La Habana
sin huevos (I)
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Mientras columnistas oficiosos como
Angel Rodríguez Alvarez la emprenden desde las páginas de Tribuna
de La Habana contra los periodistas independientes, permanece enjaulado un
titular que haría las delicias de los degenerados humoristas del país,
además de reflejar una de las mayores preocupaciones actuales de los
habitantes de la capital de Cuba: La Habana sin huevos.
Semejante titular no debe hacer pensar que el santo tutelar de esta ciudad,
San Cristóbal de La Habana, fue castrado por el paso del huracán
Michelle. Nada de eso: La Habana sin huevos quiere decir que las simples y
elementales posturas de gallina, para los habaneros la más barata y
asequible fuente de proteína animal, literalmente han desaparecido de los
mercados "blanco, gris y negro". Si se tiene suerte, se las puede
encontrar en el último a precios entre 2.50 o tres pesos cubanos la
unidad, para un incremento en su importe de entre 25 y 50 por ciento.
Si un conocido refrán afirma que "Cuba es La Habana y lo demás
es paisaje", lo demás se infiere. Desde luego, se sabe que el huracán
Michelle provocó grandes destrucciones y pérdidas de animales en
las granjas avícolas, motivo casi para predecir las justificaciones
gubernamentales por venir, si no ya presentes, en este asuntito de La Habana sin
huevos.
Nadie niega los destrozos ocasionados por Michelle. Más bien medios
disidentes y parte de la opinión pública tienden a criticar al
gobierno de Fidel Castro por su política actual de no detallar la cuantía
de los daños y presentar a los organismos internacionales la
correspondiente solicitud de ayuda humanitaria. Dentro de ello, y más allá
de la buena nueva de ciertos intercambios respetuosos entre el gobierno isleño
y el de Estados Unidos, parte de las críticas se refieren a la intención
cubana de comprar lo que se ofreció gratis. Irónicamente, más
de uno interroga: "Bueno, pero entonces en este país bloqueado, ¿hay
dinero o no hay dinero?"
Escarceos diplomáticos aparte, el dato concreto es La Habana sin
huevos. Si bien el paso de Michelle influye sobre tales carencias, debe quedar
bien claro que no las determina. Puede encontrarse en los archivos de CubaNet,
con fecha 12 de abril del corriente, mi artículo "El extraño caso de los huevos, el maíz y
el marabú". En él incursiono sobre el misterioso asunto
de los déficit cubanos en posturas de gallinas y demuestro, con cifras
oficiales a la mano, cuán errónea es la política
gubernamental en materia avícola.
Una de las tendencias observables en aquella investigación fue la de
una creciente ineficiencia estatal en la producción de huevos,
principalmente determinada por la ausencia de una verdadera y coherente política
en dirección de crear una base de piensos nacionales fundada sobre el maíz,
cultivo que en Cuba puede dar hasta tres cosechas anuales y es además
enemigo jurado de la mayor peste padecida por las castigadas tierras agrícolas
del país: la proliferación del marabú. Esta planta, según
estimados del analista Santiago Rodríguez Castellón, habita el 43
por ciento de la superficie agraria de Cuba.
Combatir al marabú con maíz, fundar la alimentación avícola
sobre el mismo y elevar así las producciones de huevos y carne, se apuntó
en el artículo, parecía una alergia del Estado; en tanto que,
desde lo profundo de la sociedad civil, la sabiduría campesina adoptaba
ese camino y obtenía el éxito esperado. Prueba al canto: en los
peores años del llamado período especial, el cultivo de maíz
-principalmente por los agricultores no estatales- tuvo la rara cualidad de ser
casi el único que no sólo elevó sus producciones, sino que
además su incremento fue espectacular.
Los datos más recientes, antes del paso de Michelle, avalan el carácter
ya escandaloso de la ineficiencia estatal y paraestatal en la producción
de huevos y confirman una tendencia: mientras el productor está más
alejado de la dirección del Estado, o de su influencia post totalitaria,
las producciones se revelan como más eficientes y de mayor volumen.
Paradoja casi increíble. No obstante, a mayores asignaciones de recursos,
las granjas estatales y paraestatales disminuyeron sus producciones entre 1999 y
el 2000, mientras que los productores dispersos las incrementan de manera
espectacular, al punto de compensar en buena parte las caídas de primeras
y segundas.
CUADRO I: Producción de huevos 1999-2000 (MMU)
INDICADOR
|
1999
|
%
|
2000
|
%
|
CRECIMIENTO
(%) |
Produc.
Total |
1753,0
|
100,0
|
1721,6
|
100,0
|
-1,79
|
Estatal
|
1460,7
|
83,3
|
1305,3
|
75,8
|
-10,6
|
No
Estatal |
192,1
|
11,0
|
148,5
|
8,6
|
-22,7
|
Otros
|
100,2
|
5,7
|
267,8
|
15,6
|
267,2
|
FUENTES: Anuarios estadísticos de Cuba 1999-2000. Oficina
Nacional de Estadísticas.
De acuerdo con el cuadro anterior, las entidades estatales y paraestatales
-comprenden las segundas a las Unidades Básicas de Producción
Cooperativa, Cooperativas de Producción Agropecuaria, y de Créditos
y Servicios, así como campesinos dispersos- logran el bochorno nacional
de notables caídas en volumen, participación en el total de los
producido y son responsables directos de las disminuciones hueveras. En cambio,
los que pudieran ser llamados independientes multiplican por dos y medio su
volumen y triplican su participación en el total, ¡sólo de un
año para otro!
Por ver está si ese avance no gubernamental expresa una mayor
eficiencia o denuncia la escandalosa ineficiencia de sus competidores. Mas, por
lo pronto, mucho dice sobre los misterios cubanos respecto al titular de prensa
enjaulado: La Habana sin huevos.
¿Cuál es la relación, entonces, entre el éxito de
los independientes y la disponibilidad de piensos?
Espere a la próxima entrega y se enterará.
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