MIAMI, Estados Unidos. – El pueblo de Hershey, antiguo bastión del magnate estadounidense del chocolate Milton S. Hershey, vio pasar sus mejores años antes del triunfo de la Revolución Cubana. Ahora, renombrado oficialmente como Camilo Cienfuegos, ya no se parece en nada a lo que fue: no obstante, ahí siguen los vestigios de la historia recordando su mejor pasado.
Milton S. Hershey, fundador de la mundialmente conocida empresa de chocolates, llegó a Cuba tras quedar viudo y encontró en las tierras fértiles de la Isla el ingrediente esencial para sus dulces: el azúcar. Adquirió un terreno en Santa Cruz del Norte, a 45 kilómetros de La Habana, y fundó el Central Hershey en 1917, una de las refinerías de azúcar más completas de América Latina en ese entonces.
Construido a imagen y semejanza de su pueblo natal en Pennsylvania, Hershey hizo de este pequeño lugar en Cuba un paraíso para los trabajadores, proporcionando hospitales, cines, parques, hoteles, escuelas y centros de recreación. Era el único pueblo modelo en Cuba, un oasis de prosperidad y bienestar.
Sin embargo, tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el dulce sueño se desvaneció. La refinería de Hershey fue nacionalizada, rebautizada como Camilo Cienfuegos y finalmente desactivada en 2002. Las antiguas torres, la Casa de Carbón, la más antigua de su tipo conservada en América, y partes de la casa de calderas son todo lo que queda de la otrora bulliciosa refinería.
Hoy en día, Hershey, con una población de apenas 1.200 personas, es una sombra de su antiguo esplendor. A pesar de la desolación, el legado de su creador sigue vivo en los llamados Jardines de Hershey, un área de descanso creada en 1930 para los trabajadores de la fábrica. El lugar, con su exuberante vegetación y vida silvestre, sigue siendo un espacio predilecto de los locales y visitantes.
Un viaje en el histórico Tren de Hershey, el único tren eléctrico en funcionamiento en Cuba, que conecta La Habana con Matanzas, brinda a los visitantes un vistazo al pasado dulce del pueblo.
Aunque el tiempo y las circunstancias han cambiado a Hershey, los ecos de su pasado aún resuenan en las calles desiertas y los edificios en ruinas. Así, el “pueblo de chocolate” sigue siendo un testimonio conmovedor de un capítulo fascinante en la historia de Cuba, que acabó tras enero de 1959.