LA HABANA, Cuba. — El primer sistema de alumbrado moderno que tuvo La Habana fue el de gas, en 1844. La electricidad comenzó por una pequeña compañía en la ciudad de Cárdenas en 1888, fundada por el español Antonio Prieto. Esta planta contó en sus inicios con una capacidad de generación para 83 luces públicas y 318 privadas.
Desde 1889 comenzó el servicio eléctrico en la capital, ofrecido por la Spanish American Light and Power Company Consolidated, que controló también el gas hasta 1921, cuando se unió a la empresa de los tranvías, constituyéndose la Compañía Cubana de Electricidad Inc. Este consorcio tenía su principal centro en Tallapiedra, frente a la ensenada de Atarés, en la bahía habanera, en un bello edificio construido por la Havana Electric Railway Company, que está hoy casi en ruinas.
El símbolo de la Compañía era un muñequito que tenía un bombillo por nariz, denominado Calixto Kilowatt, y aparecía en todos los anuncios existentes por entonces. Había una valla lumínica donde el personaje encendía de forma intermitente el foco.
Esta gran empresa, cuya casa matriz era la Electric Bond & Share, pertenecía al grupo financiero norteamericano Morgan, y adquirió con el tiempo 78 plantas locales que, en su mayoría, eran propiedad de accionistas cubanos. Esto permitió el control absoluto de la generación y distribución de la energía por todo el país.
En 1954, como parte de la ampliación y desarrollo del servicio eléctrico, se inauguró la planta de Regla. La firma contaba con 7.464 empleados y 796.076 usuarios en 301 localidades, y generaba 429.900 kilovatios (kW) instalados, capacidades que satisfacían a los consumidores y, aunque no abarcaban a toda la población, sobre todo en zonas rurales, aumentaban su potencial paulatinamente.
Como beneficio a sus trabajadores, se construyeron viviendas confortables para sus empleados en lo que se llamaría el Reparto Eléctrico, al sur de la capital. Hoy, en ese sitio hay decenas de horribles edificios de micro brigadas, y en las calles hay baches y salideros de aguas albañales por doquier.
En 1956, la empresa anunció un proyecto de construcción de una central atómica, con capacidad de 10.000 kW, aunque después se abandonó esa idea. No fueron los rusos los primeros en intentar una obra de esa magnitud en Cuba.
Luego de la nacionalización de la compañía por el régimen revolucionario, comenzó el declive del sistema eléctrico nacional, hasta llegar a los apagones que tanta irritación provocan entre la población y que han sido una de las causas de manifestaciones de protesta en varias ocasiones.
Como ocurría durante el llamado Período Especial, en la década de 1990, apagones de hasta 20 horas han ocurrido en los últimos meses en las provincias del oriente del país.
En las zonas más céntricas de La Habana y en los lugares turísticos hay pocos apagones, pero las personas que habitan en barrios periféricos de la capital y en el interior del país sufren constantes cortes eléctricos, lo que trae como consecuencia que los alimentos se echen a perder por falta de refrigeración y haya que sufrir el calor y los mosquitos porque no se pueden usar los ventiladores.
La Empresa Eléctrica es incapaz de satisfacer la demanda que se ha elevado debido, entre otras causas, a la extensión de los servicios a zonas apartadas, sin contar siempre con las capacidades de generación necesarias y las grandes industrias consumidoras de petróleo.
Y no olvidemos que en decenas de miles de casas se cocina con hornillas eléctricas desde que en el año 2006, Fidel Castro decretó el uso de equipos eléctricos para cocinar, pues, según dijo, producir keroseno, alcohol y gas era muy costoso.
Pero el principal factor que contribuye al déficit eléctrico es el mal estado técnico de las plantas. Las más modernas tienen más de 30 años. Esas plantas se averían y tienen roturas frecuentes, algunas de gran magnitud, lo que provocan su paralización total por días, semanas y meses. Dos de las más potentes del país, la Antonio Guiteras, en Matanzas, y la de Felton, en Holguín, son las que más frecuentemente sufren averías.
La justificación oficial por la falta del fluido eléctrico es la escasez de combustible debido al bloqueo. El petróleo que se extrae en el país no tiene la calidad necesaria (contiene mucho azufre) y el importado es muy costoso y, por tanto, no se compra el necesario, por falta de divisa, según explican. Ahora apelan a las energías renovables como la eólica y los paneles fotovoltaicos, pero son soluciones insuficientes, “curitas de mercurio cromo”. Las centrales flotantes traídas de Turquía buscan aliviar la situación, pero sus capacidades generativas son muy inferiores a la demanda.
Han reducido el transporte público —alegan— para ahorrar combustible y así usarlo en producir más electricidad, pero la realidad es que los apagones siguen y tenemos menos guaguas en servicio.
Hay una canción de Cándido Fabré de los años 90 titulada El Apagón. Tal vez para castigarlo por eso, recientemente las autoridades despojaron al cantante de las tierras legadas por su padre.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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