clasificarla como "vulnerable". José Ramón
Cuevas, recientemente fallecido, olvidó decir que la población de
iguanas que habita dentro de los límites de la base Naval de Guantánamo
es una de las más protegidas en Cuba, no siendo así con las
poblaciones que existían en todas las costas rocosas del país a
las cuales el apetito de los soldados rusos pusieron al borde de la extinción.
Por otra parte, el interés especial despertado en la clase gobernante
cubana (militares y miembros del Comité Central del Partido) por la caza
mayor, ha sido decisivo en la creación de grandes cotos de caza saturados
de trofeos que poco a poco se van adaptando a las condiciones ambientales del país.
En la clase aves el ejemplo más ridículo es el de Faisán
Dorado (Phasianus colchicus), introducido en Cuba para beneficiar la actividad
cinegética de los humanos, pero extinto ya dos veces (se introdujo en
Jaruco en dos ocasiones) en boca de perros y gatos cimarrones. Por su parte, el
Comandante Guillermo García Frías no se da por vencido y en fechas
no definidas (pues toda introducción en Cuba es secreto sin dominio público)
ha metido en nuestros frágiles pastizales al Avestruz (Struthio camelus),
el Ñandú (Rhea americana), la Gallina de Guinea (Numida
meleagris), y a cuanta ave le haya parecido atractiva para luego abatirla a
tiros. En este caso, cabe señalar que especies como la Gallina de Guinea
sí prosperan en Cuba, pues sus huevos son muy duros y resisten las
dentelladas de las mangostas, y porque el cazador cubano es cada vez más
castigado al querer alimentar a su familia con especies que se encuentran "fuera
de la ley".
Entre los mamíferos inicialmente introducidos en Cuba se encuentran
los más ignorados: la mangosta (Herpectes auropunctatus), el perro (Canis
familiaris), el gato (Felix familiaris) y los ratones (Rattus sp y Mus sp.),
cuyos efectos destructivos en la fauna terrestre no pueden ser descritos en una
serie tan breve como esta. Pero no muy detrás, en cuanto a efectos
degradantes de otras poblaciones, se encuentran los macacos introducidos en Cayo
Rosario y cuya alimentación artificial ha sido interrumpida por falta de
recursos financieros, obligándoles a subsistir por sus propios medios de
los recursos naturales limitados que puede ofrecerle la frágil fauna y el
perfil costero de ese islote. Por hambruna, se sabe que esos monos han ido
nadando de un cayo al otro a medida que los huevos, pichones y moluscos
desaparecían del primero y sin que hasta la fecha exista un organismo
estatal que se haya hecho responsable de informar sobre el descontrol que impera
en aquel grupo insular.
Otras especies como el Pecarí (Toyassu tajasu), o el Venado de Cola
Blanca (Odocoileus virginianus), viven en Cuba destruyendo el sotobosque desde
1830, pero el gobierno revolucionario, lejos de darle caza al cérvido y
aprovechar la extinción natural del porcino, volvió a introducir
Pecaríes en los años 80 y ha sobre protegido al venado en
detrimento de nuestras especies nativas. Cayo Saetia está tan
superpoblado de Venados de Cola Blanca que ya se habla de una disminución
considerable en la talla de los reproductores y en algunos casos, hasta de una
nueva subespecie creada por ese aislamiento que el hombre le ha impuesto por la
fuerza.
Desconocimiento popular y perspectiva científica
El archipiélago cubano ha sido desmontado de casi toda su vegetación
original y carece de una política ambiental capaz de detener el daño
que el estado le hace a la naturaleza. No sin sorpresa, el número de
especies en peligro de extinción ha aumentado rápidamente dejando
pocas razones para el optimismo con relación al futuro de nuestros
recursos naturales. El último cambio de estrategia del gobierno cubano,
lejos de favorecer a los ecosistemas, ha permitido su futura devastación.
Lejos de entender que la clave para un turismo masivo es contar con un
territorio verde y naturalmente atractivo, el gobierno ha otorgado a todos los
inversionistas extranjeros una patente de corso para construir en cualquier
reserva natural del país. Eso es lo que deja en claro cada "licencia
ambiental" que se otorga con amparo de la ley 81.
Al margen de todo este problema, la población cubana continúa
más desinformada que nunca y sin recibir ningún tipo de educación
que le permita discrepar de lo mal hecho. A pesar que la población de
Cuba no crece prácticamente desde 1980 (dado el aumento exponencial de la
emigración, el suicidio, y el aborto), el desarrollo del turismo sin
respeto por los ecosistemas naturales que aún quedaban ha dejado en mal
estado cientos de áreas a las cuales siempre estuvo prohibido el acceso
ciudadano. En adición a esta invasión humana no cubana, están
las predicciones del calentamiento global. Si esos cálculos son
correctos, un incremento de los huracanes en el Caribe no se hará
esperar. Por ello, todos nuestros ecosistemas volverán a alterarse y
entonces, poco quedará para el hombre que no sea acusar al bloqueo, al
imperialismo yanqui, al niño, o a la niña, de aquello que él
no ha querido comprender.
Sólo la protección más adecuada de nuestras reservas
naturales pudiera garantizar el futuro de algunas de sus poblaciones existentes,
pero siempre y cuando éstas tengan una amplia distribución dentro
del archipiélago y sean capaces de soportar estos fenómenos climáticos,
o la aparición de enfermedades asociadas. Para lograr esto, Cuba necesita
ser reforestada de inmediato creando numerosos corredores que permitan la
conservación y el mejor flujo genético para que éste
garantice una mejor distribución a su fauna (Wotzkow 1998). Estas
sugerencias para la restauración de los ecosistemas forestales cubanos no
debe esperar más, dado que el número de especies amenazadas en
nuestros hábitats originales aumenta severamente y a ritmos
insospechados.
Vergüenza debiera entonces ser un término sustituido por el de
bochorno, porque en Cuba, y dado lo acelerado que se destruyen todos sus
ecosistemas, resulta imposible plasmar en un mapa la distribución geográfica
de ninguna especie (Wotzkow 2000), ni dar cifras de su abundancia relativa por
lo desproporcionados que resultan los planes estatales en la naturaleza. Ni
siquiera los cubanos, verdaderos campeones en evadir a los depredadores exóticos
introducidos se salvan del declive demográfico que sufre su propia
población. Con las casas del país convertidas en cavernas
apuntaladas, o en refugios donde rezar bajo las inclemencias del tiempo, el
cubano huye del aire enrarecido por cada fumigación. El resto, vive bajo
la amenaza continua de la cárcel, lo que limita de manera directa su
fuente balanceada de alimentación.
Bienne, Febrero, 2001
Referencias
Borhidi, A. y O. Muñiz (1983): Catálogo de
plantas cubanas amenazadas o extinguidas. Editorial ACC, La Habana.
Cubanet (2000): Cuba, interesada en bosques como los que
hay en La Vera. Periódico Hoy. España Junio 8, 2000.
Henderson, R. W. (1992): Consequences of predator
introductions and habitat destruction on amphibians and reptiles in the post
Columbus West Indies. Caribbean Journal of Science. 28: 1-10
Wotzkow, C (1998a): Natumaleza Cubana. Ediciones Universal,
Miami, USA. 294 pp.
Wotzkow, C. (1998b): S.O.S. por la naturaleza cubana.
Revista Encuentro de la Cultura Cubana. N° 8/9 pp. 16-23.
Wotzkow, C. (2000): El Bosque en Cuba: análisis de
una noticia para tontos. Revista Guaracabuya. Sociedad Económica
Amigos del País. 2 de Octubre 1999. 3 pp.
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