El Escambray:
auge de la guerrilla (II)
Héctor Maseda, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Luciano Pacheco Ruiz nos habla de la época
dorada del ejército insurgente. Los criterios que siguieron para la
creación de las bases de apoyo de los combatientes, los traslados
nocturnos de los grupos y las operaciones militares, cómo aprovecharon
las condiciones naturales del terreno, la ayuda que recibieron , las vías
utilizadas y la efectividad de las mismas.
"El Escambray llegó a tener en 1963 más de tres mil
hombres sobre las armas, organizados en 179 núcleos guerrilleros. ¡Era
la fuerza armada opositora al gobierno castrista más importante de la
nación! Este incremento se debió fundamentalmente a dos razones:
los campesinos, quienes temerosos ante las medidas gubernamentales de deportación
forzosa o detenciones masivas fueron obligados a tomar el camino de la
insurrección armada. La segunda: los militantes de los movimientos
Recuperación del Pueblo (MRP) y Recuperación Revolucionaria (MRR)
que, acosados por la persecución a que estaban sometidos en pueblos y
ciudades por la policía política del régimen, les resultaba
imposible continuar la lucha urbana y clandestina".
Cómo organizaron a sus hombres, medios y regiones donde operarían
militarmente, son detalles interesantes que Pacheco Ruiz expone.
"Cada diez o doce grupos armados controlaban una región militar
del Escambray. Tenían un comandante al frente que respondía por lo
que ocurriera en ella. El macizo montañoso se dividió en once
regiones militares, si mal no recuerdo. Cada responsable de región se
subordinaba al jefe de las fuerzas irregulares y su estado mayor, aunque
disfrutaba de cierta autonomía en su demarcación. Las decisiones
militares de mayor importancia y que requerían coordinación entre
los responsables de región eran tomadas por el jefe máximo y los
comandantes que participarían en las operaciones. La disciplina en los
campamentos era rígida. Los abusos y arbitrariedades de los combatientes
contra los campesinos y sus familiares -de producirse- se castigaban
severamente, con independencia de quien fuese el culpable. Una buena medida que
se adoptó para evitar situaciones como las descritas fue designar en cada
región a guerrilleros procedentes de esa misma localidad. Esta decisión
solucionaba dos problemas: el dominio de las montañas y sus alrededores
por nuestros hombres y el respeto y la consideración con los serranos,
basados en relaciones familiares o amistosas entre combatientes y vecinos de la
zona".
La vida de los insurgentes no era nada fácil. El sacrificio
permanente se convertiría en su cotidianidad:
"Dormíamos durante el día donde podíamos y operábamos
de noche. Disponíamos de un hule de material impermeable para protegernos
de la lluvia y hasta para escondernos debajo de él. Adoptamos seudónimos
entre nosotros para impedir que por una imprudencia o delación, el ejército
tomara represalias con los familiares de los guerrilleros, los cuales vivían
en sitios bajo control del régimen. Nuestros aliados naturales eran el
dominio y conocimiento de la geografía de la zona, sobre todo las cuevas,
las que utilizábamos para ocultarnos, ya que poseían varios
accesos bien disimulados. No obstante, esas entradas las cubríamos con
troncos, tierra y maleza. Además, establecimos puntos de vigilancia próximos
a ellas y en profundidad para evitar que el enemigo nos sorprendiera. Muchos de
nosotros salvaríamos la vida durante la época de los grandes
cercos utilizando las cuevas como medios de retirada".
"Generalmente -añade Pacheco Ruíz- hacíamos una
comida al día cuando podíamos, sin calentar. Encender una hoguera
constituía un error que podía costarte la vida. El humo es visible
de día y de noche. Un fuego es observado en kilómetros a la
redonda por las fuerzas enemigas".
Inquirimos de Luciano sobre las vías de que disponían para
recibir apoyo logístico, cómo hacían para recogerlo y de qué
manera evitaban que estos recursos fueran a parar a las manos del otro bando.
"Los alijos de pertrechos en grandes cantidades llegaban por vía
aérea. Esta variante era insegura. Al principio fue de utilidad, pero a
comienzos de 1963 casi siempre caían en manos de las tropas
gubernamentales. En ocasiones, por falta de coordinación, también
las perdíamos. Recuerdo que en octubre de 1960, siendo yo colaborador, más
de doscientos guerrilleros esperaron armas y municiones que serían
lanzadas desde un avión en un punto de nuestra finca en Charco Azul. Pasó
la fecha acordada y el alijo no llegó. Los hombres se retiraron. Pasados
varios días una aeronave sobrevoló la zona, dio algunos giros y
dejó caer doce cajas en paracaídas. El ejército de Castro
se apropió de ellas.
"Otra variante para obtener medios de combate y alimentos, pero en
menor cuantía, era a través de los colaboradores. Este apoyo
resultaba más efectivo que el anterior. Como regla, las ayudas llegaban
directamente a la jefatura central y ésta las repartía de acuerdo
a las necesidades de los grupos y las operaciones a realizar. Las acciones se
llevaban a cabo de madrugada y consistían en el traslado de grupos de una
región a otra, montar emboscadas a funcionarios gubernamentales o tropas
regulares de Castro, y efectuar ataques sobre determinados objetivos, por sólo
mencionar las más importantes. A lo largo de 1962 fueron tan efectivas
que el enemigo no se movía de noche por aquellos parajes".
El dominio del lomerío perteneció a los grupos insurgentes
hasta octubre de 1962. A partir de ese momento el gobierno de Castro destinaría
cientos de miles de hombres armados para que combatieran contra los
guerrilleros. El Escambray quedó aislado del resto del país. El
acceso al mismo estaría controlado por el ejército del régimen.
Comenzaba el principio del fin. (Continuará)
La luna en el Escambray: origen de la
guerrilla (I) / Héctor Maseda, Grupo Decoro
El Escambray: los anillos de la muerte (III) /
Héctor Maseda / Grupo Decoro
El Escambray: Exterminio de la guerrilla (IV)
/ Héctor Maseda / Grupo Decoro
El Escambray: Epílogo / Héctor
Maseda / Grupo Decoro
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|