El Escambray:
los anillos de la muerte (III)
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - El aumento de las operaciones
guerrilleras en el macizo central trajo como respuesta gubernamental su saturación
en hombres y medios de guerra. El gobierno se propuso aislar la región
del resto del país, cortar la ayuda que recibían los insurgentes y
aniquilarlos.
A finales de 1962 Castro movilizó hacia el Escambray a más de
250 mil efectivos de todas las armas. La cordillera de Trinidad quedó
envuelta en un gran cerco de acero y fuego permanente.
Al mismo tiempo, los pocos campesinos que aún conservaban sus
propiedades fueron expulsados de éstas por las tropas de Castro. De ese
modo la guerrilla quedó totalmente aislada y sin recursos para continuar
la lucha.
La situación se tornó insostenible para los grupos
irregulares. El desenlace sería cuestión de tiempo. "En esa época
-recuerda Pacheco Ruiz- no teníamos municiones para defendernos. Los
helicópteros peinaban la zona y le daban nuestra posición a la
artillería e infantería enemigas. Los primeros comenzaban el
bombardeo y te obligaban a moverte en dirección a los anillos formados
por la milicia y el ejército, los cuales, al tenerte ubicado, avanzaban a
tu encuentro. En realidad sólo en casos extremos intentábamos
romper los cercos. Cuando lo hacíamos era amparados por la noche,
lanzando las pocas granadas que teníamos y corriendo en dirección
a los guardias. Lo peor para nosotros ocurría cuando caíamos entre
dos cercos. En estos casos nuestras bajas se multiplicaban y la probabilidad de
escapar se hacía remota. Solamente se lograba si en las proximidades se
encontraba una cueva con varias salidas conocidas por nosotros, siempre que uno
de sus accesos quedara fuera de la zona de operaciones de las tropas enemigas.
Otra posibilidad de salvar la vida se producía si podíamos
enterrarnos y cubrir nuestros cuerpos con maleza hasta que pasaran los
militares. Conjurado el peligro nos trasladábamos de zona. No es menos
cierto que en muchas ocasiones nuestras postas detectaron el movimiento del ejército
y salíamos del área antes que cerraran el anillo con nosotros
dentro".
Algunos de los temas difíciles para Luciano, por su carga emocional,
son los referidos a la captura y fusilamiento de su hermano Israel, el último
combate, la muerte de Congo Pacheco y el aniquilamiento del grupo que
capitaneaba un joven apodado "El Tigre", llamado así por su
habilidad para atacar con efectividad y desaparecer rápidamente.
"Fuerzas combinadas de la milicia y el ejército cercaron en
Manicaragua al grupo que dirigía mi hermano (1963). Cuando intentó
romper el cerco perdió varios hombres y él mismo resultó
herido. Algunos sobrevivientes de su tropa lograron evadirse y los evacuaron
hacia La Habana. En aquellos momentos desconocíamos que el responsable de
su traslado trabajaba para la policía política cubana (DSE). Este
personaje los mantuvo escondidos hasta que conoció a los miembros de la
red clandestina de luchadores anticastristas que los ayudaba. Fuerzas del DSE
los detuvo a todos en operaciones simultáneas. Mi hermano no pudo
defenderse. El agente enemigo y los niños que se encontraban en el
interior de la vivienda que le sirvió de refugio se lo impidieron. Al año
siguiente -tenía 26 años- le celebraron el juicio y fue fusilado
en Villaclara. El gobierno no ha dicho aún dónde se encuentran sus
restos".
La captura de Congo Pacheco se produjo en la casa que tenía en Río
Negro. "Lo emboscaron -apunta Luciano- efectivos de la milicia y unos
vecinos suyos incondicionales al régimen, de apellido Villalobos. Combatió
hasta el último cartucho. Cayó herido. Gracias a un oficial de
honor no lo ajusticiaron allí mismo como generalmente hacían las
tropas gubernamentales. Lo llevaron al hospital de Santa Clara, donde lo
operaron. Tenía guardias vigilándolo las 24 horas. Cuando despertó
de la anestesia y se dio cuenta de lo que ocurría, se abrió las
heridas y provocó una hemorragia abdominal que le causó la muerte.
Nada pudieron hacer los médicos para impedirlo".
"El Tigre" y su grupo cayeron en un cerco de la milicia en
Manicaragua. "Si mal no recuerdo -asegura Luciano- el combate duró
alrededor de una hora, algo que violaba las más elementales reglas de
supervivencia de la guerrilla. Rompían un cerco y caían en otro.
Muy pocos lograron escapar. A "El Tigre" lo apresaron con un brazo
fracturado. Varios milicianos quisieron ejecutarlo allí mismo. Alguien lo
impidió. Le hicieron juicio sumarísimo y lo condenaron a muerte.
Por ser menor de edad le conmutaron la condena a 30 años de prisión".
Pocos partisanos pudieron escapar con vida del Escambray. Al principio la
evacuación era una vía bastante segura. Más tarde el DSE
penetró sus mecanismos y todo se hizo más difícil. "No
obstante -concluye Pacheco-, varios combatientes pudieron utilizarla
satisfactoriamente. Yo recuero el caso del comandante Joaquín Mendive, ex
oficial de Castro. Se alzó en 1959. Sostuvo decenas de combates, rompió
cercos y por último salió de las montañas por decisión
del estado mayor guerrillero en diciembre de 1962. Pasó a la
clandestinidad varias semanas, apoyado por grupos de lucha urbana pertenecientes
a movimientos antifidelistas. Abandonó Cuba ilegalmente y se trasladó
hacia un país centroamericano".
Mendive fue uno de los pocos jefes guerrilleros importantes que hicieron
historia en el macizo montañoso de Trinidad y que tuvo el privilegio de
sobrevivir la experiencia. (Continuará)
La luna en el Escambray: origen de la
guerrilla (I) / Héctor Maseda, Grupo Decoro
El Escambray: auge de la guerrilla (II) / Héctor
Maseda / Grupo Decoro
El Escambray: Exterminio de la guerrilla (IV)
/ Héctor Maseda / Grupo Decoro
El Escambray: Epílogo / Héctor
Maseda / Grupo Decoro
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