Hija de
estadounidense acusa de secuestro al gobierno de Cuba
LA HABANA, 25 de julio (Caridad Cristina Alvarez, Grupo Decoro /
www.cubanet.org) - Miriam Brown, hija del estadounidense Francis Brown, rompió
el silencio al cabo de 38 años y denuncia al gobierno de Fidel Castro de
haberla secuestrado para utilizarla como arma de enfrentamiento político
contra el gobierno de ese país vecino.
Cuando Miriam Brown tenía seis años fue separada por la fuerza
de su familia, compuesta por su padre, su madrastra y sus hermanos, con la que
llevaba viviendo años. Policías de Guantánamo estuvieron a
cargo de la operación en la que fue arrancada de su hogar.
El padre de Miriam, Francis Brown, que fue arrestado bajo una acusación
de secuestro, no sólo la tenía a su cuidado desde hacía años
sino que en el registro civil estaba asentado legalmente que era su hija.
El estadounidense no pudo recuperar a su hija, y su pasaporte fue circulado
por orden expresa de la Seguridad del Estado, entidad represiva que ordenó
además que el señor Brown no podía salir de Cuba.
A partir de ese momento, el señor Brown sólo pudo visitar a su
hija una vez al mes acompañado por dos oficiales del Ministerio del
Interior. Miriam Brown fue entregada a su madre biológica hasta la mayoría
de edad. El hombre murió en 1978. Durante su funeral la policía
política se apropió de la documentación del estadounidense.
En una misiva dirigida al presidente Bush ella afirma que su madre la
maltrataba física y mentalmente, pero las autoridades cubanas nunca se
preocuparon por ello porque "lo importante era ganarle una batalla a los
Estados Unidos, aunque sea cometiendo una injusticia con un norteamericano y
privando de sus derechos a un padre", denuncia Miriam.
La señora Brown le solicita al presidente Bush que pida los restos de
su padre al gobierno de Cuba, ya que a ella le han dicho por años que no
aparecen porque fue enterrado en una fosa común.
También la mujer clama porque su hijo, el nieto de Francis Brown,
pueda salir rumbo a Estados Unidos de América junto a ella.
A continuación el texto íntegro de la carta de Miriam Brown al
presidente George W. Bush:
CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA, GEORGE W.
BUSH
38 Años de un Secuestro en Cuba
Señor presidente George W. Bush, le pido clemencia para mi hijo y
para mí. Por favor, autorice nuestra entrada definitiva a los Estados
Unidos lo antes posible. Estamos en peligro.
Soy hija de Francis Brown, ciudadano norteamericano que murió en Cuba
en 1978. En su funeral las autoridades cubanas recogieron su carnet de
identificación como extranjero y su pasaporte; en dichos documentos hay
datos que me son imprescindibles para obtener su inscripción de
nacimiento en Estados Unidos de América a fin de realizar el cambio de
ciudadanía en la Oficina de Intereses en La Habana. Mi padre fue
trabajador de la Base Naval de Guantánamo durante veinte años.
En la década del 60 el pasaporte de mi padre fue circulado por la
Seguridad del Estado cubano respondiendo a órdenes de la alta dirección
del gobierno, para que mi padre no pudiera salir de Cuba porque lo acusaban de
tenerme secuestrada. Cuando yo tenía seis años de edad fui
arrancada de los brazos de mi padre por la policía de la ciudad de Guantánamo,
él fue preso acusado de secuestrador, a pesar de tenerme inscripta y de
yo llevar varios años viviendo junto a él, mis hermanos y mi
madrastra. Le pusieron como condición que yo no podía visitar su
casa hasta la mayoría de edad, y él sólo podía
visitarme una vez por mes y acompañado por dos policías. Me
entregaron a mi madre biológica, quien me maltrataba física y
psicológicamente, pero nunca ninguna autoridad cubana verificó en
qué condiciones yo me encontraba. Lo importante era ganarle una batalla a
los Estados Unidos, aunque sea cometiendo una injusticia con un norteamericano y
privando de sus derechos a un padre.
Pude visitar la casa de mi papá sólo dos veces antes de
fallecer. Y a pesar de morir con la ciudadanía norteamericana, en el
cementerio de Guantánamo donde fue sepultado me dicen que sus restos
mortales no aparecen porque fue depositado en una fosa común.
El verdadero secuestro comenzó cuando me separaron de mi amado padre.
Hasta hoy estoy sufriendo las consecuencias de aquella injusticia, que por
extensión afecta a mi hijo. He sido marginada y despreciada por mi fe
cristiana y por ser hija de un norteamericano. Actualmente estoy sufriendo
acoso, amenaza y persecución por parte de las autoridades políticas
de la localidad donde vivo.
El 13 de junio de este año, el mismo día que se convocó
por la televisión al pueblo cubano para firmar la perpetuidad del sistema
socialista, me fue negado el derecho a obtener la autorización para
comprar un televisor en colores porque no poseo trayectoria política. Mi
hijo tiene 15 años de edad y a pesar de tener buenas notas y buena
conducta en la escuela, y en todas partes, lleva en su expediente laboral lo
siguiente: "Problemas sociales, creencias religiosas y otros".
Usted dijo este 4 de julio, durante la celebración del Día de
la Independencia de Estados Unidos que el daño causado a un
norteamericano le dolía a toda la nación. Mi padre es un hijo de
los Estados Unidos de Norteamérica, que sufrió humillaciones e
injusticias aquí, mi hijo y yo somos descendientes de su nación.
Por su amor patriótico le pido, señor presidente, sáquenos
de Cuba, por favor.
Llevo 38 años con la felicidad secuestrada. El sufrimiento ha dañado
mi corazón. No quiero morir en Cuba, ni que mi hijo siga en este país.
Le pido que usted, como presidente de Estados Unidos, solicite los restos
mortales de mi padre, su identificación y traslado a su país.
Estoy reclamando un derecho bíblico y constitucional que me ha sido
quitado. La palabra de Dios dice en Deuteronomio 24:17 respecto a las leyes
humanitarias:
"No se torcerá el derecho del extranjero ni del huérfano,
ni se tomará en prenda la ropa de la viuda".
Quizás, por escribirle esta carta a usted, yo sea sometida a
tortuosos interrogatorios y hasta sea llevada a prisión. No sé si
podré soportarlo, pero lo prefiero a tener que seguir viviendo como lo he
hecho en estos últimos tiempos. El silencio, el hambre, las carencias de
todo tipo, la humillación y la impotencia matan.
Le ruego haga usted bondad conmigo, como hizo el Rey David con Mefi-Boset.
Narrado en Segunda de Samuel, capítulo nueve.
Esperando a que con su ayuda y autoridad sean cumplidos los propósitos
de Dios en mi vida, y sea cambiado mi lamento en baile.
Atentamente,
Miriam Brown
Dirección: San Luis #418 entre Luz y Pocito, Lawton, municipio Diez
de Octubre, Ciudad La Habana, Cuba, CP 10 7000.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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